No importa si se trata del manco de Lepanto o de Leonardo: enfrentarse siempre a hablar sobre los grandes nombres del arte y la cultura supone el reto de alejarse los lugares comunes.
Las artes siempre han arrastrado ese conflicto a lo largo de la historia universal, pero no porque sea complejo debería ser algo imposible. Así lo asume Mauricio Arley, autor del libro Borges en una banda infinita, un ensayo que ofrece nuevas miradas sobre el autor argentino de los sueños, los laberintos y los jardines que se bifurcan.
Leer este libro implica sumergirse en aquella biblioteca infinita que el propio escritor suramericano imaginó: Arley habla de sus facetas, de sus logros, de sus contradicciones y de cómo ha envejecido el nombre de Borges tanto en lo literario como en lo sociológico.
Borges, sin dudas, fue más que un escritor. Es una influencia absoluta, no solo para nuestro continente, sino para las formas de crear e imaginar paisajes donde el umbral entre la fantasía, el sueño y la vigilia no importan.
Mauricio Arley sabe muy bien de todo lo que implica sentarse a estudiar su obra. Desde hace diez años, este profesor de literatura y psicoanalista costarricense ha inspeccionado con lupa todo lo que el argentino ha escrito. Incluso su tesis para el Doctorado en Lenguas y Manifestaciones Artísticas y Literarias de la Universidad Autónoma de Madrid fue enfocada en Borges.
Sobre describir todo lo que el argentino implica, Arley conversó en entrevista con Viva, a la luz del lanzamiento de su libro publicado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED).
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—¿Qué lo llevó a realizar este libro? ¿Qué circunstancia lo hizo decidirse?
—Fue la amistad mística que fui creando con la escritura de Borges. Este vínculo fue base para escribir mi tesis doctoral en el 2015, cuyos directores Juan Carlos Gómez y Tomás Albaladejo de la Universidad Autónoma de Madrid se convirtieron posteriormente en amigos. Incluso cuando empecé a trabajar en la Universidad de Costa Rica en el 2008, pronto conocí al profesor emérito Óscar Montanaro, quien fue otro cómplice en este recorrido entre Borges y la amistad.
“Proust decía: “la lectura es una amistad”. Y para quienes vemos la lectura como una experiencia de amistad, los libros no son objetos de mercado, sino agentes espirituales y hedonistas. El propio Borges pudo percibir algo similar al conocer a Cansinos en 1920, en Madrid, al ser impactado por la idea de que en las bibliotecas habitaban personajes dormidos, hasta que aparecía alguien y al abrir un libro rompía el conjuro. En este sentido, escribir acerca de Borges ha sido para mí una forma de exorcizar a tantos personajes construidos por el bibliotecario“.
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—Es una pregunta tramposa, ¿pero qué es lo que más le fascina sobre la figura de Borges?
—Borges fue un hombre resiliente, tomó el miedo y lo convirtió en una experiencia digna de contar. Cuando Borges era niño le tenía miedo a los espejos, pero a la vez jugaba con caleidoscopios y quizá esta integración entre miedo y juego permitió generar en él un interés por relatar cuentos donde abundan espejos, dobles... Incluso Borges tiene su propio doble en los relatos de ficción. Mi experiencia como psicoanalista me ha llevado a seguir esa misma lógica de integrar el miedo con el placer como estrategia terapéutica para tratar eventos traumáticos.
“Al quedar ciego, relató que ‘en la ceguera el mundo se llena de luz’ y ese gesto resiliente es otro ejemplo de que la calidad de vida que llevamos depende mucho de cómo enfoquemos nuestra posición en el mundo. Borges no se privó del placer, siguió “leyendo” aún estando ciego, lo hacía a través de la lectura que otra persona podía hacer para él”.
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—¿Cuál es su criterio sobre la relación de Boges con el público? ¿Solo existe un público delimitado, por edad o por cultivo académico, o más bien es una literatura abierta para todos?
—Aún se sigue hablando en los programas de estudio acerca de “lecturas obligatorias”. Creo que el reto educativo de hoy es integrar ideas que habitan en los libros con fuentes que las personas consumen con mayor intensidad. Por ejemplo, al ver la película Doctor Strange en el multiverso de la locura, noto muchas bases teóricas que he desarrollado en mi libro. La teoría nos brinda instrumentos para leer complejidades ocultas entre textos literarios, películas, pinturas, etc.
”Hoy habitamos un mundo de la inmediatez, todo se quiere obtener rápido y eso lleva también a vivir tan dramáticamente distintas expresiones de ansiedad. Leer es un ejercicio de pausa, asimilación, de sentarse o recostarse.
”Borges reconoce que si una lectura genera tedio, es mejor dejarla, pues eso espanta posibles futuros encuentros de goce personal al leer. Lo importante es no pasar actuando compulsivamente por la vida, pues eso mata el placer por vivir”.
Hay distintas versiones de Borges, así como nosotros, como seres humanos, vamos recreando diversas expresiones. Borges señala que su escritura de joven era críptica, llena de complejidad, pero que con los años se fue transformando. Por esto, habría que definir la atracción por los textos de Borges a partir de la etapa de su escritura.
