Henrietta, el musical es un fenómeno que excede los alcances de una crítica de medios. Su narrativa —una ficción revestida de historicidad— deberá ser desentrañada por especialistas, a fin de establecer el límite entre ambos territorios. Sin embargo, es innegable que estamos frente a un montaje de dos caras: en el ámbito formal, exuda calidad de principio a fin, mientras que, en el ideológico, alcanza las cumbres del despropósito.
Como propuesta escénica, Henrietta, el musical es un tejido de imágenes y sonoridades potentes. El diseño escenográfico —material y virtual— fusiona objetos con proyecciones animadas y secuencias cinematográficas de archivo. Estos recursos sostienen la ilusión de épocas pasadas o de lugares tan específicos como un puerto, una terminal ferroviaria o un campo de batalla. Las transiciones entre escenas fluyen sin traba gracias a los pocos, pero bien pensados elementos materiales.
La música de Bernardo Quesada despliega una amplia paleta de géneros, ritmos y referencias culturales en la que se destacan el tango, el mariachi, la polka, el jazz y la guaracha. Los temas crean la atmósfera precisa para amplificar los estados emocionales que atraviesan los personajes. Desde la sátira carnavalesca de Welcome to Costa Rica hasta el drama íntimo de Canción de las dos Henriettas, la propuesta de Quesada se potenció por el afinado trabajo vocal del elenco y la precisión de una orquesta generosa en sus posibilidades sonoras.
A nivel interpretativo, se aprecia un desempeño consistente que puede explicarse, además de la dotación técnica del elenco, por la suma de muchas trayectorias de peso. La “veteranía” —en el género musical— de Karina Lesko, Johnny Howell, Isabel Guzmán o Mildred Ramírez ha forjado una escuela cuyo trabajo tiene igual profundidad al asumir tareas de canto, baile o actuación. En Costa Rica se estrena, desde el 2015, un musical de gran formato cada dos años. La cifra es modesta, pero, en nuestro contexto, es una odisea que rinde sus frutos.
A pesar de lo anterior, el espectáculo es problemático por el endeble tinglado histórico e ideológico que exhibe. Se insiste, con excesiva ligereza, en una relación de causa y efecto entre la actitud feminista de la señora Henrietta Boggs y la obtención, en 1949, del derecho de las mujeres a ejercer el voto. De esa manera, el tándem Boggs-Figueres usurpa los méritos que pertenecen a las integrantes de la Liga Feminista y al grupo de educadoras del Bloque de Obreros y Campesinos. Todas ellas —entre las que destacan varias Beneméritas de la Patria— fueron borradas del libreto.
En general, la obra privilegia una mirada estrecha sobre la historia de nuestro país. Si uno se atuviera a lo visto en escena, habría que concluir que Costa Rica es una invención exclusiva de la clase política y sus compadres de la burguesía agrícola. El grueso de la población no aparece como agente de cambio. Por el contrario, constituye el “pintoresco” decorado de la escena que describe el arribo de Henrietta a Limón o el lacrimógeno coro de personas damnificadas por los enfrentamientos de 1948.
Esta perspectiva es idéntica a la de aquellos añejos discursos en los que la historia de un país es intercambiable por la biografía de sus caudillos políticos. La triste escena en la que Calderón Guardia y Figueres Ferrer compiten para determinar cuál hizo más por Costa Rica ejemplifica la forma en que este musical reduce un problema complejo al pleito de dos seres todopoderosos y todocaprichosos. El número ni siquiera está a la altura de un ejercicio alegórico.
Aunque el montaje subraya la independencia vital de Henrietta Boggs, lo cierto es que el show se lo roba el personaje de José Figueres Ferrer. A lo largo de dos hora y media, vemos a Don Pepe como un intachable héroe revolucionario. Su “único” defecto fue el descuido de sus obligaciones maritales, pero la misma obra corre a su rescate porque su mala conducta se justifica por la entrega desmedida a los asuntos de la patria. Como si esto no fuera suficiente, la vejada Henrietta lo reivindica en un par de canciones y en numerosos soliloquios. Sin duda, el título idóneo del espectáculo debió ser Don Pepe, el musical.
