¿Qué le parecería leer libros gratuitamente con la posibilidad de llevárselos hasta su casa, sin tener que devolverlos? ¿O qué tal sería ir a un parque público, descargar un texto y almacenarlo en su celular?
Tres iniciativas en varias comunidades del país permiten disfrutar de la lectura en diferentes espacios públicos, mediante la instalación de bibliotecas al aire libre.
En dos de los casos, los mismos ciudadanos las coadministran, sin necesidad de un bibliotecario: cada quien puede llevarse libros o incorporarlos para que otros los aprovechen.
Otra de ellas echa mano a la tecnología, concretamente a los celulares inteligentes, para que la población pueda acceder a la literatura digitalmente y sin necesidad de desembolsar dinero.
Libretecas
Las libretecas (cuyo término proviene de las palabras libertad y biblioteca) son un proyecto de la Municipalidad de Mora, que se basa en la instalación de una estructura rectangular que tiene impresas imágenes de diferentes libros, en los que cada uno cuenta con un código QR (código bidimensional de respuesta rápida).
Para descargar el libro, el interesado tiene que tener conexión a Internet y en la tienda de aplicaciones de su celular debe bajar un lector de este código, que es gratuito.
El paso siguiente es ingresar al lector y acercar su celular al código. Finalmente, el usuario abre el enlace que le lleva al libro.
Actualmente, hay una libreteca ubicada en el Parque Recreativo de Ciudad Colón (se colocó en marzo de este año) y próximamente se instalarán siete más en otras zonas como en el mismo parque, en el bulevar Alcides Jiménez (en Ciudad Colón), en el distrito de Tabarcia y en la comunidad El Cristóbal, también situada en Ciudad Colón. A mediano plazo se extenderán a otros distritos, indicaron en el gobierno local.
Se pretende habilitarlas en espacios recreativos y que sean concurridos por la población del cantón y, por ejemplo, si hay alguien que está haciendo fila para recibir un servicio, que tenga la alternativa de leer un libro mientras espera.
Vale la pena aclarar que el municipio escoge libros que no tengan restricciones en materia de derechos de autor.
Posteriormente, se ofrecerán otras opciones como literatura latinoamericana, literatura costarricense, géneros de terror o comedia, por ejemplo, y siempre quedarán disponibles los otros títulos que se hayan incluido previamente.
Además, en un futuro se planea hacer libretecas de obras de arte (pintura, temas de diseño), que le permitan a las personas descargar imágenes de la obra con su respectiva información.
Las estructuras de las libretecas tuvieron un costo de ¢ 2.650.000 y la impresión bimensual de los títulos tiene un costo de ¢ 250.000.
Cuatro bibliotecas libres en Cartago
Otro proyecto es encabezado por el emprendimiento social Movimiento Infinito, que se dedica al rescate de la cultura e historia en Cartago.
La instalación de bibliotecas libres -hechas de madera, perling, láminas de zinc y pintadas con coloridos dibujos- se hace en coordinación con los municipios, las comunidades y empresas privadas que patrocinen el diseño de los cajones o estructuras que albergan los escritos.
Su idea surgió desde el 2014 y actualmente existen cuatro bibliotecas: dos en el parque público de Caballo Blanco y dos en el parque de Dulce Nombre (que está frente a una escuela), ambas comunidades de Cartago.
"Son proyectos colaborativos comunales. La gente tiene libertad de llevar a la biblioteca todos los libros que tenga en su casa que ya no esté utilizando. Entonces, uno puede encontrar una diversidad demasiado grande: desde libros literarios, de cocina, hasta textos educativos. Tienen capacidad para un promedio de 30 libros por biblioteca", detalló Luis Umaña, cofundador de Movimiento Infinito.
La iniciativa recibe el apoyo de la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (Euned) y de la Biblioteca Pública de Cartago.
Según Umaña, siempre llega una temporada en la que hay más demanda que oferta, entonces cuando no tienen suficientes libros para ofrecer y ven que las bibliotecas están vacías, acuden a cualquiera de estas dos instancias para que les suministren libros.
Umaña aseguró que a través de estas bibliotecas la comunidad se ha apropiado de los parques, como verdaderos espacios públicos.
"La respuesta es increíble. A la gente le encanta estar apropiada de un proyecto. Siempre le insistimos mucho a la gente que las bibliotecas son de ellos. Entonces, todo lo que pase, bueno o malo, es responsabilidad directa de ellos. Ellos son coadministradores de las bibliotecas. Si una biblioteca se daña, los mismos vecinos buscan cómo repararla...", manifestó Umaña, quien añadió que el costo de cada biblioteca es de ¢40.000 una vez instalada.
Umaña dijo que la idea es extender el proyecto a otros cantones y que los interesados en que su localidad tenga un espacio de este tipo pueden contactarlos y así –en conjunto– gestionar el proyecto.
"Entre agosto y setiembre vamos a lanzar una campaña para recaudar fondos y lo que vamos a proponer es que la gente financie bibliotecas libres en algunas comunidades", concluyó.
En el cantón de Curridabat
La Municipalidad de Curridabat es otro gobierno local que ha instalado este tipo de bibliotecas libres, desde el 2014.
Precisamente, Movimiento Infinito se inspiró en ellas para desarrollar las propias.
De acuerdo con Yuryvannia Sancho, directora de Cultura y Deporte de la Municipalidad, en este momento tienen contabilizadas nueve bibliotecas, algunas instauradas por la Municipalidad y otras desarrolladas por los mismos pobladores.
Sus ubicaciones son: en el parque central de Curridabat, por el correo, en el estadio municipal y otra por el convento de monjas (gestionada por ellas). Asimismo: e n el parque Lomas de Ayarco en Pinares; en el Parque del Prado; en el centro de desarrollo La Cometa, ubicado en Tirrases; en Casa del Pueblo en Granadilla y en José María Zeledón, específicamente en una urbanización llamada El Hogar (gestionada por los vecinos).
"El propósito que tienen estas bibliotecas al aire libre es ser un espacio donde la ciudadanía o la comunidad pueda tener acceso a libros, sin el sistema tradicional de una biblioteca. Si yo tengo un libro que ya leí y quiero compartir con los vecinos, yo voy y lo coloco dentro de la biblioteca. Son pequeños espacios que los hemos ubicado dentro de los parques", contó Sancho.