Los selfies (autorretratos digitales) están proliferando por millones en Internet.
Ante el fenómeno, algunos centros de estudios han intentado buscar las razones detrás de la popularidad que tiene inmortalizarse en una foto con el celular.
Por ejemplo, ya se sabe que quienes más se toman este tipo de fotos tienen, en promedio, 23 años y en su mayoría son mujeres.
Son las conclusiones de SelfieCity, un proyecto de la City University de Nueva York que estudió cinco ciudades del mundo: Bangkok, Berlín, Nueva York, Sao Paulo y Moscú.
Reveló también que la gente en realidad se toma menos selfies de lo que se cree. En su caso particular, menos de cinco de cada 100 imágenes analizadas lo eran.
Otros estudios han intentado averiguar si quienes publican en forma excesiva estos autorretratos son personas inseguras, con miedo al fracaso o que tienden a establecer relaciones superficiales con otros.
Por ejemplo, la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, tras entrevistar a 579 personas concluyó que quienes publican en exceso sus autorretratos son narcisistas extremos y buscan mostrar la mejor imagen de sí mismos.
"Ambos grupos tratan de resguardar celosamente su propia imagen, retocándola y perfeccionándola para asegurarse de que serán aprobados por el resto", dijo el autor Elliot Panek, cuyo estudio en realidad es sobre el uso de redes sociales y no, sobre selfies.
De esta forma aumentarían su ego y piensan que controlan la percepción de los demás.
Jade Ortiz, de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, aunque cree que estos estudios reflejan la realidad, no deben generalizarse, sino más bien hay que revisar caso a caso.
Advierte, eso sí, que los fanáticos de esta moda pueden sufrir una especie de "adicción" al reconocimiento de otros en Internet.
"Sabemos que Internet va cambiando la forma como nos relacionamos con otros y con nosotros mismos dada la presión social que hay en las redes sociales por ser popular", dice.
Rolando Pérez, investigador en Instituto de Investigaciones Psicológicas, de la Universidad de Costa Rica (UCR), tiene un criterio similar.
“La investigación internacional sobre selfies recién inicia y aún no hay nada consistente. Lo que podemos señalar al respecto es que cualquier persona puede hacerse un selfie y no por ello entra en ninguna categoría psicológica especial: personas como usted o yo lo hacen en la vida cotidiana, como desde hace cientos de años se han hecho autorretratos sin que por ello nadie se escandalice”, comentó.
El especialista considera que se trata de una expresión de la identidad y una forma de comunicar aspectos de sí mismo, como hay muchos otros.
“Creo importante evitar el ‘pánico moral’ que observa patologías donde no existen”, subrayó.
Carlos Sandoval, profesor de la UCR, tuvo una opinión parecida al considerar que, más que asociar los selfies con patologías, habría que resolver una paradoja en la que está la sociedad actual.
“Estamos frente a una paradoja: tenemos más medios y, simultáneamente, nos sentimos más solos o solas estando junto a otras personas. Ello no implica que las personas que suelen hacerse selfies y luego los circulan en las redes sociales sean necesariamente narcisistas o inseguras (que en el fondo serían síntomas de rasgos semejantes). Los selfies parecen más bien llenar este vacío de reconocimiento de los demás”, comentó.
El comunicador considera que la sociedad tiene el enorme reto de reinventar formas de convivencia a partir de la cooperación y más allá de la competencia. “Cómo llegar a ello no parece fácil”.