Áncora

Memoria del mundo, herencia de todos

Logro destacado: Costa Rica ingresó en el Registro Mundial del Programa Memoria del Mundo de Unesco con documentos ejemplares para la construcción de la paz, el consenso y los derechos humanos

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Una ilustración del Álbum de Figueroa, que es parte del registra nacional del proyecto Memoria del Mundo. Foto: Rafael Pacheco/Archivo LN (Rafael PACHECO GRANADOS)

La memoria es frágil, sea individual o colectiva. Sin embargo, si su acervo está vivo, se fortalece. Ese caudal suma las vivencias que orientan a las personas y a los grupos en la forja del presente, invocando los referentes que son la base para construir un futuro mejor.

La humanidad procura dejar impronta de sus hechos destacados, ya surjan de individuos excepcionales o de movimientos sociales notables. La memoria mundial es un abanico que aúna la maravillosa diversidad de productos de la inteligencia humana y que habría de ser imperecedero; no obstante, está permanentemente amenazado.

El devenir humano es lamentablemente pródigo en crímenes contra los conocimientos y en catástrofes que afectaron la heredad de los saberes. Esas situaciones han destruido concretos testimonios del pensamiento de los tiempos, que es nuestra dote común. Actos bárbaros o eventos naturales han eliminado capítulos enteros de la gran obra que todos construimos a diario. Los vaivenes históricos afectan la heredad mnemónica humana: accidentes, guerras o conflictos civiles o internacionales e inclusive simpatías y antipatías personales, embisten el patrimonio diverso de la sabiduría universal. Ocasionalmente lo doblegan; en el peor de los casos, lo desaparecen.

Una persona o un pueblo sin memoria no tienen historia ni porvenir. Además, ambos resultan eventuales víctimas de opresión, pues es más fácil someter a los amnésicos que a quienes blanden las herramientas defensivas que otorga la experiencia. Por ello, la memoria debe preservarse y protegerse.

Si bien la memoria es quebradiza, los pueblos sabedores de su valor identitario luchan por salvaguardarla. Para apoyar a esas colectividades y la toma de conciencia sobre la riqueza del acopio patrimonial de la memoria mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura –Unesco– coordinó y propulsó el Programa Memoria del Mundo (MoW: Memory of the World), en 1992.

“El Programa Memoria del Mundo nació de la necesidad de reflejar la diversidad de los pueblos, de las lenguas y de las culturas, así como de la urgencia de proporcionar acceso universal y permanente al patrimonio documental. Desarrolló planes de asistencia práctica, asesoramiento e información, fomentó la capacitación y vinculación de los diferentes partícipes que tuviesen proyectos pertinentes y se solidificó como un programa de gran utilidad para los Estados miembros del mismo. Ese intercambio es favorecedor de una mayor comprensión y diálogo entre los pueblos, como una decisiva herramienta para promover la Paz y el respeto por la libertad, la democracia, los Derechos Humanos y la dignidad”, asegura Boyan Radoykov, jefe de la sección de Acceso universal y preservación, del sector de Comunicación e información de la Unesco.

Desde su creación, Memoria del Mundo estableció el Registro Mundial de Patrimonio Documental de la Humanidad para indexar las propuestas de los Estados miembros del programa que fuesen aprobadas. Ahí figuran ítems determinantes en el desarrollo histórico de los pueblos que los produjeron e importantes para el concierto de las naciones.

El acopio incluye desde delicadas artesanías hasta grandes esculturas en sitios patrimoniales culturales, fondos documentales de archivos y museos, libros bautismales, diarios personales históricamente relevantes, atlas, mapas, etc.; aceptados por sus características únicas para el intercambio de conocimientos.

El programa contempla tres segmentaciones. La primera corresponde al Registro Nacional. Tiene un marco de acción local. Evalúa ítems específicamente importantes para cada país. Por ejemplo: desde 2009 en ese registro figuran el Álbum de José María Figueroa y los archivos del programa radial Escuela para Todos.

Una segunda categoría es el Registro Regional. Es más comprensivo que el anterior: se refiere a zonas más amplias. Tiene un comité para América Latina y el Caribe, conformado por nueve expertos y complementa el trabajo de los comités nacionales. El Comité Regional se reúne anualmente para revisar las propuestas y considerar su pertinencia para el Registro Internacional.

La tercera categoría es el Registro Internacional. Bienalmente, el Comité Consultivo Internacional (IAC: International Advisory Committee) selecciona las nominaciones de los Estados miembros y decide cuáles se propondrán para formar parte del repertorio mundial.

En noviembre del 2016, el archivo del escritor Salarrué (Salvador Salazar Arrué) ingresó al registro internacional de Memoria del Mundo de la Unesco, gracias a una propuesta de El Salvador. Foto: Wikimedia Commons.

En la más reciente reunión del IAC, que tuvo lugar en París del 4 al 27 de octubre de 2017, se evaluaron dos candidaturas de Costa Rica como nominaciones para integrar el Registro Mundial de Patrimonio Documental de la Humanidad. Eran los fondos correspondientes a la abolición del ejército en Costa Rica (presentado en el expediente 2016-42) y a la Corte de Justicia Centroamericana (expediente 2016-60).

Como embajador de Costa Rica ante la Unesco atendí el proceso, que contaba con el apoyo de los despachos del presidente de la República y de la primera dama, sumado el del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREC) y el del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), especialmente por medio del Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), su institución adscrita, que es custodio de los fondos propuestos.

En 2015 comenzó la ruta de selección y consolidación documental, presentación de atestados y cabildeo, coordinada con las instituciones antedichas. También apoyaron el Comité Costarricense de Memoria del Mundo, la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO (CCCU) y la Oficina Regional de Unesco en San José.

El fruto maduró al difundirse que nuestras propuestas figuraban dentro de las candidaturas aceptadas; luego, la exdirectora general de la Unesco, Irina Bokova, dio la aprobación definitiva y firmó los certificados el 30 de octubre de 2017. El presidente de la República, Luis Guillermo Solís Rivera, externó la noticia en un acto oficial en el Archivo Nacional, el 15 de noviembre.

Costa Rica ya contaba con inscripciones a nivel nacional y regional; sin embargo, ingresó por primera vez en el Registro Mundial de Patrimonio Documental de la Humanidad.

Lo hizo con declaratorias de impacto: dos testimonios de que una democracia puede sobrevivir desarmada. Al mismo tiempo, los fondos apelan a la práctica de la Cultura de paz y a nuestro modo de resolución de conflictos mediante tribunales, privilegiando la vía consensual y legal, no la bélica.

Los costarricenses hacemos un sólido aporte a la fortaleza de la memoria colectiva con la inclusión de estos fondos. Ambos comparten buenas prácticas de la experiencia nacional y exportan ejemplos que alimentan el pacifismo y lo consensual, no solamente como conceptos sino como activos compromisos.

Justamente orgullosos, podemos continuar pregonando que le declaramos la paz al mundo.

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