¿Qué es la pintura histórica?
Previo al perfeccionamiento de las tecnologías para la captura de imágenes que, a partir de la primera mitad del siglo XIX derivaron en la invención y difusión de la fotografía, la pintura histórica se consideraba como el “gran arte” pictórico. Dicho género se caracterizó por la representación de ciertos acontecimientos históricos, narraciones literarias, mitológicas o bíblicas, ejecutados al óleo sobre lienzos de gran formato, mediante composiciones figurativas, conforme ciertos cánones estéticos humanistas clásicos, legados del Renacimiento europeo, instaurados desde los siglos XV y XVI.
La ejecución de la pintura histórica estuvo reservada para los grandes maestros de las artes visuales, dado que tales creaciones fueron concebidas para su exposición en espacios públicos o privados, asociados con el poder político –iglesias, edificios de gobierno, residencias de jerarcas (monarcas o seculares), entre otras–. Desde finales del XVIII e inicios del XIX, la pintura histórica fue retomada por las autoridades gubernamentales burguesas, posterior a las revoluciones políticas que derivaron en la constitución de los Estados nacionales modernos, tanto en Europa como en los Estados Unidos.
En Hispanoamérica, la pintura histórica se posicionó formalmente desde la segunda mitad del siglo XIX, posterior a los procesos de independencia y conformación de los Estados, manifiestos desde las primeras décadas de la mencionada centuria. Por consiguiente, tales representaciones pictóricas, fueron orientadas hacia la afirmación de imaginarios nacionalistas, vinculados con las elites gobernantes.
La exaltación de ciertas figuras históricas mediante narrativas o alegorías heroicas, reprodujeron en el subcontinente los cánones estéticos y compositivos, vigentes durante la época en Europa. En primera instancia, tales obras fueron ejecutadas por artistas extranjeros, quienes gradualmente fueron dando cabida a creadores visuales locales, con formación académica en Europa, o aprendices de los maestros extranjeros establecidos en nuestros nacientes países.
Imprenta y hechos militares. Orígenes de la pintura histórica en Costa Rica, 1830-1896
Aunque la tradición de la pintura histórica en Costa Rica fue poco desarrollada, sus orígenes se asocian con la importación de la primera imprenta al país, por iniciativa del empresario josefino Miguel de Jesús Carranza Fernández (1778-1843), quien en 1830 estableció la Imprenta La Paz.
Pese al tardío arribo de esta tecnología, en comparación con capitales coloniales como México, Lima (Perú) y Guatemala, fue el medio a través del cual se divulgaron los primeros textos e imágenes que describieron la Costa Rica de la primera mitad del siglo XIX.
Otro antecedente fue la compilación del Álbum de José María Figueroa Oreamuno (1820-1900), que incluye anotaciones, mapas, dibujos e impresos que relatan la historia nacional, desde la época colonial hasta 1900.
Los primeros trazos de la pintura histórica en el país, se inspiraron en acontecimientos políticos y militares de la segunda mitad del siglo XIX. Así, en 1862 el artista visual italiano Lorenzo Fortino (1829-1875) ejecutó, por encargo del –entonces– general Máximo Blanco Rodríguez, cuatro pinturas al óleo sobre las acciones del Ejército costarricense para frustrar el arribo del expresidente Juan Rafael Mora Porras a Puntarenas, durante setiembre de 1860.
Posterior a las tensiones políticas en dicha década, a partir de 1870, las personas intelectuales afines con los gobiernos liberales, recuperaron la memoria de los hechos y personajes de la Guerra de 1856-1857, como sustento de las identidades nacionales.
En dicho contexto, en 1888, el arzobispo de San José, Monseñor Bernardo Augusto Thiel, encomendó al artista visual nicaragüense Toribio Jerez Tellería (1821-1896) la ejecución de tres cuadros inspirados en acciones determinantes del Ejército costarricense, que coadyuvaron a la rendición de William Walker, el 1.° de mayo de 1857. Las escenas de la Batalla de Santa Rosa (20 de marzo de 1856), Punta de Castilla (diciembre de 1856) y Fuerte de San Carlos (enero de 1857) son resguardadas por la Arquidiócesis de San José, y fueron reproducidas por Lilly Artavia Bolandi (1901-1982), para el primer Museo Histórico Juan Santamaría, creado en 1931 por el Instituto de Alajuela.
