Si el secreto de la vida es hacerse querer, Estrella Cartín de Guier lo encontró hace mucho tiempo: lo prueba el apelativo de “Estrellita” que le otorgan sus amigos. Maestra de muchas generaciones, cumplió 90 años el 10 de mayo. Ella es experta en filología románica. Ha dirigido la Academia Costarricense de la Lengua (ACL) entre los años 2009 y 2017, y hoy es su presidenta honoraria.
Conversamos con Estrella Cartín en el local de la ACL, situado frente a la Librería Lehmann.
–¿Cuándo sintió que su vocación era la literatura?
–Mi vocación más temprana fue una marcada inclinación por la docencia. Yo jugaba con mis muñecos a la escuelita. Inicié mi trayectoria como docente al finalizar mi carrera universitaria en la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad de Costa Rica y luego de haber realizado estudios en la universidades de San Marcos en Florencia, la Sorbona en París y la Complutense en Madrid. Impartí lecciones durante dieciséis años en el Colegio de Nuestra Señora de Sion y veintiún años en la UCR.
–¿Es grata la docencia?
–Sí. Decía don Dámaso Alonso que los alumnos son hijos del espíritu. Siempre enseñé con amor y entusiasmo, y esto fue para mí fuente de alegría. Un placer muy grande es tener frente un grupo de estudiantes motivados. Enseñar no es solo la fría transmisión de conocimientos; el profesor ha de despertar, en el alumno, el amor por el conocimiento; convertirse en un “iluminador de espíritus”.
“He tenido el inmenso gozo de ver a muchos estudiantes convertidos en profesionales exitosos. No existe premio mayor que encontrar, después de muchos años, un alumno o una alumna y oírles decir que aun recuerdan mis clases con cariño”.
–Hablemos de su aprecio por Cien años de soledad.
–Al aparecer ese libro comprendí que se había producido una transformación de la novela hispanoamericana. Nadie había narrado antes como García Márquez. Mi tesis de licenciatura fue sobre Cien años de soledad y he escrito artículos sobre varias obras del autor colombiano. En Cartagena de Indias lo conocí, lo que he llamado un “encuentro con lo real maravilloso”. Mantuvimos una larga conversación, que me permitió conocer al novelista, pero también a un ser gran humano.
–¿Cuál es la importancia de las academias de la Lengua?
–En la relevancia de la lengua se origina la necesidad de entes rectores que mantengan la unidad del idioma, la resguardarden y dicten sus códigos normativos, tales como el Diccionario de la lengua española, la Nueva gramática de la lengua española, la Ortografía y el Diccionario panhispánico de dudas. Esta labor es un trabajo de todas las academias, dentro de la “política panhispánica”.
–¿Cuáles fueron sus logros como presidenta de la ACL?
–El primero es el que se me haya nombrado; pero no es un logro mío, sino de todas mis congéneres ya que, desde 1923, cuando se fundó la Academia, ninguna mujer la había presidido. Luego, con el apoyo de los colegas, hemos alcanzado mayor prestigio, tanto ante la Real Academia Española (RAE) como ante las demás.
"Recibimos la visita de tres directores de la RAE: don Víctor García de la Concha, don José Manuel Blecua y don Darío Villanueva. Logramos que la presentación de la Nueva gramática la hiciera el propio director de la obra, el reconocido gramático don Ignacio Bosque. En la inauguración de la sede, el ilustre lingüista don Salvador Gutiérrez nos dio la primicia de la Ortografía, que él mismo dirigió.
“El logro más importante es el haber obtenido una sede digna y permanente. En esta lucha participamos todos los miembros con perseverancia. Recurrimos a ministros, embajadores y presidentes, y hasta al rey de España, para conseguir que el Estado aplicara un convenio, firmado en Bogotá en 1960, por el que los gobiernos de los países de habla española se comprometían a dar una sede digna a sus academias de la lengua. Finalmente, el gobierno de doña Laura Chinchilla nos la otorgó. El reconocido lingüista don Victor Sánchez es nuestro presidente y ejerce su labor de la manera más atinada”.
–¿Cómo reacciona ante el paso de los años?
–La vejez es una actitud mental. Somos viejos cuando perdemos las ilusiones y no tenemos metas; cuando no nos conmueve el canto de un pájaro o la sonrisa de un niño; cuando perdemos el entusiasmo y la alegría por esta maravillosa aventura de triunfos y fracasos, ilusiones y decepciones, amores y desamores que es la vida.
Deber de gratitud
Arnoldo Mora Rodríguez: Es un deber de gratitud expresar nuestra admiración por una dama, portavoz de la cultura en sus más altas expresiones. Cuando llega a los noventa fecundos años, besamos su frente de maestra y agradecemos al cielo el haber tenido el honor de tratarla por tantos años.
Lara Ríos: Estrella tiene una luz interna que ilumina el camino, y enseña con humildad. Es una luciérnaga con alas de gaviota porque, como ellas, ama el mar. Entrega su amor de modo humilde y sincero. Por esto me precio de ser su amiga y la felicito por sus noventa primaveras.
Ana Cecilia Arias Quirós: Resalto sus cualidades: su don de gentes, su manera cuidada de hablar, llena de sabiduría, de evocaciones, que promueve la reflexión. Su andar elegante, su figura menudita y su excelencia suscitan cariño sincero.
Amalia Chaverri: El primer rasgo que identifica a Estrellita es su amor por todas las formas en las que se expresa nuestra lengua. Estamos ante una gran Maestra –con mayúscula– que ha sembrado sus conocimientos con sabiduría en los caminos por los que ha transitado.
Julieta Dobles: Soy testigo de su devoción por la literatura, de su permanente ayuda a las causas nobles en la cultura, de su incansable papel como presidenta de la Academia, y de su exquisita sensibilidad ante el nuevo poema, el nuevo libro o la nueva inquietud que nos sobrecoge.
Mario Portilla: Al trabajar con doña Estrella, nos produce admiración su don de gentes, su perseverancia y su singular inteligencia. Al compartir espacios personales, nos admira su encanto, su buen humor, su lealtad incondicional. Es una persona buena.
Rafael Ángel Herra: Doña Estrella sigue hablando de literatura con una necesidad de contar, como les ocurre a los autores, y no como pretexto para contarse algo por medio del otro. Su estilo es cálido, dulce, inteligente, sin segundas intenciones. Celebro su amistad.
Juan Durán Luzio: Como profesora y como ser humano, Estrella Cartín encarna una de las más puras expresiones académicas: la de la universitaria, inclaudicable en su labor de enseñar, educar y guiar.
Carlos Rubio: Así como lo refleja su nombre, doña Estrella deja un resplandor de humanismo por donde pasa. El Quijote se alegra con su interpretación, y en sus escritos encontramos dimensiones desconocidas de la obra de García Márquez. Generaciones aman la literatura gracias a su legado.