Luego de semanas de zozobra y dimes y diretes en medios y redes sociales, el bar y restaurante Chelles, ubicado en la avenida central y calle 9, cerró sus puertas la noche de este sábado 8 de febrero.
Con más de un siglo de historia entre sus paredes, se fue sin hacer escándalo, sin que muchos se dieran cuenta y, en sus últimos días, llegaron sus más fieles clientes por el último brindis, el último sándwich o la última conversada bajo su techo.
En esa esquina, Chelles se volvió un ícono de la ciudad de San José: fue, sobre todo, un importante punto de encuentro para artistas, escritores y personajes de la vida bohemia, un sitio donde se contaban historias y se generaban historias en su horario de 24 horas los siete días de la semana, y el último representante de la arquitectura criolla en esa arteria capitalina.
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Aquel negocio fundado por míster Chase ha afrontado durante su historia los cambios de San José, cambios de administraciones y hasta un incendio, que dañó la segunda planta.
Mientras sacaban algunas cosas del local que administraba, Eida Torres explicó que el negocio “venía para atrás, para atrás” desde hace tiempo, pero en especial desde hace un año y que la gente prefería pasar rápido por San José y buscar sitios más seguros. Además de la baja en las ventas, le comentó a La Nación que el alquiler (unos ¢5 millones) y otros gastos de operación eran muy altos.
“Ayudó mucho que la Policía Municipal andaba bajando placas por parquear aquí. (...) Y mentiras que eran los precios; me he comido un casado en un sodita por allá perdida al mismo precio que el nuestro; además hicimos promociones, pusimos vallas y rótulos y no hubo forma. Nada funcionó”, explicó Torres, quien laboró en el sitio por casi tres décadas.
En Chelles trabajaban 11 personas. Torres cuenta que les gustaría “no desaparecer”, así que quizá en un futuro vuelvan con un negocio similar pero en un lugar con más comodidades.
La primera noticia de este cierre la dio el periodista Carlos Fernández, director del programa de radio Charlemos en diciembre. Desde entonces, la gente comenzó a preguntar por la verdad de aquella afirmación. La administración prefería responder que aún estaban viendo qué hacían y que no sabían cuándo se iban a ir; sin embargo, el cierre era ya inminente.
“Han sido meses muy difíciles”, aseguraron tres de los empleados del lugar.
Desde hace días, algunos de los asiduos comensales del lugar asistieron para despedirse. El sábado, por ejemplo, el artista Carlos Tapia, la diseñadora Yara Mourelo y el fotógrafo Eugenio García llegaron por “el zarpe” en Chelles.
“Nosotros fuimos porque somos amantes de San José, de las tradiciones y de los que nos causa un golpe a la consciencia, a la memoria... Siempre estamos tratando de rescatar lo que nos ha marcado con un poco de historia”, aseguró Yara.
Luego de la visita, García publicó una imagen y reflexión en Facebook. “Chelles no era el lugar más bonito, ni el más glamoroso, ni el más limpio, pero sí el más tradicional, antiguo y bohemio: Inaugurado en 1909 este año habría cumplido 111 años. Pero no le dio más la cuerda. Así que se murió como se murió la Soda Palace, o la Librería Lehmann en el edificio antiguo... Y se murió en la casi absoluta indiferencia”, se lee en un fragmento del texto.
En la última noche hubo una larga mesa para atender a un grupo de turistas que llegó al lugar, contó Maurelo.
Al final, los empleados se llevaron todo y hasta sacaron el rótulo de madera en que se leía “Chelles 1909”. Cerró Chelles y reina el silencio.