Durante la década de 1890, las memorias oficiales de la Campaña Nacional de 1856-1857 se afirmaron mediante estatuaria pública, forjadas en bronce por maestros escultores parisinos como Aristide Onésime Croisy (1840-1899) y Louis-Robert Carrier-Belleuse (1848-1913).
Las esculturas de Juan Santamaría en Alajuela y el Monumento Nacional en San José fueron develadas durante las conmemoraciones del 15 de setiembre de 1891 y 1895, respectivamente, como evidencia del vínculo construido entre la guerra contra los filibusteros y los orígenes históricos de la independencia patria.
En 1896, Enrique Echandi Montero (1866-1959) ejecutó La quema del mesón, considerada la obra cumbre de la pintura histórica costarricense. El artista nacional plasmó en un óleo de gran formato, la figura del héroe Juan Santamaría, ataviado con indumentaria militar de finales del siglo XIX, en una composición que predominan los colores blanco azul y rojo, en alusión a la bandera costarricense.
La recepción de la obra por la crítica de la época fue diversa, razón por la cual fue apreciada hasta tiempo después. Fue custodiada por el Instituto de Alajuela hasta finales de la década de 1970 y trasladada a la sede del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (MHCJS) en 1980, en la antigua Cárcel de la ciudad.
Paisaje rural, muralismo y políticas culturales 1897-1999
A partir de la apertura del Teatro Nacional y la Escuela de Bellas Artes en 1897 comenzó un período en que las creaciones artísticas visuales inspiradas en hechos políticos y militares fueron relevadas por alegorías y paisajes rurales. Dicha tendencia se evidenció entre 1928 y 1937, en el marco de las Exposiciones Nacionales de Artes Plásticas, auspiciadas por el Diario de Costa Rica en el Teatro Nacional.
Sin embargo, entre 1938 y 1940, durante la construcción del Aeropuerto de La Sabana, las representaciones artísticas sobre temas históricas volvieron a asomarse en el Salón Dorado, encomendado al orfebre francés Louis Féron Parizot (1901-1998) para la recepción de delegaciones diplomáticas en la terminal aérea.
Posterior a la Guerra Civil de 1948, producto de las transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales que conllevó, se puso de manifiesto una breve, pero significativa influencia del muralismo mexicano en la plástica nacional. Edificios públicos como la Casa Presidencial, sucursales bancarias y el Aeropuerto El Coco en Alajuela (hoy Aeropuerto Internacional Juan Santamaría), entre otros, fueron ornamentados por creaciones visuales de gran formato, inspiradas en las nociones del Estado socialdemócrata. Obras como las de Francisco Amighetti (1907-1998) y de Ranucci Gagliardi (1925-2017) ponen de manifiesto los ideales de desarrollo económico de la época, mediante la tecnificación agrícola e industrial, sustentada por hechos y personajes históricos de siglos anteriores.
Posterior a la creación del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes en 1971, el Estado costarricense asumió la formulación y validación de políticas culturales, que fomentaron el crecimiento de las colecciones de artes visuales en propiedad de las instituciones públicas.
Desde entonces, la producción plástica academicista privilegió creaciones vanguardistas como el arte abstracto, pero también surgieron expresiones de arte naíf, como las obras en gran formato de Óscar Vargas González, ejecutadas entre 1981 y 1982 para el MHCJS, inspiradas en hechos históricos como la Batalla de Rivas del 11 de abril de 1859, la toma del “Castillo Viejo” y la rendición de William Walker en 1857. Tales creaciones fueron adquiridas por la institución en la década de 1990.
Conmemoraciones históricas en el siglo XXI
La primera década del presente siglo se caracterizó por constantes manifestaciones ciudadanas contra ciertas medidas gubernamentales de reformas institucionales, tal es el caso del “Combo ICE” de 2000 y el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y los Estados Unidos (TLC) entre 2003 y 2007. Dicho contexto coincidió con la conmemoración del 150.° aniversario de la Campaña Nacional de 1856-1857, la cual fue apropiada por los sectores opositores al TLC, en detrimento de las memorias oficiales y actos públicos, gestados por el gobierno de Óscar Arias Sánchez (2006-2010).
