Bajo el título El Teatro Arlequín de Costa Rica: Memoria de un grupo teatral, la acuciosa investigadora y experta en teatro, Olga Marta Mesén Sequeira publicó “el mejor y más completo estudio que se ha hecho, hasta la fecha, de una época teatral en Costa Rica”, en palabras del dramaturgo Daniel Gallegos (1930-2018).
En efecto, este valioso y exhaustivo volumen de la historia del teatro costarricense, no solo constituye la memoria puntual de la trayectoria artística del Teatro Arlequín, sino que, incidentalmente, recoge el recuento de quienes tuvieron alguna relación con este grupo teatral desde 1955 a 1979, y su significativa y transformadora repercusión en nuestra vida cultural.
Según los estudios efectuados por la autora, esta agrupación tuvo dos etapas en su formación: el primer Arlequín, que nació en el seno de la Universidad de Costa Rica como Teatro de Cámara El Arlequín, por iniciativa de Lucio Ranucci, quien era el director del Teatro Universitario. Fue de corta duración, pero tiene la importancia de que dio surgimiento a la creación del segundo Arlequín, con la fundación de la Asociación Cultural Teatro Arlequín, bajo el impulso de “los Arlequines” pioneros: Guido Sáenz, Kitico Moreno, José Trejos, Jean Moulaert, Lenín Garrido, Anabelle de Garrido, Irma de Field, Virginia Grütter, Ana Poltronieri y Daniel Gallegos, quienes dejaron una honda huella en la actividad dramática del país, “dándole así al teatro costarricense el más formidable empuje, creando un público y estableciendo un honroso repertorio sin concesiones comerciales ni políticas”, según Alberto Cañas.
A estos distinguidos actores se unieron, con el paso del tiempo, otras figuras connotadas como Flora Marín, Rosibel Morera, Óscar Castillo, Ana Sayagués, Haydée de Lev, Fernando del Castillo y otros; todos aportaron con su arte y experiencia en este espacio, que enriqueció la escena y la vida cultural costarricense.
Desde sus inicios, el Teatro Arlequín se caracterizó por una selección cuidadosa de los autores más reconocidos a escala mundial: Strindberg, Chéjov, Ionesco, Edward Albee, Molière, Arthur Miller, Eugene O’Neill, García Lorca, Lucille Fletcher, Bernard Shaw y tantos otros ilustres.
Se colige de la detallada investigación de Mesén que el Teatro Arlequín fue un importante centro artístico, que propició y fortaleció el estudio de las técnicas actorales. Incluso, algunos de sus miembros fueron a estudiar actuación y dirección fuera del país, como es el caso de Daniel Gallegos. Asimismo, generó una actividad escénica de primer orden por la rigurosidad y la originalidad de sus montajes.
Bajo su influjo, se desarrollaron otras actividades aledañas, igualmente importantes: impulsó la crítica teatral, las artes escenográficas y contribuyó a conformar en torno suyo a una audiencia fiel y exigente, que se cultivó al calor de las escogidas y selectas puestas en escena, no solo del grupo en sí, sino de artistas internacionales, pues el Arlequín también fue anfitrión de muchos otros grupos, extranjeros y nacionales. Asimismo, su sala fue un espacio idóneo para numerosas exposiciones de artes plásticas, en donde se daba a conocer el talento nacional.
Uno de los aportes más valiosos de esta memoria consiste en la vasta recopilación de la crítica que se generó a partir de las diversas presentaciones, la cual destaca por su agudeza y apreciación bien documentada y hasta erudita. Además, el libro contiene abundantes fuentes periodísticas, cartillas de mano, fotografías, afiches y documentos, que dan cuenta del interés y la repercusión que los montajes tuvieron, y de cuáles eran los referentes en el área de la dramaturgia que se tenían en ese período en el contexto social y cultural de la nación, que quedarán perpetuados para beneficio de la memoria colectiva.
Es indudable que este trabajo sustancial y erudito le dará a Olga Marta Mesén un lugar imperecedero y destacadísimo, pues no solo recoge y rescata la brillante trayectoria y el extraordinario aporte cultural del Teatro Arlequín, considerado por Gallegos como “el fundamento y la base del teatro moderno costarricense”, sino que será celebrado también como una de las obras de referencia más serias e importantes para el estudio de la dramaturgia nacional, que las nuevas generaciones sabrán apreciar en su justo valor.