Washington. Estados Unidos decidió incrementar los aranceles a productos provenientes de China valuados en $18.000 millones, enfocándose en sectores estratégicos como vehículos eléctricos, baterías, acero y minerales críticos, según informó la Casa Blanca este martes.
Según la Casa Blanca, las tarifas sobre los vehículos eléctricos aumentarán cuatro veces, pasando del 25% al 100% este año, mientras que los aranceles para los semiconductores se duplicarán, del 25% al 50%, para 2025.
El propósito de estas medidas es instar a China a “eliminar sus prácticas comerciales desleales en materia de transferencia de tecnología, propiedad intelectual e innovación”, explicó la Casa Blanca en un comunicado.
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Esta decisión se anunció tras la revisión de los aranceles impuestos durante la guerra comercial entre Washington y Pekín, durante la cual Trump estableció aranceles sobre unos $300.000 millones en bienes chinos.
El gobierno chino criticó estas medidas, señalando que “afectarán gravemente la atmósfera para la cooperación bilateral” y pidió a Estados Unidos que “rectifique de inmediato sus acciones erróneas y cancele las medidas arancelarias adicionales contra China”.
Al asumir el poder, Biden anunció que su administración revisaría los aranceles para determinar su continuidad. Sin embargo, un funcionario estadounidense destacó que los aranceles se mantienen y se agregan los $18.000 millones anunciados el martes.
Además de los vehículos eléctricos y los semiconductores, Washington triplicará los aranceles sobre algunos productos de acero y aluminio, así como sobre las baterías y piezas de baterías de iones de litio para vehículos eléctricos.
La tasa arancelaria sobre el grafito natural y algunos otros minerales críticos aumentará de cero a 25%, y la de las células solares también se duplicará de 25% al 50%.
Algunos aumentos de aranceles, como los de las baterías de iones de litio que no son para vehículos eléctricos, entrarán en vigor más tarde para permitir un período de transición para incrementar la producción nacional de baterías, afirmó un alto cargo estadounidense que pidió el anonimato.
Washington acusa a Pekín de apoyar fuertemente a sus industrias en estos sectores considerados estratégicos, con importantes subvenciones que provocan una sobreproducción que las empresas chinas venden en el mercado mundial, reventando los precios y dificultando el desarrollo de industrias competitivas.
Medidas ‘simbólicas’
Un temor compartido por la Unión Europea y otros países, como Turquía, Brasil o la India, fue destacado por un funcionario estadounidense durante una conferencia telefónica con la prensa.
La administración Biden destinó fondos masivos a áreas como la fabricación y la investigación de semiconductores, así como promovió las inversiones en energía verde.
Sin embargo, según Lael Brainard, principal asesora económica de Biden, Pekín está impulsando su crecimiento “a expensas de otros”.
En una nota, los economistas de Oxford Economics estiman que las medidas anunciadas el martes son “más simbólicas que prácticas” desde el punto de vista de la economía estadounidense y “no tendrán un impacto considerable en la inflación o el PIB estadounidenses”.
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En cualquier caso, estos aranceles pueden “fortalecer las herramientas del gobierno para acelerar la reubicación o el ‘friendshoring’ (abastecerse en países cercanos geográfica o ideológicamente) de la producción de sectores considerados estratégicos”, según Emily Benson, investigadora para el CSIS, en declaraciones a esta agencia.
“Esto es una señal para los fabricantes estadounidenses de que la administración Biden quiere proteger la industria contra los vehículos eléctricos chinos”, afirmó Paul Triolo, investigador especializado en China del grupo Albright Stonegridge, en una entrevista con esta agencia.
El verdadero impacto para las compañías estadounidenses podría provenir de los derechos de aduana aplicados a las baterías y las cadenas de suministro, “debido al dominio de las empresas chinas” en estos sectores, agregó.
Estados Unidos no teme que China tome represalias duras, aunque, según la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, es “posible”.