San José
"La escuela es un lugar en el que los niños estudiamos para ser mejores en el futuro, pero también para que aprendamos de nuestros antepasados. Hay que conservar lo que ellos hicieron".
Con esas palabras, Sebastián Rojas Obando, de 9 años, resumió lo que significa ser uno de los 20 alumnos que asisten a la escuela Andrés Briceño Acevedo, ubicada en el distrito Quebrada Honda del cantón de Nicoya, en Guanacaste.
Los antepasados de Sebastián fueron los que construyeron el edificio de madera que hoy alberga ese centro educativo y que será rescatado de su deterioro, gracias a un proyecto de restauración que resultó ganador del certamen "Salvemos nuestro patrimonio histórico arquitectónico" 2016.
El anuncio de la propuesta ganadora se realizó esta mañana en la sede del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, dependencia del Ministerio de Cultura que organiza dicho concurso desde 1997.
El premio consiste en ¢120 millones que serán invertidos en obras para atender los daños estructurales, las fallas en los sistemas eléctrico y mecánico y el deterioro de los elementos arquitectónicos originales de este centro educativo guanacasteco.
Escoltada por los cerros Munizango, Copal y Caballito, la pequeña comunidad de Quebrada Honda es un remanso de tranquilidad rural a 27 kilómetros de Nicoya.
La vida de los 2.700 habitantes de este distrito, según el Censo Nacional de Población del 2011, transcurre entre fincas ganaderas, caballos, actividades religiosas en la parroquia de San Andrés y algún bailongo en el rancho multiuso.
La escuela Andrés Acevedo Briceño lleva ese nombre en honor a uno de los fundadores de la comunidad quien en 1884 se instaló ahí para formar una familia y dedicarse a las labores agrícolas y ganaderas.
Don Leonidas Villegas Cortés tiene 85 años y conoce a Quebrada Honda como la palma de su mano. "Esta escuela fue construida en el segundo gobierno de José Figueres Ferrer, entre 1953 y 1958. Los hombres del pueblo la levantaron con madera de cedro y de pochote que traían de la montaña. Como no había aserradero mecánico cortaban la madera con un sistema manual que manejaban dos hombres: uno subido en un banco y otro abajo". recordó Villegas.
Una placa conmemorativa que colocada en una pared de la escuela y una investigación realizada por el arquitecto Miguel Herrera del Centro de Patrimonio confirman la fecha de construcción del inmueble, efectivamente, entre 1953 y 1958, tal y como lo recuerda don Leonidas.
En la actualidad es un centro educativo unidocente que atiende a una población de 20 niños entre primero y sexto grado. También hay un aula habilitada para atender a un grupo de pequeños del programa Cen-Cinai.
Tesoro comunal. A pesar de contar con una sólida estructura de madera seis décadas de historia, los azotes del clima (lluvia, humedad), la falta de mantenimiento y la actividad sísmica han sumido el edificio en un severo estado de deterioro.
El proyecto ganador del certamen fue diseñado por el ingeniero Josué Rodríguez Cervantes y la abogada Yasmín Granados Torres y fue seleccionado entre 14 propuestas concursantes.
El jurado del premio estuvo integrado por el director del Centro de Patrimonio William Monge, la directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Hispanoamericana, Jeannette Alvarado, la arquitecta Patricia Bonilla de Design + Estudio y el presidente del Colegio de Arquitectos de Costa Rica, Edwin González.
En el acta, los jurados consideraron que el edificio escolar "es un referente simbólico y posee una clara importancia histórica y funcional para la comunidad".
La escuela tiene una ubicación estratégica dentro del paisaje histórico de la comunidad: está situada al costado sureste del templo católico San Andrés (también declarado patrimonio) y tiene como "vecinos" a la sede del Ebáis, a la delegación policial y a varias viviendas antiguas.
