Con su icónico fortín, y la emblemática casa del presidente Alfredo González Flores al lado, el centro de Heredia es quizás una de las postales más reconocibles de la geografía costarricense. Sin embargo, durante marzo, cientos de esculturas imponen su presencia y cambian la configuración de este paisaje urbano.
Es cuestión de observar unos minutos a los visitantes del parque central Nicolás Ulloa y queda en claro cómo las más de 250 obras de la Exposición Nacional de Escultura Fadrique Gutiérrez rompen con el trajín cotidiano de esa ciudad.
Aquellos con un destino definido se toman un par de segundos para sentir las extremidades de las atormentadas figuras en piedra ubicadas frente al correo. Unos, más curiosos, se salen de su camino y observan con detenimiento las curvilíneas expresiones en madera. Quienes van con más tiempo hasta continúan el trayecto con los estoicos rostros presentes en el Centro Cultural Herediano Omar Dengo y la Casa de la Cultura Alfredo González Flores.
Los gustos y afinidades no son limitantes para los espectadores, ya que se trata de la exhibición de piezas escultóricas más grande jamás expuesta en el país, la cual cuenta con las variadas propuestas y estéticas de más de 100 escultores de todo Costa Rica. Ya sea en piedra, metal, madera o resina, las obras doblegan el material para plasmar la visión de sus autores.
Algunas, sugieren el movimiento y lo performativo, como la mujer de bronce que da la ilusión de estar suspendida en el aire. Otras se enfocan más bien en retratar con detalle temas cotidianos, como perros y gatos, o escenas costumbristas, como una mujer cargando canastas. Asimismo, el homenaje a la tradición precolombina también tiene su lugar con una vasta iconografía en madera.
Arte para todos
Si bien puede aparentar disímil, la heterogénea colección pretende reivindicar la escultura en el imaginario popular, aseguran los organizadores.
El visitante puede elegir entre captar la sensibilidad de una imagen abstracta o sonreír ante el retrato caricaturesco de un pintoresco personaje.
La convivencia de numerosas narrativas en un mismo espacio se vislumbra, entonces, como una forma de seguir el legado de la figura que le da nombre a la exposición: Fadrique Gutiérrez (1847-1897), artista, arquitecto y militar cuya visión justamente buscaba llevar la escultura “a la calle”.
Para Emilio Sánchez y Luis Arias, escultores y promotores del proyecto, sería imposible pensar en la diversidad mostrada sin las bases que sentó aquel pintor y escultor del siglo XIX.
“El hecho de llevar el arte al parque a que el visitante se tropiece con él es una forma de que vea que es parte y espectador de todo eso”, exalta Sánchez. Las decenas de personas que se sientan felizmente en la banca sobre el bulevar y se toman un selfi con su personaje creado en metal atestiguan tal idea.
Complementos
Los múltiples estilos presentes y los distintos espacios que los albergan sugieren diferentes recorridos. La interacción con las obras de formato medio en el parque es el enganche principal, pero una vez que el interesado se adentra en la casa o el centro de cultura existe una intimidad que propicia un mayor acercamiento.
Dentro del centro cultural, un ejemplo de ello es cómo las reflexiones acerca de la feminidad cautivaron particularmente a un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional, el miércoles. Jorge Masís, uno de ellos, resalta que para él la importancia de la exposición yace no tanto en su magnitud, sino más bien en lo que esta representa.
“Se están mostrando a escultores de renombre, pero también a nuevas voces y se están poniendo a la disposición de todos”, dice el joven.
De cierta manera, cada obra visibiliza una pequeña adición a la profusa historia de la escultura en el país. Puede no existir una línea clara; no obstante, el diálogo entre distintas expresiones forja una idea de comunidad y para el artista Crisanto Badilla, uno de los expositores, este es el verdadero poder de la exhibición.
“Este cuerpo de obras escultóricas ha creado un ámbito concreto, especial, que existe en este mes de marzo en el parque de la ciudad de Heredia y recintos cercanos. Un lugar de reunión, realizado con instinto colectivo, con fe, fe en sí mismo y en los otros, formando grupo. Se percibe un aliento humano muy antiguo, una corriente de energía fluida, vibrante, que unifica las esculturas, podemos sentirlo. Es posible dentro del lenguaje del arte”, detalló el experimentado escultor.