Los perfiles de no ficción suelen escasear. Incluso, la escritora costarricense Catalina Murillo, asegura que sufrió el desdén de más de un sello editorial al dejar archivado su texto porque “la no ficción no lo vale”. Por eso mismo es tan valioso leer Eloísa Vertical, su nuevo libro.
Murillo conoció a una particular Eloísa (cuyo nombre real se protege) en el 2008. Eran otros tiempos y, por suerte, hoy finalmente ve luz el producto de una larga serie de entrevistas y ratos compartidos con este personaje. El sello editorial tico Los tres editores quedó cautivado con esta historia y comenzó el año con esta publicación.
Es fascinante la forma en que se retrata a la protagonista del libro: Eloísa es una mujer esquizofrénica que de niña hablaba con los animales y años después amenazó con degollar a un cura en plena misa.
Pero que no se mal entienda: la forma en que Murillo esculpe a Eloísa no parte de los prejuicios sobre las enfermedades mentales, sino desde la admiración por una mujer que se recupera de sus trastornos.
Eloísa ha sufrido durante la mitad de su vida una serie de internamientos psiquiátricos y una recurrente exclusión por parte de quienes saben de ella. Las conversaciones que ambas mantuvieron hace doce años reflejan la lucidez de una persona que ha logrado superar los brotes psicóticos y quiere sentir el sol de la mañana con gran alegría.
Cuando casualmente la escritora tica se topó a Eloísa, en una fiesta en España, se flechó de la historia. Ambas hicieron un click que le resonó a Murillo durante semanas. Eloísa no es una mujer como cualquier otra y Murillo supo que su pluma podía darle relieve y eco a una historia sobre una resiliencia fuera de lugares comunes. El cariño y el humor son pomadas de una vida en escala de grises, que quedan atestiguadas en las 150 páginas de este libro.
Las maravillas de la cotidianidad, la particular comedia que alimenta la vida de Eloísa y los curiosos personajes que comparten el entorno de la protagonista, equilibran un vibrante relato que no es fácil de dejar al lado y propicia darse un tirón de sabrosa lectura de no ficción.
Sobre las complejidades de retratar una enfermedad mental y cómo balancear el drama y el humor de un personaje único, Catalina Murillo conversó en esta entrevista con La Nación.
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—¿Cómo una tica llega a esta historia tan particular, ubicada en un pueblo gallego?
—Sí, es algo muy curioso (risas). Yo vivía en Madrid y trabajaba en televisión. Era un trabajo que fácilmente le da a muchos un burnout (quemarse mentalmente por el trabajo). Yo no llegué a ese punto, sería exagerado decirlo, pero yo me empecé a hartar de ese mundillo. Yo tenía una amiga gallega toda hippie que me dijo que me fuera a Galicia a buscar un nuevo aire. Yo no pensaba irme a Galicia tanto tiempo, pero ella me dijo “venite a mi casa al campo, a descansar”. Llegué y me fascinó. Encontré lo que no vi en Madrid: aquella agua, aquellos ríos y aquel verdor.
”Ahí fue que ella me contó sobre el reiki (una creencia espiritual que caracteriza a Eloísa en el libro) y me llevó a ese tipo de cosas esotéricas. Así que me llevó al pueblo de Eloísa. Solo fuimos a una fiesta ahí y justamente me encontré a ese personaje. Me fascinó. Después fue que la conocí más y me dijo que le gustaría escribir un libro sobre su vida.
—¿En qué momento y por qué te decidiste a contar esta historia?
—Con las entrevistas me fue gustando mucho ella. Al igual que sucede con el resto de libros que he escrito, los textos se van descubriendo a medida que una trata de escribirlos. Uno llega llena de dudas a escribir y las dudas permanecen mucho tiempo, pero cuando llega alguien como vos y me dice que se lo leyó de un tirón, me doy cuenta que en verdad había una historia en ese personaje. Yo traté de publicar este libro antes, pero para mucha gente no iba a funcionar por ser no ficción. Me alegra que ahora sí se haya podido hacer.
—¿Cómo lograste equilibrar lo dramático y lo cómico en el relato? Porque Eloísa parece tomarse con mucho humor toda su vida.
—Mirá, si te das cuenta, eso está incluido en el paquete de quién es ella. Hay muchísima gente que se me ha acercado a decirme que le gustaría que escriba su vida. Todo el mundo cree que su historia merece ser escrita por otro. Si yo me hubiera encontrado un rollo solo dramático, quejoso y sufrido, creo que yo no le hubiera visto ningún interés. Lo que sí te puedo decir es que me topé con una mujer con un sentido del humor tremendo. Uno se reía y se reía hablando con ella. Eso creo que fue un buen indicio.
—¿Y cómo te decidiste a incluir al resto de personas cercanas a Eloísa?
