El cambio climático, ese fenómeno que favorece huracanes más fuertes, aumento en el nivel del mar, deshielo y fallecimiento de especies debido a las variaciones de la temperatura y del hábitat, no es exclusivo del planeta Tierra. También en Marte ocurrió algo similar o al menos eso es lo que espera confirmar la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
¿Adónde se fueron los gases y el agua que se cree que hubo alguna vez en Marte?
Para buscar estas respuestas sobre la historia climática marciana, la tarde del próximo lunes 18 está previsto el despegue desde Cabo Cañaveral (EE. UU.) de un cohete Atlas V con una sonda a bordo, llamada MAVEN (por las siglas en inglés de Atmósfera de Marte y Evolución Volátil).
Se trata de una misión pionera, pues es la primera vez que una sonda de la NASA se encamina al Planeta Rojo para medir su atmósfera superior y analizar cómo se produjo la pérdida de compuestos volátiles como dióxido de carbono, dióxido de nitrógeno y agua, explicó la costarricense Sandra Cauffman, subdirectora de la misión.
El objetivo de MAVEN es producir información para ayudar a comprender el cambio climático del planeta vecino y generar nuevas hipótesis sobre las formas de vida que tuvo o incluso aún podría albergar.
Es una búsqueda muy importante para la NASA, tanto que ha invertido unos $671 millones (más de ¢330.000 millones): $485 millones en construir la sonda y otros $186 millones para su lanzamiento.
Combo tecnológico. MAVEN tiene un tamaño similar al de un bus, pesa 2.550 kilos y se alimenta eléctricamente gracias a dos paneles solares fijos que le proporcionarán 1.231 vatios, energía que será almacenada en dos baterías de níquel hidrógeno (NIH2) de 50 amperios por hora cada una.
Su diseño y su sistema de vuelo está basado en la estructura de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), una nave espacial multipropósito lanzada el 12 de agosto de 2005, así como en otros componentes, como la sonda Juno.
A bordo lleva varios conjuntos de sensores con 8 instrumentos. Uno de estos paquetes incluye 6 aparatos desarrollados por la Universidad de California en Berkeley, la Universidad de Colorado y el Laboratorio de Física Atmosférica del Goddard Space Flight Center.
Entre ellos destacan el SWEA (Solar Wind Electron Analyzer) para estudiar el viento solar y los electrones ionosféricos, el SWIA (Solar Wind Ion Analyzer) también para medir el viento solar y caracterizar la densidad y velocidad de los iones, así como el magnetómetro (MAG), que medirá los campos magnéticos interplanetarios, del viento solar y de la ionosfera.
Completan este paquete el STATIC (Suprathermal and Thermal Ion Composition), que evalúa los llamados iones termales y los iones de escape de energía moderada; el SEP (Solar Energetic Particle), que monitorea el impacto de las partículas de energía solar en la atmósfera superior de Marte y, el LPW (Langmiur Probe and Waves), que determinará las propiedades ionosféricas y del calentamiento de onda de los iones que escapan por la radiación ultravioleta extrema solar en la atmósfera.
Además, va un paquete de sensores remotos (RS) que determinará las características globales de la atmósfera superior y la ionosfera de Marte, con la ayuda de un aparato que desdeña el espectro ultravioleta (IUVS).
Finalmente, está el NGIMS (Quadrupole Mass Spectrometer), un espectrómetro de masas.
“Una vez allá, también se quieren correlacionar los datos que se obtengan en la misión con todos estos aparatos con las mediciones del robot Curiosity”, añadió la subdirectora Cauffman.
Esta exalumna de la Escuela República de Paraguay, en Hatillo; del Liceo Luis Dobles Segreda, en La Sabana y, de la Universidad de Costa Rica (UCR), celebra hoy la madurez de su carrera, durante la cual ha participado en el lanzamiento de decenas de misiones en los últimos 25 años. Colaboró la periodista Monserrath Vargas