Un templo cartaginés, cuya fachada mira hacia el norte, también ha seguido esa dirección para recuperar su esplendor.
Un proceso de restauración le devolvió a la iglesia de María Auxiliadora, en Cartago, buena parte de su tejido histórico original. Este centenario templo, de influencia arquitectónica Neogótica, presentaba deterioros propios del paso de los años, el clima y de las intervenciones inadecuadas.
Bajo la supervisión del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura, el arquitecto independiente Carlos Francisco Araya Aguilar desarrolló las obras de restauración, que se centraron en el interior del antiguo edificio.
Esta iglesia ya había sido sometida a una restauración en el 2010, pues dicha propuesta –desarollada también por Araya– fue la ganadora del certamen “Salvemos Nuestro Patrimonio Histórico Arquitectónico” en el 2009. En esa oportunidad, se invirtieron los ¢100 millones del premio en la restauración de las cuatro fachadas y los corredores externos.
También se reestructuró la torre principal y las torretas y se repararon parcialmente las cubiertas (techo, canoas y bajantes).
Para esta segunda intervención arquitectónica, la Asociación pro Restauración de la Iglesia María Auxiliadora se encargó de capturar recursos por medio de la Ley 7.266. Dicha normativa autoriza a la empresa privada a hacer una contribución a la Fundación para la Restauración de la Catedral Metropolitana y otros monumentos y templos católicos de una parte o el monto total del dinero que deben pagar por impuesto de renta.
Asimismo, se recibieron donaciones de personas y empresas.
Por dentro. Así, en esta segunda etapa se invirtieron cerca de ¢150 millones, según confirmó Araya, y se trabajó profusamente en recuperar la estructura interna del templo, construida originalmente en madera. También, son de ese material puertas, marcos de ventanas, cielorraso, arcos ojivales y calados (ornamentos).
A pesar de que la madera es frágil y blanco fácil del deterioro por humedad y comején, el arquitecto reveló que solo fue necesario sustituir entre el 15% y el 20%. “Todos los elementos de madera estaban pintados de blanco, lo cual no corresponde al diseño original, según consta en fotografías antiguas”, declaró Araya.
El arquitecto explicó que se le realizó un tratamiento especial a la madera, para lograr un aspecto bastante cercano al que tuvo en sus orígenes. “Se removieron todas las capas de pintura, se hizo una limpieza y luego se le aplicó una base y un tinte con un color muy similar al original”, dijo.
También, se hizo un resaneamiento de paredes y se restauraron las obras escultóricas, como el altar principal de mármol y el mural ubicado detrás de él. Además, se instaló un nuevo sistema eléctrico, lámparas led y una iluminación exterior nocturna.
El actual templo es una segunda “versión” o más bien una reconstrucción del edificio original que se había levantado a finales del siglo XIX y que quedó parcialmente destruido por el terremoto de 1910. Colaboró Fernando Gutiérrez.