“¿De dónde vamos a sacar plata para comprar esa finca si no nos alcanza ni para una taza de café?”. Con esas palabras, Víctor Julio Mora Jiménez, vecino de la comunidad de Gallardo de Puerto Jiménez, Golfito, expresaba su escepticismo sobre un proyecto que parecía imposible y hasta descabellado: administrar un parque arqueológico, con el fin de generar ingresos para los pobladores.
Ese mismo joven fue quien, días después, participó en una jornada de limpieza y en la creación de un sendero en la finca privada que aloja el sitio arqueológico llamado Cantarero.
Víctor Julio es un ejemplo del cambio de mentalidad que experimentó un grupo de vecinos de esa remota comunidad puntarenense, acostumbrada a subsistir de la extracción de oro. Esa actividad la llevan a cabo principalmente en el cauce del río Tigre , el cual separa la comunidad de Gallardo del sitio arqueológico.
En su afán por encontrar oro, los coligalleros revolcaron la tierra arcillosa de la finca y causaron daños en los muros de piedra fabricados por una sociedad precolombina que vivió ahí entre el 300 a. C. y el 800 d. C.
Un equipo de funcionarios del Museo Nacional fue alertado del suceso y se trasladó hasta Gallardo para realizar una inspección preliminar en la aldea precolombina y evaluar los daños. Durante dos semanas, el grupo, encabezado por el arqueólogo Francisco Corrales, se dedicó a la investigación científica en el sitio. Empero, también se trabajó con la comunidad para tratar de impulsar un proyecto de gestión del patrimonio arqueológico.
La idea es que los gallardeños aprendan a conservar el legado precolombino y a sacarle provecho económico mediante el turismo cultural.
La primera reunión con la comunidad fue el pasado 3 de agosto, en la escuela local. Corrales les explicó a los vecinos la importancia de conservar el sitio Cantarero, el cual alberga una aldea precolombina de 2.300 años.
“Creemos que la represión no es la solución al problema de la destrucción del patrimonio en un caso como este. Lo más recomendable es organizar a los miembros de la comunidad para que ellos administren el patrimonio en su propio beneficio”, dijo.
Luego de esa primera reunión y de visitas a Cantarero guiadas por Corrales, un grupo de gallardeños, como Víctor Julio, “cambiaron de chip” y ahora ven la riqueza del sitio desde otra óptica.
En días pasados, se conformó un comité para gestionar la creación de una asociación dedicada a la conservación del sitio arqueológico y a la promoción del turismo cultural en este.
“Es un gran paso, pero todavía hay muchas cosas qué hacer. Hay algunos vecinos que no están muy convencidos de que podamos subsistir de otra cosa que no sea el oro”, declaró la presidenta del comité, Laura Vega.