Pedro Almodóvar es como ningún otro. Inspirado en su vida, amigos y pasiones, se inventó su propia España, y tanto nos gustaron sus películas que España terminó cediendo. Ahora Almodóvar es la imagen internacional del cine español y sus estrellas, que se han reunido en torno a sus magnéticas historias por cuatro décadas.
Así es Pedro y así es su cine: tan real que parece fantasía, tan excesivo que desentierra verdades. Así es Extraña forma de vida (Strange Way of Life, 2023), su nuevo cortometraje que se estrena en Costa Rica este 21 de setiembre.
Ethan Hawke y Pedro Pascal protagonizan el western como dos amantes que se reencuentran tras dos décadas; el filme debutó en el Festival de Cannes en mayo y se mostrará en funciones especiales en el Cine Magaly, en San José (distribuido localmente por Pacífica Grey, en el mundo por MUBI). Se proyectará junto con una entrevista con Almodóvar donde profundiza en la película y en su proceso creativo.
En esta ocasión, Almodóvar vuelve su mirada nuevamente al deseo, al deseo entre dos hombres. El paisaje cambia: Extraña forma de vida (2023) es un cortometraje ambientado en el “viejo oeste”, o quizás un sueño nacido de tantas películas del western que han formado a Pedro, cinéfilo voraz.
Junto a cinco periodistas de América Latina vía Zoom, La Nación habló con Almodóvar sobre Extraña forma de vida y sus protagonistas, sobre su trayectoria y lo que queda por hacer tras su prolífica filmografía.
Primero que todo, hay Almodóvar para rato. Ya tiene dos proyectos en camino y los próximos tres años ocupados (”Digo yo... después la vida me sorprenderá”, dice). Recién publicó El último sueño (Reservoir Books), colección de 12 relatos escritos en distintos momentos de su carrera; en conjunto, los cuentos dibujan un retrato más redondo del cineasta y artista, con sus ansiedades del momento y los personajes que lo rodeaban.
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Pedro Pascal, Ethan Hawke y lo íntimo
Claro está, primero hay que hablar de Extraña forma de vida, cortometraje que despertó amplio interés de inmediato al revelarse su reparto.
Ethan Hawke es el icono noventero de la rebeldía y la pasión, un galán que nunca llegó a protagonizar blockbusters realmente, pero que se ha mantenido en el ojo público por su apostura, su inteligencia dentro y fuera de sus papeles, y un tino para elegir bien sus proyectos: de la trilogía de Before Sunrise (1995, 2004, 2013), ese romance eterno de un día, pasando por la alta tensión de Training Day (2001), y recién en pantallas con filmes aclamados como First Reformed (2017), The Black Phone (2021) y The Northman (2022).
De Pedro Pascal se habla en todas partes en los últimos años, después de revelarse su potencial en Game of Thrones. Desde entonces, se ha convertido en el hombre preferido de la televisión, con estelares en The Mandalorian y The Last of Us, por supuesto, así como infinidad de memes y publicaciones sobre su talento, su belleza y su ternura pública hacia su familia y amigos. Es el caso raro de una estrella que cae bien y tiene talento de sobra; un ídolo de pies en la tierra.
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“Cuando Pedro (Pascal) estaba haciendo Narcos, había como tres o cuatro actores españoles y casualmente yo había trabajado con todos antes. A veces me llamaban desde el rodaje y a veces Pedro estaba con ellos, aprovechaba para saludarme y me decía algo que he oído muchas veces y que me hace sentirme mayor: que él había crecido con mis películas”, cuenta Almodóvar.
“Después, yo estaba promocionando Madres paralelas en Nueva York, y él estaba allí haciendo El rey Lear con Glenda Jackson. Le llamé y vino a verme y estuvimos hablando toda la mañana. En este mundo de actores y directores nos basta con habernos encontrado una vez con alguien y ya eres amigo de toda la vida”.
