Con las posibilidades de salir de casa reducidas al mínimo por la emergencia con el nuevo coronavirus y la vehemente petición de guardar distancia, tener poco contacto humano y no ir a sitios concurridos que lo pongan en riesgo, vengo cargada de potentes sugerencias para que explore algunos libros imperdibles de la literatura costarricense de los últimos meses y también otros textos y narradores del panorama internacional.
¿Se le antoja? Siga leyendo que con cada libro, esto se pone mejor.
Las primeras cinco recomendaciones no tienen pérdida: son cuatro libros ganadores de premios nacionales y un best seller costarricense que ya ha estado agotado varias veces en las librerías. Las otras son sugestivas propuestas (más de cinco) de cuatro editores, escritores y especialistas para explorar en estos tiempos. Tome nota, guárdelas, búsquelas...
Las atrevidas voces trans
Atrevidas: relatos polifónicos de mujeres trans, de Camila Schumacher, es un libro de relatos que conmueve, que hace reír, que quita una venda de los ojos, que sacude... La escritora Camila Schumacher puso su pluma y oficio al servicio de las mujeres trans y les dio voz a ellas, que tienen tanto que decirle a Costa Rica de cómo las han tratado sus familias, de cómo son sueños y realidades, de cómo viven aunque muchos las quieren muertas y calladitas, de sus alegrías y tristezas. Schumacher escribe en nombre de ellas, del colectivo, y no se inventa nada: las escuchó con atención y luego les escribió aquellas historias que le contaban; son 30 de sus historias en primera persona: algunas durísimas, otras conmovedoras, otras estremecedoras..., todas tan reveladoras.
Fue en el 2015 cuando Camila comenzó a trabajar como docente en Transvida, una fundación que lucha por los derechos de las personas trans, en un proyecto para que esa población lograra seguir con sus estudios de primaria y secundaria. Poco a poco, se fue empapando de sus realidades y llegó el momento de contarlas por medio de un libro realizado con el apoyo de una beca del Colegio de Costa Rica y publicado por la Editorial Perro Azul.
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“En este texto se recupera con éxito, a través de un lenguaje diáfano y osado, voces habitualmente acalladas”, explicó en el acta el jurado del Premio Aquileo J. Echeverría en cuento. Voces que ya hacen historia.
¿En qué nos hemos convertido?
A partir de las inquietudes que le suscita la fotografía El buitre, del reconocido fotógrafo sudafricano Kevin Carter, el costarricense Guillermo Fernández escribió El ojo del mundo, un texto en que esa imagen detonará una ambiciosa ficción acerca de un periodista de un diario neoyorquino y numerosas reflexiones acerca de la humanidad. Para declararla como ganadora del Premio Aquileo J. Echeverría en novela, el jurado afirmó que El ojo del mundo, publicada por Uruk Editores, “sigue un fino hilo narrativo, profuso en los detalles esenciales sin perderse en lo tangencial y denuncia la falta de empatía implícita cuando la miseria humana es convertida en espectáculo”
“En 1993, cuando salió a la luz la fotografía del “niño y el buitre”, me sentí interrogado por esa imagen, me parece extraordinaria porque habla mucho de lo que hemos hecho con nuestro planeta y en lo que hemos convertido a la humanidad", le dijo Fernández en una entrevista a la oficina del prensa del Ministerio de Cultura. Con este, el autor completa tres galardones Aquileo J. Echeverría en diferentes ramas: el de poesía en 1997 y el de cuento en el 2014 por su libro Tu nombre será borrado del mundo.
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Es un texto repleto de ideas pertinentes. “Guillermo en este libro no solamente se nos revela como un estilista, al construir un universo narrativo preciso, justo, bien estructurado, cuidadosamente adornado por el buen gusto y la parquedad, sino que además propone escenarios que, aunque novedosos, no descuidan los viejos temas que han preocupado al hombre: el éxito, la verdad, el gesto humanitario, la necesidad de encontrar siempre a un culpable, la indispensable obsesión de la condena, el sentido de la superioridad, la importancia de los redentores frente a su posible irrelevancia”, escribió el periodista y editor Víctor Hugo Fernández en una reseña acerca de este trabajo.
El poder de la poesía de Arabella
Con el poemario Búscame en la palabra, la actriz y escritora Arabella Salaverry conquistó el premio nacional en poesía. ¿La razón? “(...) una obra hecha con un vocabulario rico y preciso, con originalidad y amplios recursos que estimulan la participación del lector mediante un texto en el que conviven la tradición literaria y la cultura popular”, aseguró el jurado del Aquileo J. Echeverría.
