La casa azul número 2861, en Barrio Don Bosco, sobre avenida cuatro, es una de las construcciones realizadas en Costa Rica por el arquitecto catalán Luis Llach Llagostera, quien marcó la llegada de la arquitectura moderna a nuestro país; también es el autor de obras emblemáticas que hoy permanecen como fieles testigos de aquella transformación surgida en la primera década del siglo pasado.
En esa casa azul, reconstruida y restaurada recientemente como parte de un proyecto gastronómico que contempla remozar las viejas residencias de ese bucólico barrio capitalino, vivió la familia formada por don Gerardo López Varela y Pepita Escarré Cruxent, hija de don Antonio Escarré Figueres y Leonor Cruxent, todos catalanes. Es una vivienda neoclásica construida y diseñada en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, por el arquitecto Llach Llagostera, responsable también del diseño del edificio de Correos y Telégrafos de Costa Rica, la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, así como otras edificaciones en Costa Rica, Colombia y Nueva York.
En esa casa azul nacieron los hijos de los López Escarré: Roberto, José Luis y Antonio. José Luis (1941-1996) fue un destacado pintor que estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica (UCR) y en la Real Academia San Jorge, en Barcelona, España (1968-1969); mantuvo una estrecha relación artística con su maestro Manuel de la Cruz González Luján (1909-1986), quien influyó significativamente en sus primeros trabajos. En 1989 se le otorgó el Premio Nacional de Pintura; además, la galería del Teatro Nacional lleva su nombre.
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Don Gerardo López Varela fue el dueño de la Librería López y don Antonio Escarré Figueres, propietario de La Palma, a un costado del Banco Central, donde estuvo la tienda Simón, a finales del siglo XIX, que luego fue vendida a Don Valentín Quintana. Don Antonio Escarré regresó a España y cuando inició la Revolución Española volvió a Costa Rica y abrió La Magnolia.
Célebre arquitecto
El arquitecto catalán Luis Llach estuvo en Costa Rica en dos etapas: de 1909 a 1920 y de 1934 hasta su muerte, en 1955. Su obra arquitectónica es de influencia modernista o Art Nouveau e incorpora elementos de influencia historicista; su trabajo se califica de “modernista con acento ecléctico”, que marcó la transición para el advenimiento de la arquitectura moderna en Costa Rica.
Aparte del edificio de Correos y Telégrafos de San José -diseñado en 1914 en concreto armado- y el edificio de Correos y Telégrafos de Heredia, de 1915 -de concreto armado y composición clásica-, Llach diseñó el Edificio Herdocia y la Escuela Vitalia Madrigal en San José; mientras que en Cartago hizo lo mismo con la Escuela Jesús Jiménez y la Iglesia de San Nicolás.
Otro aporte fue el diseño para la Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles, la obra de arquitectura eclesiástica más relevante. El proyecto, iniciado en 1912 y concluido en 1930 con la dirección del arquitecto José Fabio Garnier, quien siguió los criterios de diseño de Llach, fue descrito por él mismo como de un estilo “bizantino puro”, con una planta basilical en cruz griega.
Esta es una de las construcciones realizadas en Costa Rica por el arquitecto catalán Luis Llach Llagostera, quien marcó la llegada de la arquitectura moderna a nuestro país; también es el autor de obras emblemáticas que hoy permanecen como fieles testigos de aquella transformación surgida en la primera década del siglo pasado”.
Llach hizo varios monumentos en los que reveló sus capacidades como escultor y tuvo también la oportunidad de mostrarse como diagramador gráfico en “Páginas Ilustradas”, una de las primeras revistas editadas por catalanes en Costa Rica.
Además, este prolífico arquitecto catalán realizó obras de carácter funerario que datan de 1910, como la bóveda y la capilla de la familia Rojas en el Cementerio General de San José, de lenguaje ecléctico que combina formas neogóticas y neobizantinas, y el mausoleo de la Sociedad Española de Beneficencia de 1924.
Llach fue nombrado presidente de la comisión técnica inspectora de los edificios públicos tras los daños causados por del terremoto del 4 de mayo en Cartago, con la misión de definir los nuevos sistemas constructivos empleados en la reconstrucción de la ciudad.
Tuvo una activa participación como propietario y director de la revista Arte y Vida, fundada en 1909 por el español Daniel Ureña, para informar sobre arte, teatro, música, espectáculos, actualidades y, excepcionalmente, temas de arquitectura, así como el estilo modernista de la diagramación y el diseño gráfico.