“Ellos (Ethan y Pedro) se conocían personalmente, pero eran dos extranjeros en Madrid, en el verano caluroso del año pasado. Desde que empezamos a ensayar hubo una química enorme entre ellos dos que facilitó el rodaje”
Dichosamente los actores coincidieron, pues han sido el gran imán de la película. “Fueron mis dos primeras opciones. Les envié el guion e inmediatamente me respondieron y estoy muy contento porque ahora no concibo la película con otros intérpretes. Ellos se conocían personalmente, pero eran dos extranjeros en Madrid, en el verano caluroso del año pasado. Desde que empezamos a ensayar hubo una química enorme entre ellos dos que facilitó el rodaje”, dice.
Y Almodóvar... pues, ¿quién no querría trabajar con el director manchego? La lista de películas grabadas en la mente cinéfila desde hace 45 años parece inagotable: Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), Todo sobre mi madre (1999), Hable con ella (2002), Volver (2006), Dolor y gloria (2019) y hace poco, Madres paralelas (2021), que volvió a llevar a Penélope Cruz a los Óscar.
Sus películas son generosas con sus intérpretes, indelebles: Carmen Maura, Rossy de Palma, Marisa Paredes, Antonio Banderas, Victoria Abril... Algunos marcaron el cine con líneas frenéticas de enrevesados diálogos humorísticos; otros, con escenas de intimidad ardiente, reveladoras hasta el hueso. Lo alto y lo bajo, el éxtasis y el duelo: eso conforma su cine.
Extraña forma de vida vuelve a esos temas en un ambiente lo más lejano posible del Madrid consagrado de Almodóvar, pero curiosamente cercano a España. Es un western, una película de vaqueros a la vieja usanza, pero arraigado en aquellos westerns europeos que encontraron en la aridez española una segunda vida en los años 60.
Pedro nos cuenta que filmó el corto en Almería: “El western es muy generoso, nos ha dado cantidad de obras maestras además de las evidentes, como La diligencia (1939, John Ford). Tenemos el western europeo cuyo canon inventó Sergio Leone. Hemos rodado en dos decorados que él hizo para la trilogía de Clint Eastwood porque continúa en pie el decorado y el desierto está allí al lado también”.
Hay muchas referencias más a la historia del género de vaqueros en esta película, coproducida por El Deseo de Almodóvar y Saint Laurent, cuyo diseñador Anthony Vaccarello hace el vestuario aquí también. “De El Dorado, copié los trajes de las prostitutas mexicanas. El villano va vestido como Burt Lancaster en Vera Cruz, de Aldrich. Después, hay una escena de homenaje a Sam Peckinpah, que cambia la forma de hacer el western en The Wild Bunch, donde hay una escena donde dos forajidos y tres prostitutas le dan tiros a las tinajas, pero termina distinto de mi película. La cazadora verde la saqué de Bend of the River...”, recuenta el cineasta, quien mientras habla da la impresión de haber visto todos los clásicos varias veces.
Almodóvar ante los vaqueros y el deseo
Desde el inicio de la película se mezclan lo engañoso con lo seductor, la fantasía y el erotismo con el peligro. El modelo y actor Manu Ríos aparece como un vaquero-sirena y sus labios modulan la versión de Extraña forma de vida, fado de Amalia Rodrigues en voz de Caetano Veloso.
“En este caso, Caetano puede cantar una canción entera así, en falsete, y resulta muy natural; es una voz muy femenina. Ese equívoco que hay en el falsete también me venía bien para la historia. Para mí, la extraña forma de vivir es la de los hombres que viven de espalda a sus propios deseos”, cuenta Almodóvar.
Silva (Pedro Pascal) regresa frente a Jake (Ethan Hawke), quien ahora es el sheriff... pero ellos, 20 años atrás, se conocieron como forajidos, al margen de la ley. Entonces hubo pasión y entrega, ahora un silencio cómplice. Las miradas seducen, las palabras confiesan. Aquí empieza nuevamente el romance u otra trampa. Han venido por otra cosa, no solo para reencontrarse en una noche de pasión, que la hay y de sobra. Ha ocurrido un crimen, se sospecha del hijo de Silva y Jake está al tanto.
