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Centro de Cine presenta ‘Colorful’, película sobre el drama del suicidio en Japón

Como parte del ciclo Préambulo, se expone la realidad a la que se enfrentan miles de adolescentes japoneses. Función será el domingo 21, a las 4 p. m.

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Una escena de la película 'Colorful' (2010), dirigida por Keiichi Hara. Aquí están Makoto Kobayashi y Saotome. Foto: Cortesía de Preámbulo.

La animación japonesa tiene un siglo de historia, en el cual han abundado las series y películas de corte cómico, fantástico, de ciencia ficción, horror y hasta erótico; sin embargo, es poco frecuente ver anime que se enfoca en el drama de manera realista.

Notables excepciones son Gen pies descalzos (Mori Masaki, 1983) o La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1988). También se pueden mencionar las series Heidi (1974) o Marco (1976), ambas dirigidas por Takahata. Sin embargo, lo usual es que los protagonistas tengan alguna característica fantástica o el abordaje de la historia sea no realista.

Ghibli, estudio de anime más famoso y con mayor proyección en Occidente, no escapa de esta práctica. La casi totalidad de la obra de Hayao Miyazaki aborda temas épicos, fabulados, de carácter ecologista y animista; en sus filmes existe una infinidad de seres fantásticos con poderes, salvo su último filme: El viento se levanta (2013), película semihistórica.

La otra gran cabeza creativa en Ghibli, Takahata, como ya se mencionó, suele hacer filmes más realistas a los antes citados; cabe mencionar Recuerdos del ayer (1991), hermosa historia sobre una mujer que hace una evaluación de su vida cuando se acerca a los 30 años.

Este fue el único filme de Ghibli que no entró en el contrato de adquisición de derechos de distribución por parte de Disney, precisamente porque Takahata temía que convirtieran a la protagonista en algo diferente a lo que él escribió.

Con el inicio de siglo fueron apareciendo directores con otra visión, que buscaban contar historias más profundas y con un tono dramático más cercano a la cotidianidad, el más importante de ellos fue Satoshi Kon, cuya obra explora los dilemas existenciales de personajes que no son los típicos del anime.

Otros directores que han recibido importantes reconocimientos son Mamoru Hosoda, cuyos filmes se centran en la importancia de la familia y la dinámica de esta al enfrentar dificultades; Makoto Shinkai, quien prefiere temas relacionados con la permanencia de los sentimientos a través del tiempo, y Keiichi Hara, centrado en historias en el ámbito familiar y que muestran aspectos más oscuros y controversiales de la sociedad japonesa.

De estos tres directores, Hara es quien desarrolla argumentos más cercanos a la cotidianidad y, por lo tanto, que se aproximan más al cine de Satoshi Kon.

Hosoda mezcla personas con seres antropomórficos como metáfora de los cambios significativos en los personajes, mientras que Shinkai parte de argumentos fantásticos para explorar situaciones límite en sus protagonistas.

Lo que sí comparten los tres es el dibujo realista y detallado del Japón contemporáneo.

Para Daniel Josephy, especialista en estudios de traducción y animación japonesa, el cine de Hara se distancia de los “productos superfluos llenos de estereotipos de género y nos muestra a personajes diferentes, multifacéticos, que tienen fortalezas y debilidades. Hara, al ser un director que ha sufrido de depresión por muchos años, nos muestra una visión diferente del mundo, una más oscura, pero en la que al final el personaje logra salir adelante”.

En sus ensayos sobre Hiroshima, el Nobel de Literatura, Kenzaburo Oé, reflexionaba sobre los suicidios entre los sobrevivientes al ataque nuclear. Para el escritor, un aspecto fundamental era que el japonés no tenía una religión cristiana como base de su sistema de valores, ya que le era inconcebible pensar en una persona que, tras el trauma de la bomba, la culpa por haber sobrevivido y el dolor de las afectaciones, tuviera además culpa por quitarse la vida.

Esa particularidad ha acompañado al japonés desde el período medieval, en el que el suicidio era considerado un acto de valor y honor para la clase samurái; luego fue adoptada por otras clases hasta su prohibición en 1873. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, los militares nipones volvieron a referirse al harakiri como un fin noble.

