Luciano Goizueta es un artista costarricense paradójico e hijo de su tiempo; sus exploraciones están insertas dentro de una lógica de sociedad globalizada, más que en un trabajo de referencias locales o regionales. Su obra está influenciada por los avances tecnológicos y la imagen digital es una constante en su proceso creativo y de trabajo: en su taller, la cámara fotográfica, la computadora, el proyector y otros dispositivos electrónicos comparten espacio con los pinceles, lienzos y paletas.
En muchos casos, la mejor cámara fotográfica de Goizueta, entendiéndolo como un dispositivo que permite el registro de un instante, son sus dibujos. La obra gráfica del artista, que tiene una amplísima producción de dibujos y sketches, guarda sus memorias cotidianas. No es casual que sus obras lleven por título fechas con el detalle de horas y minutos, como si se tratase de archivos digitales generados de manera automática. Sus dibujos y pinturas guardan la memoria; es decir, registran el paso fugaz del tiempo, que el artista a voluntad explora, fija y acumula.
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La prominencia de la imagen
Su metodología es muy variada, pero se destaca el trabajo con imágenes digitales, principalmente fotografías de su autoría, las cuales modifica por medio de programas de edición. Estas son intervenidas con recortes y adhesiones de otras imágenes, o mutiladas, eliminando partes que pueden ser desde un detalle hasta el más importante elemento compositivo. A partir de esto, la labor se traslada a un plano gráfico, los dibujos le permiten entender y madurar la idea; produce muchos hasta llegar a la versión final que traslada al lienzo.
Como si de una cámara o archivo digital se tratase, que nos permite acercarnos por medio del zoom, Luciano observa y reflexiona acerca de los espacios: pequeños detalles se vuelven verdaderos ecosistemas –“microcosmos” como dice el artista–, donde conviven múltiples elementos ampliados.
Ejemplo paradigmático de esto es su obra The American Home (2017), ganadora del Salón Nacional de Artes Visuales organizado por el Museo de Arte Costarricense. Esta obra presenta una pequeña pieza tridimensional, llena de elementos casi azarosos, de la cual el artista luego extrae una sección que lleva al lienzo en muy grandes proporciones.
La superposición de imágenes, al parecer inconexas, como el ejemplo de Inmigrantes en la Solera (2012), esconden, a simple vista, una conjugación de motivos que giran en torno a una realidad transformada y procesada por el ojo del artista. En este proceso, que usa para la creación de algunos de sus trabajos, las imágenes comparten un vínculo, así sea dado por el azar, como el nombre repetido en dos archivos digitales distintos.
El primer encuentro (2014) es una síntesis de su trabajo, una pequeña instalación que gira en torno a una fotografía intervenida de un alumbramiento, donde se recorta la silueta del bebé para sustituirse con una imagen oscura y de carácter destructivo. Mientras, de frente, un oficial de policía de juguete observa inmóvil la escena, iluminado constantemente. Podemos ver condesados algunos de los temas que le provocan un especial interés, y por qué no decir una fijación, como lo son el tiempo, la superposición de realidades y el juego con la relación de imágenes.
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Inspiración y huellas
En la obra de Goizueta, la inspiración tomada de las piezas de otros artistas responde a intereses específicos de las exploraciones o trabajos de muchos de ellos, tanto históricos como contemporáneos. Cabe destacar el interés por la sordidez y desolación del norteamericano Edward Hopper y las composiciones casi collage de mundos fantasiosos pero en un lenguaje naturalista del alemán Neo Raunch.
También ha manifestado tener como referentes a otros artistas costarricenses como Cinthya Soto, Joaquín Rodríguez del Paso, Federico Herrero, entre otros. En este creador, se puede identificar una influencia de James Rosenquist en las composiciones y el manejo del espacio, y de Jean-Michel Basquiat en la obra gráfica y el uso del color.
Es posible que la frescura en las obras de este artista provenga de su versatilidad, y del amplísimo mundo tanto gráfico, digital, publicitario y científico del que se apropia para generar toda una exploración basada en intereses particulares muy bien fundamentados. Al estudiar a grandes rasgos las obras de Goizueta, así como sus declaraciones en entrevistas y otros textos, se puede identificar cómo ha madurado y evolucionado su técnica, su exploración plástica, y, sobre todo, su visión de mundo y del arte; es un artista en constante cambio, consecuente con la realidad contemporánea.