— Mauricio Arley, escritor y especialista en Borges
—Mucha gente piensa que todo está dicho sobre los autores canónicos. ¿Tuvo algún temor de repetir alguna reflexión que haya escuchado-leído en otro lugar?
—En mi libro señalo que luego de consultar diversas plataformas académicas, hallé más de 5.000 estudios realizados acerca de Borges y claro, debía hacer esa revisión para considerar qué novedad había en mi propuesta. En la vida, he ido formando amistad con personas en el área matemática y eso me ha permitido asimilar formas de cómo conciben el mundo literario. En el 2016 escribí el libro Matemática y Literatura en juegos de laberintos, en coautoría con dos amigos y profesores matemáticos Edwin Acuña y Gerardo Araya. Incluso con el topólogo de la UCR, Héctor Barrantes, ya he conversado para que escribamos un nuevo libro que permita integrar topología y literatura.
”En La historia de Plattner y otras narraciones (1897), H. G. Wells narra que G. Plattner, luego de iniciar un experimento químico, es enviado a otro universo, pero al regresar al original, descubre que su corazón está en su lado derecho. Este texto es un ejemplo de que la literatura se ubica antes que la crítica literaria. Mi ejercicio de lectura se fundamenta en plegar textos de Borges para develar transformaciones que siguen lógicas similares a las de Wells”.
Borges fue un hombre resiliente, tomó el miedo y lo convirtió en una experiencia digna de contar. Cuando Borges era niño le tenía miedo a los espejos, pero a la vez jugaba con caleidoscopios y quizá esta integración entre miedo y juego permitió generar en él un interés por relatar cuentos donde abundan espejos, dobles”
— Mauricio Arley, escritor y especialista en Borges
—Borges representa acérrimos fans, así como radicales haters. ¿Por qué cree que el autor genera esas posturas tan fuertes?
—Hay distintas versiones de Borges, así como nosotros, como seres humanos, vamos recreando diversas expresiones. Borges señala que su escritura de joven era críptica, llena de complejidad, pero que con los años se fue transformando. Por esto, habría que definir la atracción por los textos de Borges a partir de la etapa de su escritura.
”Pero, por otro lado, las persecuciones políticas peronistas que sufrieron muchas familias argentinas, entre estas la familia de Borges, dejó heridas en cómo algunos percibían al escritor. La historia está llena de ejemplos de cómo la política puede deshumanizar. En una de las biografías de Borges, el investigador Woodall reveló que “Borges siempre sostuvo que fue el propio Perón quien personalmente había dispuesto su promoción a inspector de pollos y conejos”, esto luego de removerlo de su puesto como bibliotecario”.
—¿Qué siente usted que significa la obra de Borges como influencia para la literatura costarricense? ¿Es algo que se pueda diseccionar?
—Por un lado, Harold Bloom ha destacado que Borges es uno de esos escritores que más han incidido en el devenir de distintas producciones literarias en la literatura hispanoamericana del siglo XX. Pero, por otro lado, Umberto Eco confesó: “Borges me había influido de manera inconsciente”. Así, la literatura ofrece un espacio en el que los textos pueden guardar intertextos de otras fuentes y esto puede ocurrir de forma consciente o inconsciente.
—¿Cómo cree que se pensará a Borges dentro de 50 años? ¿Cómo cree que envejecerá el recuerdo del autor?
—El minotauro salió del laberinto de Creta y migró a ciertos textos de Borges. Esta dinámica solo es posible por la vitalidad de la pasión que generan los textos intemporales. (Roland) Barthes rescata una idea de (Friedrich) Nietzsche acerca de que “un hombre laberíntico jamás busca la verdad, sino únicamente su Ariadna”, así, en caso de que en 50 años o 500 años haya aún algo de los textos de Borges que permita integrarse a las pulsiones de la vida, en tal caso Borges seguirá siendo vigente, así como ocurre con la Biblia para muchas personas.
—¿Cuál es su mayor expectativa con este libro? ¿Qué es lo que más quiere dejarle al lector?
—Cuando hay situaciones en la vida que requieren de parte de nosotros una respuesta resolutoria o bien, como diría Viktor Frankl, escoger la actitud con la que se afronte un sufrimiento, nos damos cuenta de que debemos dejar de transitar la vida de manera lineal. Hay que aprender a curvar la realidad. La lectura literaria nos puede brindar diversas perspectivas para reflexionar acerca de nuestra vida y sentirnos felices por vivirla, lo cual requiere periódicas transformaciones. Así, la vinculación que trabajo en el libro acerca de topología y literatura puede verse como un modelo teórico para que algo de esta lógica permita visualizar dobleces en la vida.
¿Dónde encontrarlo?
Puede conseguir Leer a Borges en una banda infinita en librerías de la EUNED en Cartago, Heredia y Sabanilla. También en la librería virtual en el sitio web editorial.uned.ac.cr y llamando al teléfono 2527-2000. Tiene un costo de ¢4.000.