“Si volviera a nacer, volvería a ser maestra. Uno no solo enseña materias, educa para la vida”.
Con esas palabras, Ana Lorena Camacho, educadora guanacasteca, aceptó el premio Mauro Fernández, máximo galardón que el Gobierno costarricense le da a un educador.
Ella es maestra de escuela en Liberia, Guanacaste; supervisora del Ministerio de Educación Pública (MEP), y docente de las sedes en esa provincia de las universidades de Costa Rica (UCR) y Nacional (UNA).
Sin embargo, su pasión es apoyar para que los adultos regresen a las aulas y, para lograrlo, creó el proyecto Dejando Huella , gracias al cual más de 1.500 personas terminaron el colegio, en su mayoría mujeres.
Esta lucha a favor de quienes abandonaron sus estudios, para que pudieran sacar el bachillerato e incluso aspiraran a la universidad, le valió el premio.
“La educación es muy importante, no importa la edad que se tenga. Tenemos personas que dejaron los estudios 20 años y los retomaron, otras que habían presentado exámenes de matemática una y otra vez, pero que, con mucho empeño, salieron adelante”, comentó Camacho.
“Es dar una atención integral para que, quienes han sido excluidos del sistema, regresen. Una persona educada ayuda a toda una sociedad”, resaltó.
Pasión. Dimas María Camacho, madre de la galardonada, dijo que el reconocimiento premia todos los esfuerzos de su hija.
“A ella le gusta muchísimo este trabajo; sus alumnos son todo. Con decirle que después de los embarazos, no se tomaba todo el tiempo que le daban, con tal de ir a enseñarle a los chiquillos”, relató su mamá, al recordar que la pasión de Ana Lorena, desde niña, era el estudio.
Los talentos de Camacho van más allá de enseñar. También escribe, de preferencia relatos de su tierra guanacasteca que se pueden encontrar en alguno de los libros que ha publicado: Coreógrafos del Secuestro (2011), Cuentos Guanacastequizados (2011) y El liderazgo social: constructor de escenarios posibles (2014).
Esta mujer también es defensora del ambiente, y da talleres sobre prácticas ecológicas.
Pese a todas las actividades en las que está involucrada, Camacho asegura que siempre tiene tiempo para su esposo, sus tres hijos y su mamá.
A futuro. Ana Lorena Camacho es la vigésimo octava persona que recibe el premio Mauro Fernández, que consiste en una medalla de oro, una remuneración económica y un año sabático para realizar algún proyecto comunal.
“El domingo no estuve en mi casa y no tenía señal de celular, así que como a las 9 p. m. recibí una llamada de la ministra (Sonia Marta Mora) y yo pensé: ‘¿me habré jalado alguna torta?’. En realidad me dio una noticia tan bonita que todavía no termino de asimilarla”, expresó.
Ayer, al llegar a Casa Presidencial a recibir el reconocimiento, casi no logra entrar por medidas de protocolo, pero su buen humor la mantuvo siempre positiva.
“¿Será que me jalé una torta?”, cuestionó entre risas.
Camacho ya tiene en mente su proyecto para este año sabático. De hecho, ya comenzó a desarrollar la primera parte.
Ella planea impulsar, con apoyo de 27 estudiantes de la UCR, el proyecto denominado Niños de mi Patria , con el que busca “tomar” la Biblioteca Pública de Liberia para dar lecciones a los menores con problemas para aprender a leer y escribir.
“La idea es contar con otros educadores voluntarios, pensionados o estudiantes de educación para ayudarle a todos esos chicos que no tienen la facilidad de aprender rápido a leer y escribir”, recalcó la educadora.
Luego de recibir su medalla, ella reafirmó su compromiso con la educación.
“Quiero dedicarle este premio a todos mis colegas. Sé que en las aulas costarricenses hay muchos hombres y mujeres que dignifican la educación, y que no solo enseñan matemáticas o español, también son impulsores de los cambios sociales”, concluyó.