—En realidad lo que fue muy atractivo es el universo que rodeaba a Eloísa. Te lo tengo que decir: me cautivó que ella no es solo una señora encerrada en un cuarto. Lo lindo es que me la encuentro ya curada de sus brotes y, esa curación, tiene que ver con ese universo, con ese castillo a su lado, con el reiki, con esos amigos...
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—¿Cuánto te marcó personalmente la historia de Eloísa?
—Mucho. Todo eso fue en el 2008, para mí misma han pasado pensamientos desde entonces. Creo que, para bien, el mundo ha entendido que ahora hay una mayor disposición a por lo menos escuchar la “locura” desde otro sitio, desde el respeto. Reescuchar todas esas conversaciones grabadas fue impactante. Yo me dije: ‘menos mal grabé esto’, porque no me di cuenta de lo heavy que me estaban contando. Hay cosas muy fuertes. Yo misma sigo digiriendo su historia.
—¿Qué otros aspectos o anécdotas de Eloísa quedaron por fuera del libro? ¿Cómo fue ese proceso de montaje y selección de entrevistas?
—Tuvo su proceso intenso. No está todo ahí en el libro y siempre se queda uno con la duda de esa selección, pero luego uno entiende que no puede entrar todo. Es como en las películas, que hay un corte del director y un corte del productor. El director siempre está muy enamorado de todo y quiere dejarlo todo, pero por dicha está la figura del editor. A mí normalmente me han publicado los libros tal cual yo los envío. En cambio, con Los tres editores (sello a cargo del libro) hubo un trabajo de edición de la palabra, literalmente. Los editores, en ese sentido, se echaron un trabajazo y yo quedé muy satisfecha con el resultado.
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—Lo bueno es quedar en paz con el resultado...
—Sí, todo se vivió hace mucho, en el 2008. Yo empecé a transcribir entrevistas en el 2009 y pasaron años. Lo digo porque creo, que lo que de verdad tenía que estar, pues ahí está. Con Los tres editores se fueron partes del texto que se tenían que haber ido.
—¿Qué has vuelto a saber de Eloísa?
—Poco tiempo después de escribir el libro volví a Galicia, pero no al mismo pueblo. Luego volví a Costa Rica y en general ha sido difícil mantener el contacto, porque ese grupo de amigos es muy reacio a las redes sociales. No sé si, pese a todo, ha tenido otro brote psicótico. Entiendo que ha estado estable.
—¿Pudiste enseñarle el libro?
—No. Tengo una historia al respecto. Yo a ella le enseñé las transcripciones de nuestras primeras conversaciones. Eran solo notas; nada escrito. Y me di cuenta que fue un error, que eso le afectaba. Por eso es que finalmente decidimos mantener su nombre desde el anonimato. No quiero decir que esta señora es tal y que vive en la calle tal. La historia se mantiene pero se protege a su persona, en todo sentido. Es muy difícil que a uno le guste como lo describen los demás y eso podría ser contraproducente para ella. Todo quedó claro entre nosotras.
”Todos mis libros están basados en cosas que pasaron. Con este libro la novedad es que la “loca” no soy yo (risas). Este tema es muy difícil, incluso yo busqué asesoría urgente de Roberto Herscherr (destacado periodista y profesor argentino). Me mandó a leer el libro El periodista y el asesino de Janet Malcom y me sirvió mucho su consejo.
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—Sé que el libro acaba de salir, pero ¿qué reacciones ha tenido?
—Por ahora pocas, porque está arrancando y no lleva ni un mes de publicado, pero gente del lado del psicoanálisis me ha dicho que ha quedado fascinado. Es escuchar a alguien con una vida particular. Hay una psicoanalista, Gineth Barrantes, que me escribió lo siguiente: ‘te dije que Lacan proponía que el analista es el “secretario de la locura“, vos como escritora te haces cargo de un testimonio indirecto. Ella al fin da voz a su historia, que es la única que tiene. Eloísa dice algo así y es muy interesante, porque ella no puede escribirla y vos la transmitís a los lectores”.
”Eso me emocionó mucho. No sé si fue Foucault quien dijo que “no todo es loco en la locura”. El libro trata de darle ese espacio a la “loca” para que se exprese. Creo que tuve mucha suerte. La gente le dice a uno que es un personajazo y es que uno no siempre se topa con una Eloísa, una maravillosa “loca” lúcida.
—Ella (Eloísa) parece ser única, sin duda...
—Tengo otra amiga que está trabajando en un taller literario y le pareció interesantísimo la construcción del personaje. Yo le dije que es un personaje que no habría podido inventar. Es fascinante.
Eloísa vertical se puede conseguir en la Librería Internacional, en la Librería Francesa y en la Librería Andante.
‘El librero’ es una sección de literatura del espacio ‘Ancora’, que ahora goza de una versión web en la que se recomiendan títulos refrescantes. Si quiere ser considerado para este espacio puede escribir a jmora@nacion.com.
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