A sus 99 años, que cumplió el 17 de setiembre, Margarita Gómez sigue ejerciendo hasta el día de hoy, con pulso firme y trazo seguro, el oficio luminoso de la acuarela, de la que es maestra indiscutible. Con su mente clara, recuerda el momento lejano en que le manifestó a su padre que quería dedicarse a la pintura.
Fue así como ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes de Costa Rica, la primera academia de arte del país, creada en 1897, a instancias del presidente Rafael Yglesias Castro, la cual fungió bajo la dirección de don Tomás Povedano de Arcos hasta 1940. Allí recibió la formación academicista que se impartía en esa Escuela. En ese centro impartían lecciones grandes maestros como Emil Span, Ezequiel Jiménez, Juan Koch, Enrique Echandi y el mismo Povedano.
Margarita Gómez tiene el raro privilegio de ser la última persona sobreviviente de esa institución primigenia, donde había estudiado desde los siete años Teodorico Quico Quirós (1897-1977).
Este reconocido artista había hecho su carrera de Ingeniería arquitectónica en el prestigioso MIT (Instituto Técnico de Massachusetts). A su regreso, trajo al país las nuevas corrientes artísticas vanguardistas, generando un movimiento pictórico innovador que se conoce como la Generación Nacionalista, la Generación de los Treinta o La Nueva Sensibilidad (1927-1950).
A este grupo pertenecieron Manuel de la Cruz González, Margarita Bertheau, Fausto Pacheco, Francisco Amiguetti, Juan Manuel Sánchez, Max Jiménez, entre otros. Este grupo se rebeló contra el modelo academicista impartido hasta entonces y experimentó con nuevos estilos como el impresionismo, técnicas como la acuarela, la pintura al aire libre, los motivos rurales y costumbristas.
Con la creación de la Universidad de Costa Rica en 1940, la Escuela Nacional de Bellas Artes se incorporó a esta institución, con Teodorico Quirós a la cabeza.
Margarita Gómez se cuenta entre sus primeros alumnos. Luego, también ejerció como profesora, después de egresarse de la Facultad de Bellas Artes. Allí fueron sus profesores Fausto Pacheco, Manuel de la Cruz González, Francisco Amighetti, Quico Quirós, quien fue su profesor de óleo por muchos años.
Fue especialmente importante Margarita Bertheau, maestra indiscutible de la técnica de la acuarela; gracias a su guía, esta técnica alcanzó un gran desarrollo en el país. Con “la Bertheau”, y luego en el taller de Luis Daell, destacado alumno suyo, Margarita Gómez descubrió su verdadera vocación.
“Por influencia de Margarita Bertheau y posteriormente por Luis Daell, descubrí la pintura en acuarela y me apasioné por la misma debido a la espontaneidad y dinamismo que permite”.
— Margarita Gómez, acuarelista
“En la Escuela de Bellas Artes y bajo las enseñanzas de Quico Quirós tuve una excelente formación de la pintura en óleo. Sin embargo, por influencia de Margarita Bertheau y posteriormente por Luis Daell, descubrí la pintura en acuarela y me apasioné por la misma debido a la espontaneidad y dinamismo que permite. Además, la transparencia que se puede plasmar en las acuarelas es única, y los juegos de luces y sombras que se realiza con este tipo de pintura me ha hecho interesarme cada vez más por esta difícil técnica. En general, me apasiona la acuarela debido a que me otorga, por medio de simples manchas y trazados, la oportunidad de expresar lo más naturalmente posible las figuras, los paisajes y la manera en que observo la realidad en la que vivo”, cuenta ella.
“Me apasiona la acuarela debido a que me otorga, por medio de simples manchas y trazados, la oportunidad de expresar lo más naturalmente posible las figuras, los paisajes y la manera en que observo la realidad en la que vivo”.
— Margarita Gómez, acuarelista
Desde entonces, Margarita ha dedicado toda su larga y prolífica vida al difícil arte de la transparencia y la luz. Sus temas preferidos son los paisajes urbanos y rurales, interiores y exteriores, marinas, flores y figura humana.
Su carrera de acuarelista le ha traído grandes satisfacciones. Ha sido merecedora de numerosos premios y reconocimientos, como el homenaje y exposición de sus obras en la Galería de Exposiciones Temporales que le brindó el Decanato de la Facultad de Letras en 2016. Es miembro de la Asociación Costarricense de Acuarelistas. Ha participado en muchísimas exposiciones nacionales, tanto individuales como colectivas.
Su producción artística se encuentra en instituciones del Estado como la Asamblea Legislativa, el Instituto Nacional de Seguros, diferentes bancos, así como en residencias y colecciones privadas, oficinas, hoteles, en el país y en el extranjero, así como en portadas de libros.
Por sus méritos indiscutibles en el difícil dominio de la técnica de la acuarela y por su presencia ineludible en el desarrollo pictórico del país, Margarita Gómez es un referente importantísimo, sólido y permanente en la historia de las artes visuales de Costa Rica.