Su vida fue la pintura y su pintura fueron mujeres, enigmas, seres evocadores, toros, caballos y juegos. Aunque su legado, enorme, cotizado, ubicado en colecciones públicas y privadas y reconocido por la magia y sugerentes posibilidades de su arte figurativo queda intacto, su creador, Rafael Ángel Fernández Piedra, terminó su segundo tránsito por este mundo. A la edad de 82 años, este domingo 9 falleció uno de los pintores más destacados de Costa Rica, ganador del Premio Magón –por una vida dedicada al arte– y gestor cultural.
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“Ya mi papá, Rafa Fernández, ha sido llamado a la casa del Señor”, escribió su hija Alma Fernández Tercero, galerista que se ha dedicado a mostrarle al país el enorme legado de su padre.
La vela del reconocido artista será en la Funeraria Montesacro a partir de las 5 p. m. de este domingo. El lunes, la capilla ardiente será en el foyer del Teatro Nacional de 10 a. m. a 1 p. m.; luego se realizarán las honras fúnebres en la Iglesia de la Soledad a la 2 p. m.
Pincelada a pincelada, el pintor se ganó el cariño de Costa Rica y se convirtió en uno de los pintores más cotizados y prominentes del país. Desde hace décadas, su firma vale millones.
Hizo más de 100 exposiciones (individuales y colectivas) en más de una decena de países, incluyendo España, Francia, Estados Unidos y toda Centroamérica, y dejó cuatro grandes obras públicas: el telón de boca del Teatro Nacional, llamado Eterno femenino, y tres murales que están ubicados en la Parroquia de San Pedro de Montes de Oca, en el Club Unión y en la Clínica Marcial Fallas, en Desamparados.
Además del Magón, gran cantidad de homenajes, aplausos y dos decenas de reconocimientos, Rafa Fernández recibió tres premios nacionales en artes visuales.
Primer tránsito
Rafa Fernández recorrió su primera vida del 24 de octubre de 1935 hasta enero del 2002; fue un hombre apasionado, sanguíneo, vital, vivaz, que siendo un jovencito se dejó conquistar por la plástica en la Casa del Artista –luego estudió en la Escuela de Bellas Artes de Managua (Nicaragua)– y pasó de soñar con ser cantante y torero a construir un imperio pictórico que se hizo un lugar en el arte costarricense.
Su sello indiscutible fueron cuadros con inolvidables mujeres enigmáticas, personajes con quienes exploró los misterios femeninos; no obstante, antes de apostar por este camino, probó el expresionismo, con obras repletas de texturas, profundidades más oscuras, con cuadros algo surrealistas...
Se convirtió en un maestro de nuestra plástica por su trabajo pictórico en los años setentas y ochentas, que contribuye a conectar a Costa Rica con las preocupaciones de las artes visuales en la América Latina de entonces.
“Para la historia del arte costarricense, el cuerpo de la obra de Rafa Fernández en la década de 1980 es uno de los más innovadores de su tiempo, y lo consolidó como un exponente fundamental del arte moderno de fin de siglo”, aseguró Sofía Soto-Maffioli, directora del Museo de Arte Costarricense.
Aquel hombre que viajaba una vez al año a Madrid (España) para ir a los toros usó su arte para explorar su mundo plástico personal con una gran calidad técnica.
El artista también gestó iniciativas que fueron muy importantes: el Museo de la Miniatura, una selección de obras de gran calidad para que viajaran por todo Costa Rica, y el Parque de la Expresión, que se realizaba en el parque España y daba a conocer a muchos creadores.
En el 2002 recibió dos cornadas de la vida; aquel fue el parteaguas. Entre el 16 y el 17 de enero sufrió dos derrames y quedó en coma. Estuvo en cama más de 50 días, pero logró volver y comenzó una lenta recuperación; desde entonces, estuvo en silla de rueda y acompañado.
Aunque su cuerpo no le respondía igual, era un hombre que no se rendía y que no quería renunciar a la pintura. Volvió a poblar lienzos con mujeres, animales y magia. El creador cambió, pero su pasión estaba intacta.
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Para sorpresa de todos, se reinventó a punta de carboncillo y pinceles. Volvió a exponer, no una, sino más de una decena de veces. Incluso, en el 2016, mostró Imaginario en el Museo Municipal de Cartago que hizo un recorrido con más de 100 trabajos por todas las temáticas y juegos de esa segunda vida en la plástica
Tuvo una trayectoria extensa, de más de 60 años. Se sumergió en el arte a los 15 años y, desde entonces, tuvo una meteórica carrera en la pintura que hizo producir una infinidad de exposiciones y convertirse en un fenómeno de ventas, tanto que muchas veces ha sido copiado y sus trabajos han sido blanco del hampa.
Las suyas fueron dos vidas plenas, enormes (en todos los sentidos de la palabra).
Digno de recordar
Un autorretrato en los Uffizi: Desde el 2005, un autorretrato de Rafa Fernández se unió a la colección de la prestigiosa Galería Uffizi, en Florencia (Italia). La obra fue pintada en 1957 y muestra a un preocupado Rafa Fernández de 22 años.
En muchos museos: Las piezas creadas por este artista se encuentran en muchos museos de Costa Rica y el extranjero. Por ejemplo, hay creaciones suyas en el Museo de Arte Costarricense, Museo Nagoya (Japón), Museo de Arte Latinoamericano (Washington D.C., Estados Unidos), Museo de la Identidad Nacional (Tegucigalpa, Honduras), Museo Goya (Fuendetodos, España) y Museo Ralli de Arte Contemporáneo (Punta del Este, Uruguay), entre otros.
El pintor minotauro: Rafa Fernández y Luciana Castro Schumacher tuvieron una entrañable amistad que Camila Schumacher retrató en el libro La mariposa y el minotauro (2017, Editorial La Jirafa y Yo), el cual fue ilustrado por el propio artista.
Su familia: Este año, Rafa Fernández y Myrna Tercero Morazán celebraron 60 años de casados. Juntos procrearon a Jorge Rafael, Karla, Alma, Miguel Ángel y David. Tienen cinco nietos.
El Magón: Después de que Rafa Fernández fuera anunciado como ganador del Premio Magón 2002, el pintor aseguró: “El Magón, para mí, llega en el momento oportuno. Uno se lo merece después de tanto esfuerzo y tanto trabajo”. El artista acudió a la ceremonia de entrega en silla de ruedas y acompañado de su inseparable hija, Alma Fernández Tercero.