Una vez al año, un grupo de enérgicos diablitos se coloca sus máscaras de madera de balsa y su atuendo de gangoche y hojas de plátano para librar una batalla de tres días contra su fiero enemigo: el toro.
Juego de los diablitos es una tradición ancestral de los indígenas borucas, que sus descendientes todavía celebran para rescatar sus raíces.
Este año, del 28 al 31 de enero, la comunidad indígena Rey Curré, en Buenos Aires de Puntarenas, vivirá esta fiesta en grande e invita a turistas nacionales y extranjeros a unirse a ella.
Legado cultural. Este festejo recuerda la lucha de los borucas –simbolizados por los diablitos– para defender su territorio de los invasores españoles, representados por el toro.
La celebración oficial se inicia a la medianoche del jueves 28, con la ceremonia de la nacencia. “El diablo mayor junto a sus diablitos ascienden a una loma cercana a la comunidad y, ahí, a esa hora, él hace sonar el caracol. Los demás diablos se unen con sonidos de tambores, flautas, acordeón, gritos y cánticos. Ese es el nacimiento de los diablitos”, explicó Uriel Rojas, vocero de la comisión organizadora.
Al día siguiente, el viernes, los diablitos toman su desayuno y, a las 8:30 a. m., inician su recorrido por la comunidad para enfrentarse con el toro. Los batallas se llevan a cabo en diversos puntos, como viviendas y espacios públicos, tanto en la mañana como en la tarde.
Esta rutina se repite el sábado y el domingo. Este último día, a eso de las 4 p. m., ocurre la “tumbazón”, una de las fases más importantes del juego.
Este es el momento en el cual el toro “tumba” a los diablitos en lo que, en apariencia, es el triunfo del conquistador.
“Sin embargo, sucede algo mágico: de pronto, el diablo mayor se reincorpora y de nuevo suena su caracol que despierta a los diablitos. Juntos persiguen al toro, lo atrapan, lo atan y lo arrastran hasta el pie de un árbol en donde lo queman”, detalló Rojas.
La muerte del toro es celebrada por toda la comunidad. “Simbólicamente lo destazan, lo queman y hacen mofa con sus restos”, agregó el vocero.
Durante todo el recorrido habrá platillos tradicionales preparados por personas de la comunidad como tamales y la infaltable chicha, una bebida a base de fermento de maíz . Esta fiesta también se celebra en la reserva indígena Boruca, a inicios de enero.
¿Desea asistir? Rey Curré es una comunidad habitada por indígenas de la etnia boruca.
Su extensión territorial es de 10.620 hectáreas y la población es cercana a las 1.200 personas, distribuidas en nueve caseríos.
Ubicado a 228 kilómetros al sureste de San José, en el cantón de Buenos Aires de Puntarenas, este poblado tiene como vecino al río Grande de Térraba y actualmente es de fácil acceso por la carretera Interamericana Sur.
“La organización de este juego tradicional le permite a la comunidad fortalecer valores muy importantes que solo se logran a nivel de colectividad”, dijo Rojas.
Para el hospedaje de los visitantes, los organizadores recomiendan los hoteles y cabinas que existen tanto en Palmar Norte de Osa como en Buenos Aires de Puntarenas, ambos a 25 minutos de Rey Curré sobre la carretera Interamericana.
Más información al teléfono 5001-7789 o al correo electrónico urieldecurre@gmail.com.