El descontento con la imagen corporal y los trastornos de alimentación también están presentes entre la niñez costarricense.
Ya en abril del 2011, médicos del Hospital Nacional de Niños (HNN) advertían de ingresos de escolares con anorexia o bulimia.
Dentro de ellos, destacaban niñas de nueve años que se negaban a comer y debían ser sujetadas a la cama de hospital para recibir alimentación por sonda.
También, menores de 10 años que contaban cada pestañeo por creer que eso los haría “perder calorías” y niñas de cinco años que decían sentirse “gordas y feas”.
“No es un problema generalizado y se ve poco si lo comparamos con la cantidad de población, pero es algo que causa mucho daño en los pequeños. En estas edades, aún no puede hablarse de trastornos definidos, pero sí de tendencias, y hay que actuar para evitar males mayores”, dijo en aquel entonces Yasmín Jaramillo, jefa de Psiquiatría del HNN.
La situación es más común en los adolescentes. En marzo pasado, un estudio de la Clínica del Adolescente, adscrita al HNN, reveló que el 29,7% de adolescentes ha estado a dieta.
“Nos preocupa porque hemos visto que quienes pasan muy pendientes de dietas y de su apariencia tienen un mayor riesgo de caer en desórdenes alimentarios como la anorexia y la bulimia”, afirmó Alberto Morales, director de ese centro especializado.
Los nutricionistas aseguran que en la adolescencia no es recomendado hacer dietas, a no ser que sea por problemas muy específicos, como males gástricos.