Esta falta de criticidad, sumada a la visión reduccionista y complaciente de la obra, se torna sospechosa a pocos meses de las elecciones presidenciales. El problema no radica en expresar ideas de cualquier índole, sino en utilizar los recursos de una práctica artística para resucitar carreras políticas. Es contradictorio que las personas artistas se sumen a estas aventuras, cuando el entorno de la Cultura yace devastado por la inoperancia de la misma clase política a la que adulan con tanto esmero.
Desde ahora, Henrietta, el musical puede considerarse una de las piezas de propaganda política mejor elaboradas de nuestra historia. Por suerte, con todo su potencial evocador, ciertas formas de pensar y ejecutar la teatralidad nacen y, de inmediato, se marchitan sobre el escenario.
Ficha artística
Dirección: Luis Carlos Vásquez
Dramaturgia: Denise Duncan
Dirección y composición musical: Bernardo Quesada
Autoría de letras: Jaime Gamboa
Dirección coreográfica: María Amalia Pendones
Producción ejecutiva: Steve Aronson
Actuación: Nicole Laurent (Henrietta joven), Karina Lesko (Henrietta mayor), Johnny Howell (Don Pepe), Gustavo Gómez (Tío Vinell / Embajador de Francia / Soldado durante la guerra), Silvia Rojas (Tía Ernestine / Invitada de la recepción / Madre durante la guerra), Katalina Vargas (Carmen), Samantha Carrillo (Lisa / Soldado durante la guerra), Erick Córdoba (Rafael Ángel Calderón), José Víquez (Manuel Mora / Juanito), Melvin Jiménez (Francisco Orlich / Giuseppe), Ether Porras (Padre Núñez / Vendedor de rosas / Soldado durante la guerra), Bruno Camacho (Frank Marshall), Marco Rodríguez (Calufa / Cirujano), Carlos Rodríguez (Teodoro Picado / Guardia en celda 2), Francisco Rodríguez (Martén / Vendedor de aves del paraíso / Soldado de la Cangreja), Fabián Arroyo (Vendedor de buganvillas / Embajador de Italia / Soldado figuerista / Excombatiente en la abolición), Laura Ramírez (Vendedora de orquídeas / Giuletta / Madre durante la guerra), Luis Daell (Embajador de Estados Unidos / Alvaradito / Guardia en celda 1 / Soldado durante la guerra), Adriana Víquez (Enfermera / Soldado durante la guerra), Andy Gómez (Soldado calderonista), Katalina Vargas (Esposa durante la guerra), Gerardo Cruz (Chiquillo / Soldado de la Cangreja), Mildred Ramírez (Invitada de la recepción / Soldado durante la guerra), Tatiana Sánchez (Invitada de la recepción / Soldado durante la guerra), Isabel Guzmán (Soldado durante la guerra). Ensamble de danza y canto: Adriana Víquez, Tatiana Sánchez, Laura Ramírez, Mildred Ramírez, Samantha Carrillo, Isabel Guzmán, Fabián Arroyo, Marco Rodríguez, Francisco Rodríguez, Andy Gómez, Gerardo Cruz. Ensamble de ciudadanos: Adriana Víquez, Katalina Vargas, Gustavo Gómez, Silvia Rojas, Carlos Rodríguez, Ether Porras, Andy Gómez, Tatiana Sánchez, Mildred Ramírez, Samantha Carrillo, Isabel Guzmán, Marco Rodríguez, Laura Ramírez, Gerardo Cruz, Fabián Arroyo, Francisco Rodríguez, Erick Córdoba, José Víquez. Solo de tap: Andy Gómez y Francisco Rodríguez
Orquesta: Lenin Izaguirre (Maderista), Pablo Sandí (Maderista), Erick Sánchez (Trompeta), Andrés León (Trombón), Daniel León (Corno), Ifigenia Lejarza (Teclados 1), Óscar Molina (Teclados 2), Camila Ramírez (Violín), Sonia Bruno (Cello), Pedro Gómez (Contrabajo / Bajo), Gabriel Gutiérrez (Batería), Bernardo Quesada (Percusión / Guitarra)
Diseño de iluminación y producción artística: Jody Steiger
