Hillary Bustos tiene 19 años y su hijo Mateo está cerca de cumplir los dos años. Ella quedó embarazada a los 16 años y hoy da apoyo a otras jóvenes que enfrentan una situación parecida.
"Pensé no tener a Mateo y estuve a punto de dar el paso. Pero luego pensé: ¿por qué hacer eso si el bebé no tiene la culpa? Ahora les digo a otras muchachas como yo, que es difícil tener un hijo, pero no es el fin del mundo", asegura.
Su caso no es único. Datos difundidos la mañana de este lunes en un foro del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) indican que cada 90 minutos nace en Costa Rica un bebé cuya madre tiene entre 12 y 17 años.
Estos datos se recopilaron con base en las Estadísticas Vitales sobre Nacimiento y Proyecciones de Población 2011-2050 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
El documento añade que solo en el 2014 –último año para el cual hay datos analizados– nacieron 12.508 menores cuyas madres tenían 19 años o menos. Esto significa unos 34 partos por día. Se trata del 13% de los alumbramientos totales a nivel nacional (96.215 bebés por año).
De los 12.508 partos en adolescentes, 509 niños nacieron de mamás menores de 14 años. En esta población el riesgo es todavía mayor, pues las estadísticas dan cuenta que una de cada tres jovencitas de esa edad no tuvo un control prenatal completo (menos de siete citas médicas).
"En este tema el país está todavía en deuda. Si analizamos quiénes son esas muchachas nos encontramos con que pertenecen a las zonas más deprimidas; enfrentan condiciones de vulnerabilidad, escolaridad baja o escasa y muchas de ellas han vivido violencia en sus hogares", manifestó Paula Antezana, representante auxiliar del UNFPA en Costa Rica.
Silencio preocupante. ¿Dónde está el papá de estos bebés? Las cifras presentadas por el UNFPA sacan a la luz otro problema derivado de esta interrogante, pues el 12% de las madres de entre 12 y 19 años no declaró quién era el progenitor su hijo. En el caso de las menores de 14 años, ese porcentaje sube a un 30%.
"Algunas no lo revelan porque sus bebés son frutos de relaciones impropias. Muchas veces estamos frente adultos que desarrollan artimañas para entrar en juegos de poder. No siempre estas relaciones generan violencia física, pero es el escenario perfecto para la violencia psicológica y el embarazo en menores de edad", enfatizó Antezana.
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El miedo es otra barrera que les impide contar lo que les sucede. Hillary Bustos lo reconoce.
"Yo quedé embarazada de un muchacho que se fue y tuve que enfrentar el embarazo, el nacimiento y la crianza de Mateo sola. No quería decirle a mis papás porque tenía miedo de 'ese te lo dije'... pero la verdad es que experimenté miedo desde antes. Miedo de decirle a mis papás que estaba teniendo relaciones sexuales con mi novio y pedirles que me ayudaran a planificar", admitió la joven.
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Más de un embarazo. En el 2014, no todas las madres adolescentes enfrentaban su primera gestación. En ese momento, el 30% de ellas estaba dando a luz a su segundo, tercero o incluso cuarto hijo.
A esto se le deben sumar los embarazos que no se concretaron. Por ejemplo, 705 niñas y adolescentes dijeron haber vivido al menos un aborto; incluso, para 45 de ellas se trató del segundo.
Según los expertos, en la mayoría de estos casos se trata de abortos espontáneos, pues un organismo adolescente no tiene las condiciones biológicas óptimas para llevar el crecimiento de un feto. En esa edad, ni la pelvis ni los huesos han terminado de formarse, por lo que es difícil sostener el peso del bebé por nueve meses.
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Por ello, la posibilidad de sufrir infecciones urinarias, males en los huesos, anemia e hipertensión son mayores. En las menores de 15 años la situación es peor: el riesgo de morir en el parto es cuatro veces más elevado que en las adultas.
Por otra parte, sus hijos se exponen a nacer prematuros, con bajo peso y malformaciones. Si la madre es menor de 15 años, el bebé tiene tres veces más probabilidad de morir en el primer año de vida.
Educación vital. Antezana explica que estos datos dan una guía para saber cómo actuar. Para ella, la palabra clave es "invertir".
"Hay que invertir en garantizar el acceso a educación de calidad, a salud, a construir la autoestima de los adolescentes, educar sobre anticonceptivos, pero también en fomentar las relaciones de respeto en donde no se pueden pasar por alto las decisiones de una persona si no quiere tener coito", aseguró Antezana.
Bustos coincide: "Yo tenía mucha información, pero me hacía falta malicia. Ahora tal vez no sea quien para decirle a las muchachas que no tengan relaciones sexuales, pero sí para motivarlas a que lo piensen bien y que se informen".
En quienes ya tuvieron a su hijo, la especialista señala que es vital decirles que el mundo no se acabó, darles herramientas para que continúen con el estudio y su proyecto de vida. Además se debe garantizar el cuido y la calidad de vida del bebé y, muy importante, prevenir un segundo embarazo.
"Muchas son juzgadas por sus familias y las comunidades, y es necesario que sepan dónde acudir", aseveró Antezana.
Bustos, quien ahora comparte todo el tiempo posible con Mateo, asegura que él le da las fuerzas para hacer algo más. Ella soñaba con practicar boxeo y precisamente hoy, esta joven de Santa Cruz de Guanacaste, es una de las representantes de su cantón en los juegos nacionales en esta disciplina.
"Vi que tener un bebé no era dedicarme a ser mamá y nada más, que sigo teniendo mis sueños. Pude aprender boxeo y practicarlo, y venir a San José a representar a todo un grupo de jóvenes que tienen sueños igual que yo", concluyó la joven.