La Escuela Casa del Artista Olga Espinach Fernández, del Museo de Arte Costarricense, presenta Grace Herrera: exploración y transformación artística, una exposición que recorre diversos períodos y aspectos de la producción de la artista, los cuales reafirman la postura de la creadora del arte como una experiencia inseparable de lo humano.
Exploración por naturaleza
Grace Herrera Amighetti (1935-2021) se graduó en 1976 de la Licenciatura en Artes Plásticas, con énfasis en Pintura. A partir de entonces mostró una profunda inclinación por el lenguaje artístico y sus diversas posibilidades, lo que la llevó a incursionar en el grabado y a dominar la técnica del papel hecho a mano.
Los talleres en el Centro Regional de las Artes Gráficas (CREAGRAF) en la Universidad de Costa Rica le permitieron acercarse a estas técnicas, junto a otras experiencias que facilitaron el intercambio de conocimientos.
Por tal motivo, la exhibición aborda el proceso creativo de Herrera Amighetti a través de su constante investigación artística, en conexión con la idea del arte como experiencia humana.
Desde su formación en la Universidad de Costa Rica, a lo largo de su labor docente y trayectoria artística, la artista se caracterizó por una indagación sobre materiales y técnicas, así como una búsqueda de soluciones compositivas diversas, generalmente en torno a motivos y temas que reconfiguró a lo largo de los años, tal como lo señala el historiador del arte Efraín Hernández en el libro Grace Herrera Amighetti y la polifonía de lo artístico (2018). Sus temáticas incluyen el paisaje en simbiosis con la actividad cultural, la condición humana y, en particular, las memorias colectivas y personales.
A continuación, nos referiremos a algunas de las obras más destacadas de la exposición, con el objetivo de resaltar rasgos característicos en la producción de Herrera Amighetti.
La luz sugerida por el contraste entre el vacío del papel y la tinta en la xilografía Cahuita (1981), apenas nos permite una mirada sutil a los espacios de socialización del paisaje cultural caribeño. En concordancia con la dicotomía de la composición, entre luz y sombra, estos se traducen en dos escenarios aislados. El hombre en el balcón y la mujer en la ventana miran en sentidos opuestos, ignorando la presencia del otro. Esta misma desconexión entre los personajes se mantiene en su versión a la acuarela (sin fecha). Ambas obras evidencian el dominio técnico por parte de la artista, que supo aprovechar la mancha de la acuarela en contraposición a la plasta de color del grabado.
La obra Paisaje urbano (Todo se integra), óleo de 1975, es un atisbo al interés de la artista por la naturaleza. Inmerso en el contexto regional desde una perspectiva crítica sobre el crecimiento de las ciudades en el Valle Central, donde las montañas poco a poco cedieron paso a la mancha urbana. En aspectos compositivos, es un acercamiento a la descomposición de las formas orgánicas del paisaje que Herrera trabajó en composiciones no figurativas, como se evidencia en su obra Paisaje con río (acuarela, 2011).
La acuarela Mujer montaña (1985) nos introduce al binomio paisaje-mujer que Herrera incorporó a su pintura para representar el descubrimiento recurrente de lo femenino, ligado a su conexión simbólica con la naturaleza. El telurismo de Herrera muestra el diálogo entre la tradición artística costarricense y su deseo de renovación.
Se mantuvo constante en la práctica de la acuarela, pero enfatizó el color y la forma simplificada. Tal como se aprecia en su representación del paisaje guanacasteco, por ejemplo, el Sebú (1976), así como en otras de sus pinturas que retratan escenas con ropa tendida o vendedoras ambulantes que destacan el trabajo doméstico e informal de las mujeres.
La representación de lo femenino abarcó desde lo introspectivo hasta aspectos socioculturales, como una expresión de sus luchas internas y profundas. Esta aproximación está presente en la xilografía Tradiciones (1983), en la que se retrató en una de las tres etapas de la vida. Este grabado formó parte de la temática de la familia, que trabajó desde la década de 1980, tal como se reseñó en el artículo de La Nación Grace Herrera Amighetti expone acuarelas y grabados (1983).
La artista trató el papel fundamental de la familia en nuestra cultura desde el simbolismo de lo femenino. Las figuras en la escena se corresponden al pasado-abuela, presente-madre y futuro-hija. En esta unidad discursiva, la mujer-familia es generadora y multiplicadora de nuestros valores, tradiciones y creencias, modelando nuestras identidades y vínculos sociales.
Transformación artística
Grace Herrera orientó sus estudios sobre las montañas hacia una abstracción que buscó evidenciar lo instantáneo y variable del paisaje. Con el tiempo, estas formas y colores los conceptualizó en pinturas modulares e incluso en obras pictóricas tridimensionales sobre troncos encontrados.
La Figura #30 Natura (acrílico sobre madera modular, 1988) es uno de estos trabajos en los que la artista integró el proceso creativo en sus paisajes, dando lugar a un resultado con múltiples variables. Los paneles triangulares pueden ser reubicados, lo que permite alterar la obra según el movimiento de los módulos que la componen.
Otra propuesta estética en las obras de Herrera Amighetti, tanto conceptual como técnica, fue la búsqueda de lo ancestral a través del mestizaje cultural. En Cotona y cruz (técnica mixta con papel hecho a mano, 2001), el uso del papel artesanal, obtenido a partir de la investigación de fibras para la elaboración de la pulpa, se vinculó con su interés por las culturas autóctonas.
En sus notas, la artista menciona que la expresión estética de los pueblos primitivos la cautivó, ya que el estudio y la contemplación de estos objetos le revelaron su diseño ingenioso para integrar materiales, así como su dominio de la técnica y capacidad expresiva (Herrera Amighetti, s. f.). Los elementos simbólicos derivados de este interés fueron integrados en series como Íconos ancestrales (mixta, 2008).
La Estructura 4 (mixta, 2001) es el resultado de la integración de materiales para crear estructuras tridimensionales a partir de objetos encontrados y papel hecho a mano. En este proceso, consideró que las fibras naturales le abrieron un camino de investigación expresiva y técnica insospechado, brindándole una amplia gama de alternativas y posibilidades que la motivaron a seguir explorándolas. El resultado final fusiona el lenguaje primitivo con su mundo interior (Herrera Amighetti, s. f.).
La Escuela Casa del Artista Olga Espinach Fernández ofrece esta exhibición monográfica de Grace Herrera Amighetti con el fin de que los visitantes disfruten con nosotros de la exploración innata de la artista. Sus profundas e innovadoras búsquedas en el arte, entendidas como un lenguaje particular que responde a su propia realidad y propósito, mantienen vigentes sus postulados. La obra de esta artista permanece en el patrimonio artístico costarricense como una síntesis de la concepción del mundo y de su experiencia vital (Herrera Amighetti en ARS, 1980).