Los efectos de la violencia contra los niños no son solo daños emocionales a corto plazo. El impacto también se puede extender a enfermedades crónicas en la vida adulta.
Esta fue una de las ponencias desarrolladas durante el Congreso Nacional de Pediatría, que se llevó a cabo este fin de semana, con especialistas en esa rama de la medicina.
Entre las consecuencias están el alto riesgo de depresión en la vida adulta, así como mayores posibilidades de intento de suicidio. También se asocian problemas físicos como mayor riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión e infartos.
Todo esto puede tener como consecuencia una muerte prematura (antes de los 70 años).
“Entre más variables una persona tenga, mayor es su riesgo de padecer estos problemas de salud, que parece que no tienen nada que ver. Incluso, solamente ser testigo de esta violencia en casa, ya aumenta el riesgo de estos padecimientos.
”En esto es super importante tomar en cuenta hasta las lesiones más insignificantes o que se den en menores tan pequeños que no pueden caminar. Por ejemplo, ¿qué hace un moretón en un niño que aún no camina? Ya eso es señal de sospecha. Un moretón espontáneo solo puede suceder cuando el niño ya tiene la suficiente fuerza para golpearse contra algo, y eso no sucede antes de caminar; por eso, debe indagarse más con su familia en esos casos”, explicó Norell Rosado, pediatra especialista en maltrato infantil, quien trabaja en un hospital pediátrico en Chicago (Estados Unidos).
Genes afectados. ¿Por qué son más comunes los males crónicos en quienes fueron agredidos durante su niñez?
Para Rosado, este tipo de exposición a la violencia cambia las expresiones genéticas en los niños y, eso, los puede predisponer a tales padecimientos.
Esto es parte de la epigenética, rama de la ciencia que estudia cómo nuestros hábitos o el ambiente moldean nuestros genes y la forma en la que se expresan.
“No quiere decir que los genes vayan a cambiar por otros, seguimos teniendo los mismos genes, pero sí son como interruptores que se encienden o apagan, según nuestra influencia. Estas experiencias pueden encender o apagar un switch en nuestro gen que nos haga más propensos a alguna enfermedad y, aún más, podríamos pasarle este padecimiento a nuestros hijos a través de los genes”, manifestó el experto estadounidense.
Para Tierney Stutz, trabajadora social de dicho centro médico estadounidense, todo caso que llega a los servicios de Emergencias con una lesión o golpe debe analizarse.
“Muchas personas piensan que porque ven a una familia linda o buena, estos padres no agrederían a sus hijos, pero lo cierto es que estas familias sí lo hacen”, expresó Stutz.
Norell Rosado fue más allá: “No podemos calificar a todos los padres agresores como monstruos. No es que se levantan y dicen: ‘hoy voy a pegarle a mi hijo y a gritar’, son situaciones a las que no saben cómo reaccionar, y esto también debemos atenderlo”.