En Costa Rica, el paisaje −especialmente, el rural− ha tenido un fuerte arraigo en la creación plástica. Este tema ha sido estudiado con mayor énfasis a partir de las obras de los artistas de la generación de 1930.
La representación paisajística anterior a dicha época se ha investigado poco, por lo cual se pretendió retroceder en el tiempo para examinar los aportes de los creadores plásticos que le precedieron en el desarrollo de dicha temática. Entre estos, se encuentran Enrique Echandi (1866-1959), Ezequiel Jiménez (1869-1957), Tomás Povedano (1857-1943), Emilio Span (1869-1944) y Alexander Bierig (1884-1963), quienes plasmaron el paisaje urbano, rural y semirural entre 1890 y 1950.
La vida cotidiana de los cinco artistas se desenvolvió en la incipiente urbe de San José, rodeada de cafetales y potreros. Aunque podían recorrer cortas distancias y relativamente pronto tenían acceso a un paisaje campestre, no se conformaron con esto y se alejaron a parajes más lejanos. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo lograron desplazarse hasta lugares tan remotos para la época?
Progreso y transporte
Dentro del concepto de progreso de los liberales de finales del siglo XIX, junto con la mayor activación del mercado exterior −a partir de la tercera década del siglo XIX−, aumentó la necesidad de mejorar las vías terrestres para trasladar la creciente producción de café y, luego, de banano. La consecuencia inicial consistió en la construcción del camino de carretas del Valle Central al puerto de Puntarenas −en la década de 1840− y de los ferrocarriles al Atlántico −entre 1870 y 1890− y al Pacífico, entre 1898 y 1910.
En el periodo de 1870 a 1920, los caminos se extendieron por el Valle Central y se inició la construcción de más de estos fuera de dicha zona. Hasta el final de esta etapa, el principal camino carretero fue la Carretera Nacional de Cartago y San José a Puntarenas. El Ferrocarril al Pacífico integró la región costera de Puntarenas, pues estableció un enlace con el Valle Central. Además, favoreció la colonización de la península de Nicoya, donde ya se contaba con un servicio de cabotaje de vapores, el cual permitía el traslado de pasajeros y de bienes desde y hacia dicho lugar.
Entre 1920 y 1970, aumentó la ocupación del territorio nacional. En esta expansión, la red de transportes facilitó dicho proceso; para esto, se debió extender hacia nuevas zonas de colonización y se requirió mejorar significativamente las vías existentes en 1920. La prioridad se le dio a la construcción de caminos y puentes.
En síntesis, las mejoras en los servicios de transporte tuvieron un impacto indudable en la economía del país, pero también se alcanzaron beneficios sociales y culturales, específicamente en el campo artístico con el estímulo a una temática determinada: el paisaje.
La infraestructura de transporte: un medio para descubrir paisajes diversos
A medida que se desarrollaba un sistema de transportes, los artistas pudieron desplazarse en condiciones más idóneas y −en algunos casos− más cómodas, con un poco de mayor rapidez, y llegar a lugares más distantes en relación con la capital josefina.
Durante la administración de Julio Acosta (1920-1924), se incrementó el uso de macadam para una ruta como San José-Desamparados. Además, se construyeron nuevos trayectos, tal es el caso de Pavas-Escazú y Aserrí-Tarbaca. Esto debió facilitar el desplazamiento para pintar escenarios naturales de Desamparados, Aserrí y Escazú. En la tercera administración de Ricardo Jiménez Oreamuno (1932-1936), se construyeron vías con buenos pavimentos, por ejemplo, la de San José-Escazú-Santa Ana. Así, debió ser relativamente sencillo dirigirse a Escazú y pintar paisajes de la zona.
Pareciera que los artistas casi no siguieron la ruta hacia Limón para buscar temas paisajísticos, pues debió interferir el clima de la región y la distancia. Cabe considerar que dichas dificultades, motivaron a los artistas a dirigirse hacia Puntarenas −en mayor medida− y a Guanacaste.
Entre 1906 y 1907, se decidió hacer un ramal ferroviario para unir la vía existente en la estación de Ciruelas con la ciudad de Alajuela. En la administración de Cleto González Víquez (1906-1910), se terminó el trecho que faltaba para llegar a Puntarenas. Este recorrido salía de Orotina, pasaba por la costa de Caldera, donde se rodeaba la Roca de Carballo, luego, cruzaba el río Barranca a través de un puente y, finalmente, alcanzaba la vía ya construida a la altura de El Roble. Si se sigue esta ruta del ferrocarril, se puede apreciar cómo algunos de los paisajes de ese recorrido fueron plasmados por los artistas.
