En 1971 el Teatro Estudiantil Universitario (TEU) de la UCR, conducido por Alfredo Catania, decidió integrar el público de los barrios josefinos a los ya habituales espectadores del teatro. Lo haría con una obra de autor nacional. ¡Nada más acertado y oportuno!.
La “dramatización de lo inmediato” era una idea que le rondaba a don Samuel Rovinski y consiguió llevarla a la práctica, como se comprobará con varios de sus títulos para la escena. Creía que la selección de hechos o acontecimientos inmediatos, y su reordenamiento en el escenario, constituían el discurso crítico que ayudaría al espectador a comprender mejor su mundo, analizarlo y sacar conclusiones más objetivas. En el caso de la pieza que nos ocupa, fue un acierto, en ese momento. Una obra de teatro popular directo, “sin coqueterías literarias ni ideológicas”, como señaló un comentarista.
Es sabido que desde mediados de los cincuenta se inició una corriente migratoria del campo hacia la ciudad capital, que creció en las décadas siguientes. San José y sus alrededores ofrecía muchas posibilidades de estudio y, sobre todo, de trabajo en industrias, comercios, servicios, e igualmente en instituciones del Estado, el cual se convirtió en un gran empleador. Los barrios aledaños a San José también crecieron a gran velocidad.
Sin embargo, su población escasamente tenía acceso al teatro y acercarla a los espacios de representación era prioritario. Así que al proyecto del TEU se sumó, sin reservas, el recién creado Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, dirigido por Alberto Cañas Escalante. Más tarde lo haría la CCSS, por su interés en reforzar el área de prestaciones sociales, en sus clínicas periféricas.
Las fisgonas de Paso Ancho se estrenó el 9 de julio de 1971, en la escuela República de Haití, en Paso Ancho, como no podía ser de otra manera. El éxito fue inmediato y se empezaron a sumar otras comunidades de San José: Tibás, Desamparados, Alajuelita, Pavas, Guadalupe, Zapote, Barrio Cuba; y de provincias. Pronto, varias entidades públicas y privadas patrocinaron presentaciones y, por supuesto, fue el plato fuerte durante la Semana Cultural Universitaria, que se llevó a cabo del 19 al 25 de julio.
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El periodista y comentarista de teatro, Carlos Morales, anotó, entre otros asuntos, que había sido “definitivamente un acierto del grupo debutar con esta obra en una escuelita del sur, no solo por la destreza que ya apuntamos de Rovinski de haber retratado en todos sus detalles el drama familiar de nuestra gente de barrio, sino por el tino de Alfredo Catania al montar una producción tremendamente apegada a la realidad”. Dijo al final: “Las fisgonas de Paso Ancho son un bocadillo de teatro bien adobado, con la escenografía apropiada, que hará reír al ‘citadino’ y reventar en carcajadas al pueblerino”.
Guido Fernández Saborío, por su parte, hizo un recorrido histórico por el teatro popular en San José para celebrar que la obra de Rovinski retomara una tradición interrumpida en los años treinta. Anotó que los expedientes de la comicidad utilizados iban desde lo más elemental hasta lo más refinado y que los cincuenta minutos que duraba el espectáculo transcurrían veloz y ágilmente, gracias a que Alfredo Catania había escogido muy bien los prototipos, los exageraba hasta hacerlos ridículos, mas no grotescos.
Respecto del elenco, subrayó el apoyo teatral definitivo de Olga Zúñiga, Eugenia Chaverri y Anabelle Ulloa, las tres fisgonas, a las que sumó el trabajo antológico de Alejandro Herrera, en su papel de radioperiodista. Agregó que la máxima gratificación del elenco habría sido, seguramente, la experiencia de “comprobar que el público costarricense, de todos los niveles, puede reírse de sí mismo”.
Alberto Cañas Escalante, por su parte, agregó a las tres fisgonas citadas, a Leticia Castro y a Olga Marta Barrantes, para resumir: “¡Qué maravilla de composición! Cada una de las cinco logra proyectar un tipo y una individualidad”. Del grupo de actores dijo que suyos eran la farsa grotesca y el ballet que estaban muy bien. Destacó los aportes de Mario Alfagüell, en las canciones y Rudolf Wedel en la escenografía.
Cañas Escalante, varios años después, recordaría este montaje, el “original”, como una “milagrosa” puesta en escena de Alfredo Catania “acuerpada por un conjunto insigne de estudiantes”, que convirtieron el texto de Rovinski en un “bastidor sobre el cual director e intérpretes tejieron, improvisaron, bailaron y recorrieron triunfalmente teatros, salones de actos, salas comunales y cuanto espacio había en el área metropolitana, para culminar seis o siete meses después, en otra semana triunfal en el Teatro al Aire Libre del Museo, cuando ya la pieza tenía setenta o más representaciones”.
El premio nacional al Mejor Grupo teatral de 1971, como era de esperar, fue para el TEU.
Del 15 al 27 de setiembre de 1971 se llevó a cabo en San José el II Festival Cultural Centroamericano, con dos categorías: “A” Teatro profesional sostenido por universidades y “B” Teatro experimental de estudiantes. En la primera participó el Teatro Universitario de la UCR, con La segua, de A. Cañas; en la segunda, el Teatro Estudiantil Universitario de la UCR, con la obra comentada. El jurado fue de lujo: Pablo Antonio Cuadra, Rogelio Sinán, Hebe Grandoso, Guido Fernández, José Quintero y Miguel Suárez Radillo.
Entre el público asistente a este festival estuvo Manuel José Arce, dramaturgo guatemalteco, quien anotó sobre el montaje de Las fisgonas de Paso Ancho: “El trabajo de todos los actores fue impecable... […] Es con direcciones así como el montaje de una obra, además de divertir al espectador, enriquece técnicamente al actor y contribuye a crear promociones de gente de teatro que sabe hacer teatro”.
Los grupos costarricenses obtuvieron en esa ocasión varios premios: en la categoría “A”: Mejor director, Lenín Garrido y Mejor actriz, Haydée De Lev, por sus respectivos trabajos en La segua, de A. Cañas. En la categoría “B”: el Teatro Estudiantil Universitario de la UCR se acreditó el de Mejor grupo; Olga Marta Barrantes y Alejandro Herrera, los de mejor Actriz y mejor Actor, respectivamente. ¡Qué gran mérito; todavía resuenan los aplausos!