A partir de sus referencias y entendiendo sus múltiples intereses, podernos introducir la segunda obra adquirida por el MAC: Lunes, 30 de mayo, 2016 a las 9:55 am [Panajachel], lienzo en el que presenta la perspectiva de un edificio, donde se distingue su aparente desconexión contextual, una fachada detallada en contraste con una medianera construida con fuertes trazos de color púrpura, en que se destaca un entorno de un celeste absoluto, color que el artista utilizar al igual que el negro para representar el vacío o la ausencia. El ocultar no implica desaparecer o negar; es más, con este gesto el artista logra hacer más evidente la existencia de algo bajo la superficie pictórica.
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Lunes, 30 de mayo, 2016 a las 9:55 am [Panajachel] nos podría remitir al concepto de memoria: “imagen o conjunto de imágenes de hechos o situaciones pasados que quedan en la mente”, imágenes que quedan fijadas tanto en el lente, como en el propio artista que las perpetúa en la pintura. Inconexos, sueltos, aislados, azarosos, así son los recuerdos, y de esta manera se presenta el edificio en la obra, que, de lejos, pareciera representar fidedignamente un espacio, como si fuera una fotografía, pero, al mirarlo más atentamente, nos damos cuenta de que no son más que manchas que asociamos, o queremos asociar, con algo concreto.
Otro interés en el trabajo de Goizueta es la óptica, explorar con la mirada para descubrir nuevos espacios. Un juego de proporciones y experiencia visual que el artista ha logrado dominar gracias al trabajo constante. En variadas obras ha trabajado el fenómeno de mirar, con actitud casi voyerista, a través de pequeños agujeros o mirillas. Sin embargo, es en la instalación Cámara oscura N.° 2, en la que lleva esta experiencia a su máxima expresión por medio de una caja en la que explora con el fenómeno de la cámara oscura. Esta pieza, de singular factura, también se integró a la colección del MAC.
Siempre dibujo
La imaginación activa de Goizueta lo ha hecho explorar diversas técnicas, pero si hay una que es constante es la del dibujo. Se cuentan por cientos los dibujos que realiza, como la serie, aún en desarrollo, de los 11:11 acerca de su vida cotidiana. A estos se le suman dibujos muy elaborados, entre los sobresalen las vistas de aéreas de contextos urbanos.
Lo anterior, unido a composiciones compartimentadas de varios dibujos, llevan a 03.05.18. Es un grafito sobre papel que muestra, a vista de pájaro, el parque metropolitano La Sabana, incluido el propio Museo de Arte Costarricense. Esta obra fue encargada ex profeso para la celebración del 40 aniversario del Museo de Arte Costarricense, y de esta se derivó un grupo de serigrafías.
Las cuatro obras que ingresaron a la colección del Museo de Arte Costarricense son piezas importantes que nos hablan de mundos imaginados, la memoria, de educar la mirada, del espacio, y otros valores. Son, a su vez, registros del proceso incansable de Goizueta, que, debido a la calidad y consistencia de su trabajo, se prefigura como uno de los artistas contemporáneos más destacados de Costa Rica y Centroamérica.
El ingreso de estas obras de Goizueta al MAC marcan el paso de una nueva generación de artistas jóvenes, que a paso lento pero decidido se abren camino en las artes plásticas del país y la región, permitiendo actualizar y renovar las colecciones en instituciones estatales –de todos los costarricenses–. La integración de uno de los grandes representantes de las generaciones jóvenes inaugura un nuevo capítulo en la historia del arte oficial, y obliga al Museo a renovar los discursos, para adaptarse a la realidad artística contemporánea.
En exhibición
Estas cuatro obras de Luciano Goizueta están exhibidas en el Museo de Arte Costarricense (MAC), ubicado en el parque metropolitano La Sabana, como parte de la exposición Nuevas adquisiciones, que reúne 36 obras que han pasado a formar parte de la colección, por medio de compras y donaciones. El MAC está abierto de martes a domingo, 9 a. m. a 4 p. m.