— En esta película encontramos un choque entre los códigos morales o las prioridades de cada uno de los personajes. ¿Cómo decide explorar esa tensión entre distintos conceptos del honor o del deber? ¿Cómo lo conecta con la historia y la tradición larga del western sobre estos temas?
— El western desarrolla cuestiones tradicionales: la familia, la posesión de una tierra y el sentido del honor, pero curiosamente el sentido del honor no lo establece la justicia, cada uno tiene su noción de lo que es honrado o no. En muchas películas, la justicia la ejercen los forajidos. Hay muchas películas en las que un pueblo contrata a un hired gun para que los defienda.
”El honor en el caso del sheriff Jake es monolítico: tiene que buscar un asesino y eso para él es esencial y primordial, porque a su padre y a su hermano prometió que en un caso como este lo haría. En el caso de Silva, tiene que proteger a un hijo que no le gusta, que sabe que es un villano, pero que como padre tiene que proteger. Hago hincapié, ya que estoy hablando de los hombres, en ese deseo que manifiesto en la propia escena, en el modo en el que se miran. Las miradas también son libres y desnudas en esta película. De hecho hay un momento en el que Pedro Pascal mira con tal intensidad a Ethan Hawke que el sheriff le dice: ‘Por favor, no me mires así’.
“Lo que quería dejar claro es que estos dos hombres tienen una segunda intención cuando se reúnen, no se reúnen para follar. Pero los dos siguen sintiendo la misma pulsión pasional y erótica de hace 25 años, entonces cada uno piensa en su cabeza: ‘Soy un sheriff y mañana voy a salir en busca de un asesino; yo soy un padre y voy a defender a mi hijo’. Pero prefieren olvidarse de ello la primera noche, entregarse al alcohol, que esto relaje la situación y estar follando hasta el amanecer. Es muy importante esta segunda intención porque no es una reunión romántica, aunque acaben los dos en la cama. Es una reunión interesada por parte de ambos”.
Extraña forma de vida troca así en un retrato de ese deseo carnal que desborda los límites que cada personaje se puede haber dibujado. No es la primera vez que una película de Almodóvar descarrila la trama y la enfila hacia otros descubrimientos.
—Tanto en esta historia como en La voz humana (2020), estamos viendo un fragmento de la historia, no tenemos todo el contexto y llegamos en un momento específico. ¿Cuál es la intención de contar la historia así, de soltar una bomba tan grande sin darnos ese contexto?
—Ha sido algo caprichoso que me he permitido, porque empecé haciendo cortos y de repente, hace cuatro años, me di cuenta de que me apetecía mucho hacer cortos. Sobre todo me alegró mucho en el momento de hacer La voz humana (2020, con Tilda Swinton). La hice en 30 minutos, que es lo que dura el texto de Jean Cocteau, pero la verdad es que su texto casi desaparece. El 70% lo reescribí yo porque en Cocteau la mujer era muy pasiva, se echaba la culpa todo el tiempo, y eso es algo que una mujer podía hacer en los años 30 pero que ahora mismo, ninguna mujer se sentiría reconocida en ese papel. Lo hice en un formato pequeño porque me sentía mucho más libre que haciendo una película larga.
“Las películas que he hecho, las he hecho en absoluta libertad, pero en una película de hora y media, tienes un compromiso con la realidad mayor que en un capricho de 30 minutos”.
“Las películas que he hecho, las he hecho en absoluta libertad, pero en una película de hora y media, tienes un compromiso con la realidad mayor que en un capricho de 30 minutos. Era en época de confinamiento además; me permito fotografiar el lujo de ese decorado, ver que ella está confinada en un estudio grande donde se filman las películas. Este experimento lo disfruté mucho y no me veo haciendo eso en hora y media. Nunca he hecho acción y en Extraña forma de vida hay acción, poca, pero la hay. Prefería experimentarlo en dosis pequeñas, en 31 minutos, porque me siento más ligero.