Es un galardón a un viaje poético que ha durado cinco décadas. A Salaverry la encontramos en escena siendo otras y la hallamos en la palabra siendo ella. Búscame en la palabra es una antología que reúne 50 años de trabajo y nueve poemarios publicados.
Es “un tránsito que va desde la poesía ontológica hasta la poesía erótica, pasando por la poesía social”, le contó esta mujer de 73 años a Carolina Arias, de la EUNED, sello que publicó este trabajo.
A continuación, uno de los poemas de la autora de Arborescencias, Breviario del deseo esquivo, Chicas malas y Violenta piel:
Credo (1999)
La emoción es solo
un recuerdo del recuerdo
estar vivo es un espejo de todos los momentos
en que estuvimos muertos
hablar es hacer un estallido de silencios
desear es la paz que no ha existido
un murmullo el sonido del mar
el calor es dolor de piel y frío
fuego hielo intensidad que quiebra las alas de los pájaros
amar es el retrato inconcluso y perfecto de uno mismo
crear volver a nacer en el misterio
despegar repartir montones de silencios
acompañar es negar la mano que nos forma
morir es nacer a otra forma que nunca nos contiene
eternidad instante de un relámpago
el parto un largo aullido ante la vida
regresar es acabar lo detenido
remontarse es bajar a los silencios
hacer es ir llenando de luz
los agujeros de la vida
El drama de la migración
Déjennos pasar es un ensayo de Guillermo Acuña, publicado por la editorial Amargord Ediciones Centroamérica, que explora una problemática compleja, llena de dolor, sueños truncados e impotencia: la migración.
Un tema duro y profundamente actual en nuestra región y en todo el mundo en la que Acuña hace “una aportación genuina y bien razonada sobre el fenómeno de las migraciones”, explicó en el acta el jurado que le otorgó el Premio Aquileo J Echeverría en esta rama. Historia, crónica, poesía, crudas verdades y personajes se hilan en las páginas de esta obra.
“La actualidad es movediza y el horizonte ha borrado la esperanza para muchos, por ello la fuerza de este ensayo y su estructura potable, acompañado de crónicas y poemas que sacan las lágrimas y hacen arañar el aire. Duelen los niños con sus sueños cortados; las mujeres que abandonan sus hogares para derramarse en la incertidumbre; los hombres sumidos en la impotencia y la sed de los días”, explicó su editorial en su página de Facebook.
1919, cuando cayó la dictadura de los Tinoco
El año de la ira, novela del escritor costarricense Carlos Cortés, se convirtió en un best seller nacional que se ha agotado en dos ocasiones en las tiendas de la Librería Internacional (ahora, hay nuevos ejemplares a la venta) y en un tema de conversación muy rico. Precisamente en el 2019, cuando se cumplieron los 100 años de la caída de la dictadura de los Tinoco en Costa Rica, el autor de Cruz de olvido y Largo viaje hacia mi madre publicó, con la editorial Alfaguara, un texto sobre el asesinato del general José Joaquín Tinoco, los sangrientos hechos que marcaron el paso del tirano Federico Tinoco por el poder, las víctimas que fueron cruelmente asesinadas y los olvidos alrededor de aquella época.
"Todo lo que se narra en El año de la ira está estrictamente documentado y es “verdadero” en el plano de la veracidad factual, en un estricto apego a los hechos. (...) En ese sentido, yo no inventé nada. Por eso también es una novela de no ficción o de ficción real, pero no quise llamarla de ese modo porque no es estrictamente una crónica y me permito numerosas libertades estilísticas y estructurales en el orden del relato”, contó Cortés en noviembre.
Es un texto fascinante en que la historia que ya conocemos se va abriendo en muchas aristas, escenarios y personajes para revelarnos una Costa Rica que siempre ha estado allí, pero a veces no queremos ver.
Las recomendaciones de los editores
Una novela excepcional y una gran narradora
Gustavo Solórzano-Alfaro (gustavosolorzano9@gmail.com), escritor y editor:
Aleksy es un pintor que sufre un bloqueo artístico. Como terapia, su psiquiatra le recomienda revivir el último verano que pasó con su madre en un pueblo francés. De este modo, asistimos a un relato en el que el rencor y el rechazo se van transformando, y en el que las preguntas pendientes empiezan a tener sentido. El verano que mi madre tuvo los ojos verdes (Impedimenta, 2019), de la rumana Tatiana Ţîbuleac (Moldavia, 1978), es un relato sobre el amor, la pérdida y el perdón. La crudeza y la contundencia de su prosa, que describe la dolorosa relación maternofilial entre Aleksy y su madre, se reconcilia con un lirismo inusitado: “Los ojos de mi madre eran campos de tallos rotos // Los ojos de mi madre eran cicatrices en el rostro del verano // Los ojos de mi madre eran brotes a la espera”. Una novela excepcional, única en el panorama narrativo contemporáneo.