No obstante, dicha efeméride fue visibilizada por instituciones académicas y educativas como la Universidad de Costa Rica (UCR), Universidad Estatal a Distancia (UNED) y el Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes (Colypro), mediante ediciones especiales de sus sellos editoriales y producciones audiovisuales. Entre tales materiales educativos, destacó el trabajo del artista visual alajuelense Carlos Aguilar Durán (nacido en 1953), quien ilustró diversas escenas de dicho proceso histórico, a partir del estudio de diversas fuentes orales, documentales y visuales, así como de su propia inspiración.
Entre 2010 y 2014, durante el gobierno de Laura Chinchilla Miranda, las conmemoraciones nacionales en torno a la memoria de los personajes de la Guerra de 1856-1857 volvió a tener un sitio privilegiado en homenajes y edificios públicos. Por ejemplo, en el despacho presidencial se colocaron los retratos de Juan Rafael Mora y Francisca Carrasco, ambos ejecutados por Gonzalo Morales Sáurez (1946-2017).
En 2010 se reconoció a Juan Rafael Mora como Héroe Nacional y Libertador de América, en el 150.° aniversario de su fusilamiento, y se decretó la conmemoración de la Semana Morista en Puntarenas. También, a la trocha fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua, construida entre 2011 y 2013, se le llamó Ruta 1856 o Juan Rafael Mora Porras.
En 2012, la oficina de la Presidencia Legislativa –en el antiguo edificio– se denominó Francisca Carrasco Jiménez y a esa mujer se le otorgó el título de Defensora de las Libertades Patrias. En 2013, se ratificó a Nicolás Aguilar Murillo como Héroe Nacional de la Batalla de la Trinidad, y en 2015 la Universidad Técnica Nacional (UTN), creada dos años antes, se declaró como “Universidad morista”.
Sin embargo, el clímax de estas memorias de los héroes y heroínas de 1856-1857 fue en 2014, cuando se conmemoró el bicentenario del nacimiento de Juan Rafael Mora. Esta efeméride fue encomendada a una comisión de ciudadanos ilustres que, en 2015, integraron la Academia Morista Costarricense.
Manuel Carranza Vargas y la pintura histórica en Costa Rica
Manuel Carranza Vargas (1952-2021) fue un abogado de profesión que, desde su retiro en 2010, retomó su interés por las artes visuales, razón por la cual matriculó en varios cursos libres en la UCR y la Casa del Artista para mejorar sus técnicas.
Sus primeras obras se inspiran en paisajes costumbristas, pero desde 2014 incursionó en la representación de temáticas históricas. Sus primeras obras de esta naturaleza llamaron la atención, debido a que representó a personajes de la Campaña Nacional de 1856-1857, luciendo indumentarias militares, contrario a la tradición del retrato político costarricense, donde predominan los personajes ataviados como civiles.
Entre 2015 y 2021, Carranza produjo cerca de 30 obras pictóricas, inspiradas en temas históricos, sustentadas mediante rigurosas investigaciones documentales, bibliográficas y de fuentes visuales.
Dicho ejercicio convierte a la producción artística de Carranza en una fuente de consulta en sí misma, como recurso didáctico, para la enseñanza de la historia nacional y la educación cívica.
Otro mérito de su corta, pero prolija carrera, fue el representar, por primera vez en la historia de la plástica costarricense, escenas del período colonial o la independencia, temática que ahondó entre 2020 y 2021, previo a la conmemoración del Bicentenario de las Independencias del istmo.
El legado de Manuel Carranza disponible para el público
El Museo Histórico Juan Santamaría, en Alajuela, presenta la exposición Manuel Carranza Vargas: Su legado a la pintura histórica costarricense.
Se trata de una exhibición de 32 obras del artista visual que estará abierta al público hasta el 18 de mayo. La muestra cuenta con declaratoria de interés educativo del Ministerio de Educación Pública.
El Museo Juan Santamaría está ubicado frente al costado norte del Parque Central de Alajuela. Abre de martes a domingo, de 9 a. m. a 5 p. m., y la entrada es gratuita.