Su perspectiva del arte cambió no solo la forma de ver la arquitectura, sino también el diseño y la decoración.
Un ataque al corazón terminó este jueves con la vida de Zaha Hadid , a los 65 años, una iraquí que rompió esquemas y fue ejemplo para que muchas mujeres en su tierra natal decidieran estudiar y desarrollarse como profesionales.
Nació en 1950, y desde principios de la década de 1980 dio de qué hablar por sus diseños premiados alrededor del mundo.
Sin embargo, su nombre cobró mayor relevancia en el 2004, tras convertirse en la primera mujer galardonada con el prestigioso premio Pritzker, considerado como el Nobel de la Arquitectura.
Para ella, las construcciones eran más que un lugar de refugio. Según Zaha Hadid, estas debían ofrecer una experiencia placentera para vivir en ellas, disfrutar del arte, trabajar o encontrarse en reuniones de amigos o de negocios.
“Sí, sí es cierto que necesitamos un lugar donde vivir, pero también se trata de tener un lugar donde las personas sientan placer; que están dentro de una obra de arte”, afirmó la arquitecta y diseñadora al diario El Mundo de España en el 2011.
Camino difícil. Abrirse paso en un campo profesional como el suyo, no le resultó nada sencillo.
Su primer edificio lo diseñó en 1994, a los 44 años, cuando el alemán Rolf Fehlbaum, el dueño de la empresa alemana de mobiliario Vitra, le dio la oportunidad de levantar la estación de bomberos de su fábrica.
Diez años después de eso, ya era mundialmente famosa y había ganado concursos en todo el orbe. Pero el camino hasta la cima fue empinado, especialmente porque se encontró en desventaja en un medio dominado por la fuerza masculina.
“Nunca seré como ellos (los hombres). No navego, soy musulmana y soy mujer”, manifestó en entrevista con El País.
Sin embargo, quienes la conocieron resaltan ese espíritu de trabajo incansable que siempre la caracterizó.
En una entrevista anterior, la arquitecta tica Rhina Portillo, quien tuvo a Hadid como tutora en sus estudios en Austria, recordó que de esta emblemática mujer aprendió a ver la construcción con ojos sociales.
“No es solo aprender cómo se construye o cómo se desarrollan proyectos, sino para qué sirve la arquitectura, pues es la gente la que usa los espacios y por eso hay que pensar a largo plazo”, subrayó Portillo en ese entonces.
La muerte de Hadid causó conmoción, pero sus creaciones en el mundo seguirán contando su historia.