“No he perdido nunca la sensación de libertad ni independencia haciendo mis películas, pero he recuperado un brío, una ilusión... es como si me hubiera rejuvenecido”
“Me gustaría todavía hacer un tercer corto sobre viejos amantes, hacer una trilogía. Hay una canción de Jacques Brel, que se llama La canción de los viejos amantes, que si hago una trilogía me gustaría ponerla como fondo en la película.
“No he perdido nunca la sensación de libertad ni independencia haciendo mis películas, pero he recuperado un brío, una ilusión... es como si me hubiera rejuvenecido. Me han preguntado tanto acerca de cómo sigue esta película, que a lo mejor debo hacerlo; he escrito ya la continuación del futuro de estos dos y sería una especie de película de Sam Peckinpah, donde el hijo va y mata al amigo de su padre, le roba y se convierte en un forajido, tiene su propia banda y va dejando huellas a donde quiera que va y es muy fácil seguirle las huellas...”.
“Los 80 son mi primera década como director, entonces tanto en Átame como en La ley del deseo, las escenas de sexo son muy explícitas, son muy importantes para la historia, pero también yo era muy joven y necesitaba abordarlas con esa libertad visual”
Los espectadores están acostumbrados al erotismo en las películas de Almodóvar, a la sensualidad de sus imágenes. Sin embargo, es claro que ha pasado el tiempo entre una película como ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) y las más recientes, más leves en ese aspecto, y no por ello menos fijadas en el deseo.
“Los 80 son mi primera década como director, entonces tanto en Átame como en La ley del deseo, las escenas de sexo son muy explícitas, son muy importantes para la historia, pero también yo era muy joven y necesitaba abordarlas con esa libertad visual. Ahora mismo no soy tan joven, así que mi modo de acercarme a la fisicidad en cuanto al sexo de estos dos personajes cambia; es muy importante porque es una película sobre el deseo”, explica Almodóvar.
“Las palabras desnudas pueden ser tan eróticas y tan sensuales como pueden ser los cuerpos desnudos”.
“(En Extraña forma de vida) he preferido en vez de desnudar los cuerpos, desnudar las miradas y las palabras de los actores. Las palabras desnudas pueden ser tan eróticas y tan sensuales como pueden ser los cuerpos desnudos. Yo ya había mostrado cuerpos desnudos, pero creo que en el western, un género muy masculino, nunca se han oído frases como las que dicen mis protagonistas. No creo que en ninguna película alguien haya dicho: “Extraño destino el nuestro. Ha tenido que morir tu cuñada para que nos encontremos juntos en la misma cama”. Para mí era más importante subrayar esos textos que los cuerpos”, reflexiona el realizador.
Los hombres de este viejo oeste imaginario se dibujan en la masculinidad reforzada de las viejas películas, duros, impasibles. “El western es un género que ha sido absolutamente masculino. Ha dado decenas de obras maestras, pero a mi modo de ver hay una zona inexplorada en él, que es el deseo, el deseo entre los hombres, siendo un género lleno de masculinidades. Al escribir, era esa zona la que quería desarrollar; podía hablar de un aspecto de los personajes que hasta ahora no he visto en ningún western. Lo más cercano que he visto es Brokeback Mountain, de Ang Lee, pero son dos pastores, no son cowboys, ni hired men ni pistoleros”, considera Almodóvar.
“El western es un género que ha sido absolutamente masculino. Ha dado decenas de obras maestras, pero a mi modo de ver hay una zona inexplorada en él, que es el deseo, el deseo entre los hombres, siendo un género lleno de masculinidades”
El cine que viene para Pedro Almodóvar
Como todos en el mundo del cine estos días, Almodóvar está ansioso por ver cómo se resuelven las huelgas de intérpretes y guionistas en Hollywood. Aunque en el resto del mundo, como en España, el cine se produce de manera muy distinta, lo que decidan los grandes estudios probablemente impactará industrias más pequeñas y, por ende, el cine de arte como el suyo.
