Al edificio del Teatro Nacional le pesan sus 117 años de antigüedad. El piso de madera del escenario se hunde con solo mover un piano y está muy lejos de soportar el peso que exigen los espectáculos de teatro, ópera, danza, ballet y música que ahí se presentan.
Pero, como la función debe continuar, un gran proyecto denominado “adecuación tecnológica del escenario” dotará a este importante espacio de las condiciones técnicas acordes con la necesidades actuales de las artes escénicas.
“El piso es como la suela de un zapato, se desgasta con el uso y si se desprende por completo hay que comprarse otros zapatos. Durante esta primera fase del proyecto se removerá el piso antiguo y se colocará uno nuevo sin alterar el tejido histórico y patrimonial del edificio”, explicó el arquitecto y restaurador William Monge, coordinador del proyecto. Desde enero hasta finales de marzo del 2014 se trabajará en remover el piso –fabricado con madera de cedro– el cual será sustituido en su totalidad por uno nuevo que sea más resistente, pero al mismo tiempo, flexible.
Tabla por tabla. El escenario comprende una superficie de 353 metros cuadrados. El nuevo piso estará conformado por bloques de madera de almendro para cumplir con los estándares de resistencia y dureza recomendados por Theatre Projects, empresa británica especializada en diseño de espacios escénicos que funge como consultora en esta iniciativa. “La resistencia de los pisos de los escenarios debe ser de 750 kilogramos por metro cuadrado, es decir, casi el doble de la resistencia del piso de un parqueo. Con las condiciones actuales no se puede ni mover un piano porque el piso se hunde”, dijo Monge.
El arquitecto aclaró que el actual no es el piso original de 1897, fecha de la inauguración del edificio, pues ha sufrido varias intervenciones. Los usuarios frecuentes del escenario del Teatro Nacional, como actores, bailarines, cantantes y músicos, corroboran el mal estado en que se encuentra.
El bailarín Mario Vircha, de la Compañía Nacional de Danza, explicó que si bien muchos de los espectáculos de danza se realizan sobre una tela especial llamada linóelo, algunas coreografías implican el contacto directo de los pies o el cuerpo de los bailarines con el piso desnudo. “Después de tantos años, presenta un gran desgaste. Además está astillado, agrietado y resbaloso y a los bailarines nos presenta problemas de fricción. Me parece un aporte muy valioso el hecho de que vaya a ser restaurado”, opinó.
Monge explicó que el nuevo piso se apegará a los estándares de resistencia y dureza característicos de los teatros modernos.
El uso de almendro se justifica de acuerdo con la tabla Janka –una escala internacional para medir la dureza de la madera–. “Las maderas de un escenario deben tener entre 1.200 y 1.400 kilogramos por centímetro cuadrado y el cedro tiene apenas 400 kilogramos”, detalló.
Además, este piso estará colocado sobre un sistema de soportes rígidos y flexibles que son una especie de almohadillas de un material llamado neopreno, que serán instaladas de manera alternada, a una distancia de 40 centímetros entre cada una de ellas.
Este mecanismo permite mitigar los sonidos que se producen, por ejemplo, cuando un bailarín realiza un movimiento y se golpea contra el suelo. Pero también garantiza la dureza suficiente como para soportar escenografías pesadas e instrumentos musicales grandes, entre otros elementos.
En estos días se están acomodando los cimientos de una gran estructura metálica que servirá como esqueleto para sostener el nuevo piso y otros componentes del escenario que serán cambiados.
El jefe del departamento de arquitectura del Centro de Patrimonio, Adrián Vindas, confirmó a La Nación que el proyecto de restauración en el Teatro Nacional cuenta con los permisos respectivos y la supervisión de esa entidad.