Diseño de escenografía: Pilar Quirós
Diseño de escenografía digital: Tito Fuentes
Diseño de vestuario: Francisco Alpízar
Diseño de utilería: Kattia Umaña
Peluquería: Fernando Soto
Asistencia de dirección: Allan Pérez
Asistencia coreográfica: Tatiana Sánchez
Asistencia de iluminación: Antonio Cordero
Asistencia de escenografía: Juan Manuel Bonilla
Asistencia de vestuario: Grettel Cedeño
Asistencia de vestuario meritoria: Lil Mena
Asesoría en teatro musical y preparación vocal: Isabel Guzmán
Entrenador de actuación: Luis Fernando Gómez
Asesoría audiovisual: Paulo Soto
Asesoría artística: Eduardo Mosheim
Colaboración coreográfica de tap: Andy Gómez
Construcción de escenografía: Alejandro Méndez, Fausto Delgado, Álvaro Herrera
Tramoyas: Patrick Baltodano, Ricardo Miralles
Vestidoras: Karen Poblete, Ángela Montiel, Lhy
Confección de tocados: Víctor Vega
Confección y realización de vestuario: Glenda Silva, Karen Poblete, Roxana Vega
Monge y Sastrería Línea A: Francisco Contreras
Zapatería: Juan Ñurinda Rivas
Dirección ejecutiva: Natalia Rodríguez
Producción de campo: Karla Barquero
Asistencia de producción: Fiorella Cortés, Antonio Cordero
Producción: Asociación Cultural Teatro Espressivo
Espacio: Teatro Nacional
Función: 2 de octubre del 2021
Kit de emergencia para repensar ‘Henrietta, el musical’
Solís, Manuel. (2008). El 48 como desborde trágico. En Anuario de Estudios Centroamericano, núm. 33-34, 2007-2008. San José: UCR. Los conceptos de “tragedia” y “catástrofe social” permiten entender la afectación de la salud mental de las personas involucradas en el conflicto armado de 1948.
Carballo, Natalia. (2019). Un aporte al estudio del voto femenino en Costa Rica. En Revista de Ciencias Sociales, núm. 167. San José: UCR. Análisis de las peticiones y discursos de la Liga Feminista y otras mujeres costarricenses que impulsaron el sufragio femenino, durante el periodo 1948-1952.
Molina, Iván y Palmer, Steven. (1997). Historia de Costa Rica: breve, actualizada y con ilustraciones. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica. En el capítulo “Depresión, reforma social y guerra civil (1930-1950)” se describen las fuerzas en pugna durante este periodo.
Molina, Silvia. (2018). La violencia contra los comunistas tras la guerra civil de Costa Rica (1948-1949). En Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe, vol. 15, núm. 1, abril-setiembre. San José: Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas, de la Universidad de Costa Rica. Se explica la represión política que sufrieron los comunistas costarricense en los meses de gobierno de la Junta presidida por José Figueres Ferrer.
Muñoz, Mercedes. (2019). Costa Rica: La abolición del ejército y la construcción de la paz regional. En Antología del pensamiento crítico costarricense contemporáneo (Sagot, M. y Díaz, D., coordinadores). Buenos Aires: CLACSO. Se explica el declive y abolición del ejército costarricense en el marco de los cambios geoestratégicos que experimentó América Central entre 1923 y 1990.
Rodríguez, Eugenia. (2005). Las luchas por la ciudadanía femenina en Costa Rica (1890-1953). En Diálogos: Revista Electrónica de Historia, vol. 5, núm. 1-2, abril-agosto. San José: Universidad de Costa Rica. Se analizan los discursos generados alrededor de las luchas sufragistas de las mujeres costarricenses, durante el periodo 1890-1953.