En cuanto a Puntarenas, hay diversas referencias pictóricas, así como representaciones marítimas sin título, las cuales son de esta zona o de Guanacaste. En otras palabras, debieron tener acceso a estos entornos gracias al ferrocarril y a otros medios terrestres y marítimos para visitarlos.
De esta misma forma, debió ocurrir con la posibilidad de llegar a Guanacaste y a la península de Nicoya. Entre 1905 y 1910, mejoró la red vial que conducía a pasajeros y productos, provenientes de Puntarenas, al interior de la península. Así, se abrieron caminos que conducían de los pequeños puertos de cabotaje a los pueblos internos.
Esta compleja red de transporte −compuesta por caminos de tierra, por lanchas de cabotaje y por el ferrocarril− operó durante cuatro décadas y posibilitó enlazar a Nicoya con el Valle Central, hasta 1960. Probablemente, Emilio Span fue el artista que más se aventuró a adentrarse en dichas lejanas tierras.
Por lo tanto, a medida que se desarrollaba un sistema de transportes, los artistas pudieron desplazarse en condiciones más idóneas y −en algunos casos− más cómodas, con un poco de mayor rapidez, y llegar a lugares más distantes en relación con la capital josefina. Lo anterior se evidencia en los paisajes diversos que representaron Echandi, Jiménez, Span, Povedano y Bierig.
Paisajes, casas y figura humana
Entre 1928 y 1937 se realizaron las llamadas Exposiciones de Artes Plásticas, certámenes efectuados en el Teatro Nacional, en los cuales los artistas de la generación de 1930 mostraron una marcada preferencia por el paisaje con estructuras o casas de adobe. Estas imágenes estaban circunscritas al Valle Central. Por el contrario, otras zonas más alejadas de dicho espacio fueron poco plasmadas.
En cuanto a los lugares representados, esto es una diferencia entre los creadores plásticos que participaron en tales concursos y los de un periodo etario anterior: Ezequiel Jiménez y Emilio Span, particularmente. Una buena cantidad de la producción artística de ambos se basó −como ya se mencionó− en entornos de Puntarenas, la península de Nicoya, Guanacaste y −escasamente− de Limón. Respecto a la representación de las casas de adobe, Jiménez, Span, Echandi y Povedano expresaron interés por este motivo, pero también, junto con Bierig, buscaron pintar edificaciones construidas en madera y en materiales como la paja.
En contraste con los artistas de la generación de 1930, Povedano, Jiménez, Span y Echandi, manifestaron interés en representar la figura humana como componente dominante en la composición −especialmente, la de campesinos− con un paisaje de fondo. Por ejemplo, estos aparecen en sus faenas diarias o en actividades propias de su diario vivir. Mientras estas personas ocupan el punto de interés, el paisaje queda relegado como un simple fondo, cuyo único propósito es rellenar el espacio.
Paisaje por sí mismo
Los orígenes pictóricos del paisaje se pueden encontrar en el siglo XV, en Venecia, y a principios del siglo XVI, en los Países Bajos. En este lapso, los fondos de los paisajes naturalistas desplazaron los temas religiosos y se posicionaron en el primer plano de las pinturas. Así, el surgimiento del paisaje fue la instauración revolucionaria de un tema que se institucionalizó como una representación pura y contó con la demanda de coleccionistas, específicamente en la Italia renacentista.
Entre los cinco artistas costarricenses, Span fue quien más realizó paisajes y, por ende, quien más se enfocó en estos como motivos autónomos, donde prevalecen interpretaciones de la vegetación y de la topografía. La naturaleza −sin el ser humano o manifestaciones de este− es la que tiene el papel protagónico; se convierte en una apreciación del paisaje puro, por sí mismo.
Exposición abierta en La Sabana
El Museo de Arte Costarricense (MAC), junto con el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA) y el Museo de la Universidad de Costa Rica (Museo UCR) −ambas entidades de la Universidad de Costa Rica (UCR)−, presentan al público la exposición Paisajes diversos: Costa Rica 1890-1950 en la Sala XIV del MAC. La muestra se basa en una investigación realizada en el CIICLA.
La exhibición, que se inauguró el jueves 12 de diciembre, consta de 70 obras al óleo −mayoritariamente− sobre soportes variados como tela, masonite y cartón.
La muestra en el museo en el parque metropolitano La Sabana estará abierta hasta abril del 2025. El horario para visitarla es de martes a domingo, de 9 a. m. a 4 p. m. La entrada al MAC es gratuita.
La autora es investigadora y docente de la Universidad de Costa Rica.