Con la industrialización voraz, el rápido ascenso del país como potencia económica mundial y la tecnificación a gran escala, los estándares de excelencia son muy altos. La presión por alcanzar el éxito es uno de los mayores causantes actuales de suicidio: de acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud, un promedio de 70 personas se suicidaba por día en Japón en el 2014.

En ese contexto, la novelista Eto Mori escribe en 1999 Colorful, libro que sería adaptado al cine por Keiichi Hara en el 2010. La historia trata sobre un chico que intentó suicidarse y la misión que tiene es recobrar la memoria de lo acontecido.

Al respecto del filme, el realizador comentó: en el pasado, “los japoneses se sentían más cerca de los muertos. Era normal hablar con los muertos desde el corazón. Esta consciencia se ha perdido en el Japón contemporáneo”.

Acá se mezcla la tradición budista para entender el tránsito de las almas y entrar al ciclo de reencarnación, con las causas que llevan a Makoto, protagonista, a suicidarse: es víctima de bullying, no tiene amigos, se entera que su madre tiene un amante y que la muchacha que le gusta se prostituye para comprarse ropa y accesorios.

El comienzo del filme es revelador para entender la postura existencial de la obra: un pequeño foco de luz resalta en el encuadre negro, unas manchas grisáceas, a modo de neblina, son lo único que decora la escena mientras se escuchan unos pasos. Hay un cambio de plano para mostrar una pantalla negra con la frase: “Supongo que estoy muerto”. La secuencia sigue desde el plano subjetivo, sin voz en off, sin darle pista al espectador de quién es el personaje, hasta que aparece un niño que responde las preguntas que se leen en el encuadre.

Foto: Cortesía de Preámbulo.

Esta subjetividad para comenzar una película es poco habitual en el cine. Se arriesga al desubicar al espectador, al colocarlo en el drama como si lo estuviera experimentando, pero sin explicar el contexto. La efectividad de este recurso en Colorful permite que, de ahí en adelante, tanto quien ve el filme como Makoto traten de entender las razones que lo llevaron a intentar suicidarse.

En ese proceso se comprende la afectada dinámica familiar en la que vivía Makoto y cómo sus padres y hermano tratan de estar más presentes para él. También se evidencia la importancia de tener una red de amigos que sirvan como “sostén” emocional para cuando la persona está deprimida; así, Makoto encuentra en Saotome a aquel amigo anhelado, con quien puede compartir cosas triviales, pero que le generan un sentido de pertenencia.

Acerca de la importancia de este filme, Daniel Josephy asegura: la “enorme sensibilidad con que cuenta los problemas que afecta a la sociedad japonesa. Hara muestra el ijime (bullying) que muchos adolescentes sufren de manera constante en Japón, esto nos ayuda a comprender que Japón, lejos de ser un país perfecto, tiene muchos problemas de fondo en su cultura que no se han resuelto”.

Sobresale la paleta de colores de Colorful. Hara utiliza el color para expresar los estados emocionales de Makoto, pasando de tonos opacos y grisáceos en sus momentos más depresivos a un colorido, como lo expresa el título del filme, en los momentos en que va mejorando su autoestima. Josephy resalta: “Hara es un maestro en utilizar los colores para convenir sentimientos en situaciones específicas”.

Colorful cuenta con un director de fotografía, Koichi Yanai, y un director de arte, Takashi Nakamura, aspecto poco común en la animación tradicional. Ellos se encargaron de que, visualmente, el filme tuviera realismo, incluso fotografiaron locaciones reales que fueron usadas por el director de animación, Masahiro Sâto.

Los detalles realistas convierten a Colorful en un documento visual valioso para comprender la hermética sociedad japonesa contemporánea, en especial, la presión que tienen los jóvenes para sobresalir en uno de los países más poblados del mundo, con altos estándares de exigencia y con una cultura laboral muy demandante.

Este domingo 21, Preámbulo presentará Colorful a las 4 p. m. en el Centro de Cine, ubicado detrás del Instituto Nacional de Seguros en San José. La entrada es gratuita.

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