Es un cine que ha sufrido la pérdida de espectadores, considera el director de Todo sobre mi madre. “Los cinéfilos han dejado de ir. En España el cine de autor ha perdido como el 70% de su asistencia y en Francia no tanto, pero por lo menos el 50%. Siguen funcionando los blockbusters, no tanto como antes. Yo creía que los cinéfilos eran la gran esperanza”, lamenta.
“Da la impresión de que este cine está en su crepúsculo, pero yo seguiré haciendo el cine que hago, entonces no quiero pensar así. Pero la situación ahora mismo es bastante precaria. No sé si es irreversible, quiero creer que no. Los jóvenes que van al cine han decidido ver otras películas, no las de autor, o no verlas en la gran pantalla. Quiero creer que habrá algún joven que descubra la capacidad de hipnosis que tiene una gran pantalla, que contagie a sus compañeros y descubran lo que es el cine proyectado en la gran pantalla”, considera Almodóvar.
Por su parte, él seguirá creando, como ha hecho sin parar desde los años 70. Ya varias generaciones saben qué esperar de Almodóvar y aún así, sorprende con cada cinta. “Tengo dos guiones terminados, uno en inglés y uno en español, lo cual quiere decir que los próximos tres años los tengo cubiertos ya. Y después ya no sé, no sé qué va a ser de mí ni de esas películas”, anuncia.
— Este año publicó ‘El último sueño’, con sus cuentos, y son ya 45 años de haber empezado a filmar... ¿Qué sigue siendo lo más desafiante, lo más intimidante de filmar en un momento como este que vivimos, para el cine, para el arte?
—Cuando escribo soy la persona más libre del mundo. Esa libertad no la tengo tanto cuando vivo. Cuando vivo, pienso mucho más las cosas, no soy tan valiente como cuando escribo. La historia es la que manda e incluso tengo que escribir cosas que me arañan por dentro, pero si el guion me lo pide, ahí estoy. Trato de que no haya temas en los que no pueda entrar. Hay uno que sí toco con mucho cuidado, mirándolo de lado, que es la pederastia. Vengo de una educación religiosa con miles de casos de pederastia y la mayoría sin investigar. Ya hice La mala educación, donde toco el tema, pero lo relacionado con un actor que deba ser un niño... Es un elemento tabú para mí, y creo que es el único.
“Hablo mucho de mí de un modo indirecto en todas mis películas. No es que todo sea autobiográfico, pero he vivido en casi todos los decorados, todas las épocas que aparecen en mis películas”.
“Hablo mucho de mí de un modo indirecto en todas mis películas. No es que todo sea autobiográfico, pero he vivido en casi todos los decorados, todas las épocas que aparecen en mis películas, y si algo me causa problema, aunque es el guion el que me indica qué debo hacer, es que me da miedo hacer mal a personas que me rodean porque de algún modo hay algún elemento inspirado en ellas.
“Uno no quiere herir a quienes conoce, con quienes forma un círculo, pero a la hora de escribir, necesito libertad. A veces, pienso que los que escribimos para cine somos personas peligrosas porque los que nos rodean no pueden estar seguros de que haya una frase, una actitud o algo de ellos que después se va a convertir en un elemento cinematográfico y a lo mejor eso no les guste”.
“A veces, pienso que los que escribimos para cine somos personas peligrosas porque los que nos rodean no pueden estar seguros de que haya una frase, una actitud o algo de ellos que después se va a convertir en un elemento cinematográfico y a lo mejor eso no les guste”.
Para nosotros, que nos hemos criado con su cine, esa honestidad tan explosiva ha sido una educación. Años después de Mujeres al borde de un ataque de nervios, nos seguimos riendo con sus disparates; años después de La flor de mi secreto, seguimos llorando con sus dramas. Ha sido una educación en la libertad, también: la libertad de amar, de ser, de provocar caos y de rehacer la vida por medio del cine. Como Almodóvar dice, nada se compara con la gran pantalla.