Debido a la guerra, los gemelos Claus y Lucas son puestos al cuidado de su abuela, una mujer terrible: “Nosotros la llamamos abuela. La gente la llama la Bruja. Ella nos llama ‘hijos de perra’”. Enfrentados a un mundo cruel y violento, desarrollarán una inteligencia superior y malévola, única herramienta para sobrevivir. La trilogía Claus y Lucas (Libros del Asteroide, 2019), de Agota Cristof (Hungría, 1935-Suiza, 2011) es un gancho directo al hígado. La narración es ágil, veloz. Parece un cuento infantil de terror. Y bueno, lo es. La prosa es fulminante, el fraseo, acerado. El universo que nos muestra el relato desconcierta y seduce por partes iguales. El estoicismo de los protagonistas desnuda una crueldad atávica, pero el relato también funciona como una teoría de la creación literaria, en medio de las circunstancia más desoladoras. No me cabe duda de que Cristof es una de las mejores narradoras de reciente memoria.
Nueva vida a un relato de Carmen Lyra
Marianela Camacho (produccion@editorialcostarica.com), editora:
El cuento Estefanía de Carmen Lyra fue publicado originalmente en 1931; ahora la Editorial Costa Rica lo retoma como parte de su Colección Figueroa y lo publica con ilustraciones de la artista plástica Roxana Brizuela, las cuales le dan una nueva vida al texto como narración gráfica, con un relato que vibra en cada una de sus páginas: muestra el camino de marginación y abuso sufrido por su protagonista Estefanía, y por muchas otras mujeres.
En la Colección Figueroa también se publican -en ediciones ilustradas por artistas costarricenses (Vicky Ramos, Ruth Angulo, Alberto Tenorio, Beatriz Rivera)- algunos libros clásicos de la literatura nacional, como es el caso de los cuentos Un regalo de Yolanda Oreamuno, Para justicias, el tiempo de Magón (Manuel González), La bruja de Miramar de Carlos Gagini, así como la novela corta Lázaro de Betania de Roberto Brenes Mesén.
El significado de mirar y el universo de Levrero
Gustavo Quirós, de la librería en línea y blog literario Samoa:
En El trabajo de los ojos, de Mercedes Halfon, la narradora parte de sus problemas oculares para explorar una pregunta que rodea todo el libro: ¿qué significa mirar? Hábilmente desplazándose de un género literario a otro, este bello libro nunca pierde el mérito de ser un extraño objeto.
Recomiendo también los Cuentos completos, de Mario Levrero. Digámoslo claro: cuando se entra al universo levreriano y se leen cuentos como La máquina de pensar en Gladys o La calle de los mendigos ya no hay vuelta atrás.
Una novela polémica, dos poemarios y un libro de crónica
Emilia Fallas (fmconsultoressa@gmail.com), directora editorial de Letra Maya:
Quisiera recomendar la novela La quinta estación, de Pedro Ángel Palou, autor mexicano y representante de “la generación del crack”. Es una novela que entra en temas muy polémicos como el incesto o la mentira, a partir de un manejo excepcional de la psiquis y emociones de los personajes, con una narrativa a veces algo perversa que contagia y provoca también el juego mental y los sentidos de los lectores. Además, con una construcción literaria y estilística muy bien elaborada, que nunca aburre al lector.
Para los amantes de la poesía, recomiendo dos poemarios: Canción negra para niñas de cuna, de Nancy Banard, e Itinerario del cimarrón, de Carlos Morera Beita, ambos con abordajes, aunque distintos, de temas escritos desde la esencia afrocaribeña. En el caso del poemario de Banard, hay una hablante femenina afrocaribeña, que absorbe y recoge el cúmulo de mitos ancestrales que se va convirtiendo en un juego sincrético: el mito de muchas culturas y creencias convergen en una serie de canciones. En el caso de Morera, juega con el viaje que viene desde las raíces culturales: el desplazamiento, el éxodo que recorre los espacios geográficos, las culturas, la historia y el intimismo.
Y para quienes gustan de la crónica recomiendo Zona de obras, de Leila Guerreiro, periodista argentina, quien concibe la crónica como “una forma de arte”, y lo demuestra con una expresión hermosa, sensible y muy humana de escribir crónica.