"Para los que somos de zonas rurales la escuela es todo: es el centro de convivencia de la comunidad, es el lugar en donde aprendemos, pero también el lugar en donde soñamos. Esta escuela refleja el trabajo de una comunidad visionaria y creemos que es nuestro deber rescatarla", declaró Yasmín Granados, quien realizó la investigación sociocultural del edificio.
Por su parte, don Leonidas coincide con Granados en que la escuela juega un papel esencial: "Para mí es el centro en donde se cultivan los principios, los valores, la disciplina. El maestro era el líder no solo de la escuela, sino de la comunidad. Yo tengo 85 años y lamento reconocer que este pueblo ha perdido identidad y somos menos solidarios y más egoístas", declaró.
El hombre añora los tiempos en los que el centro educativo era el corazón no solo de Quebrada Honda sino de poblaciones aledañas. "En ese tiempo estábamos como aislados porque Nicoya está como a 27 kilómetros y el camino era muy malo. Habían güilas que venían a esta escuela a pie desde otras comunidades como San Juan, Loma Bonita y Tortuguero porque era la única que había. El maestro era un líder, no solo de la escuela sino de la comunidad ", recordó Villegas.
Patrimonio en riesgo. Según la evaluación realizada por Rodríguez y Granados, el edificio presenta severos daños en su estructura (cerchas, cubiertas, cielos, columnas de los corredores) que deben ser atendidos urgentemente. Por ejemplo, los arquitectos sostienen que "la cubierta de techo ya cumplió su vida útil y debe reemplazarse".
Otro de los principales problemas es un sistema eléctrico tan deficiente que en junio pasado se registró un conato de incendio debido a un corto circuito. El edificio también presenta carencias en cuanto al mecanismo de evacuación pluvial: no existen bajantes, canoas y ni desagües.
En cada una de las cuatro aulas se respira una atmósfera de nostalgia y abandono al mismo tiempo. La pintura de techos y paredes se desprende "con solo volverla a ver", según confirmó Ana Moraga, presidenta del Patronato Escolar.
Por allá arrinconado sobre un armario yace un polvoriento rótulo de madera con la leyenda "Escuela Andrés Briceño A. Está sucio y con la pintura descascarada. "No sé de quien fue la idea de quitar este rótulo de su lugar original porque es el que identifica la escuela. Es una barbaridad", declaró Villegas.
El inmueble también sufrió daños graves tras el terremoto de 7,6 grados magnitud momento (M W) ocurrido en Nicoya el 5 de setiembre del 2012. El sismo dejó grietas en los pisos de mosaico del corredor y falseó las columnas que le sirven de soporte.
En una etapa posterior se tiene contemplado recuperar el diseño original del la escuela de modo que se restituirán ventanas, puertas, molduras así como un salón de actos que alguna vez existió en una de las aulas.
"Aquí había un escenario. Era una plataforma de madera con un telón y una puerta plegadiza", rememoró Villegas,
Ante la consulta sobre el motivo de la eliminación del salón de actos don Leonidas dio su opinión: "Es que ya no hay artistas, mija, los maestros no tienen tiempo. Antes nos niños cantaban, recitaban, bailaban y tocaban instrumentos. Ahora no se saben ni el himno de la escuela", lamentó.
El proyecto de restauración también contempla la eliminación de componentes que no corresponden con su tejido histórico original como unas jardineras de concreto ubicadas en los corredores.
En su acta los jurados estimaron además "que el estado de conservación del inmueble justifica una intervención física" y que dicha intervención" se ajusta al presupuesto indicado en el certamen y se garantiza su financiamiento por otras fuentes".
La escuela fue declarada patrimonio histórico arquitectónico, según el decreto ejecutivo Nº 33673-C, publicado en La Gaceta del 30 de marzo del 2007.
A lo largo de 19 ediciones el certamen "Salvemos nuestro patrimonio histórico arquitectónico" ha destinado recursos para la recuperación de 21 edificaciones localizadas en San José, Cartago, Heredia, Limón, Puntarenas y Guanacaste.