Las obras firmadas por Kyle Boza siempre tienen un componente de desasosiego; una denuncia que se esconde entre personajes que parecen ser uno más del entorno que habitan.
Boza vuelve a la arena del teatro con Santiago, obra confeccionada a través del Colectivo Tres Paredes y que trae una fuerte y desgarradora historia revelada por el actor Cristian Esquivel, quien también firma la dramaturgia.
Santiago cuenta la llegada de un nuevo sacerdote a una comunidad. El cura conoce secretos que no toda la gente está lista para afrontar; sin embargo, poco a poco gana confianza y empieza a tomar acciones para su beneficio.
La obra viene actuada por el propio Esquivel, acompañado de los veteranos Leonardo Perucci y Carlos Alvarado. Sobre las dificultades en torno al tratamiento de este tipo de obras, el director y dramaturgo Kyle Boza reflexionó con Viva.
-La obra nace de un proceso de investigación del actor Cristian Esquivel, ¿podría ahondarnos más sobre ese aspecto?
—En marzo del 2018, Cristian cursó un taller abierto sobre Teatro Terapia y Bienestar en Artes Dramáticas en la Universidad de Costa Rica. A lo largo del taller se enfrentó a diversos ejercicios que estimularon su cuerpo y mente y dio como resultado un texto que decía lo siguiente:
“Yo, Santiago, un cura silenciado no solo en mi voz sino también en mi cuerpo y mi movimiento. Cada noche avanza mi penitencia, de rodillas, quiero salir, gritar, la puerta está cerca pero mi mano me detiene, me silencia. Mi lucha es interna, mi cabeza gira con vida propia y mis rodillas cargan el peso. Mi pasado me llama, deseo salir y vivir fuera de este lugar. Nunca he gritado, no se me permite. Mi derecha me lleva por lo correcto, mi izquierda no piensa igual. Nunca lograré salir de este lugar, mi grito nunca será escuchado.”
Este es un texto que trae a la memoria de Cristian un hecho ocurrido a sus 13 años de edad, cuando un sacerdote abusó sexualmente de él. Este hallazgo detonó un interés mayor en seguir trabajando e investigando como artista sobre este acontecimiento personal con el interés de llevar a escena un montaje teatral donde pueda dar voz a su abusador, un sacerdote joven atormentado por la culpa.
—Está muy claro que el tema principal de la obra es la culpa, pero es un sentimiento muy relativo. ¿Cómo conectar este sentimiento con los tres personajes del montaje?
—Efectivamente, la culpa es muy relativa, en especial si no la sentís, si te parece que las acciones están justificadas o si la culpa se ha bloqueado para poder seguir viviendo. Hay muchas formas de llevar la culpa. En esta obra los personajes llevan una culpa relacionada a un mismo acontecimiento, pero desde diferentes perspectivas y grados de conciencia, eso es lo que los amarra a estar constantemente revisitando sus actos, sus palabras, ya sea en sueños o en confesiones. A la vez es un sentimiento con el que podemos relacionarnos y desde el que podemos actuar, pues la culpa nos puede llevar al silencio o a romperlo.
—Que la obra tenga la figura del sacerdote siempre es algo complejo. ¿Qué aporta que aparezca un personaje con este oficio, que siempre tiene el chance de resultar polémico?
—Más aún que esta obra no solo tiene un sacerdote, sino que tiene tres. Eso potencia lo polémico. Pero no lo hacemos por eso, sino porque la historia debía de contarse desde un punto de vista y el que nos ofrecía más posibilidad era el de los sacerdotes. Además, la investigación de Cristian nació desde esa figura por lo que también fue nuestro punto de partida.
”Intentamos tratar el tema con el mayor respeto, entendemos la importancia que tiene para muchas personas no solo la figura del sacerdote sino todo lo relacionado a la iglesia, por eso no reproducimos con exactitud ritos o vestuarios y tampoco buscamos criticar otros temas en torno a la Iglesia. En cambio buscamos entrar en el sujeto más allá de su oficio.
—¿Qué tanto moldeó usted como director las personalidades de cada protagonista y cuánto fue el modelaje que aportó cada intérprete?
—En primer lugar, al escribir el texto ya hay una influencia de mi parte en el tono y palabras que usan los personajes, en el humor que tienen. Sin embargo, como director no busco limitar esa parte que aporta cada interprete, por lo que permito que modifiquemos el texto para hacerlo más cercano a cada uno y que cada quien proponga el personaje desde donde sienta que le permite profundizar más. Esto lo discutimos conforme vamos avanzando en el montaje y lo seguimos modificando incluso durante las funciones.
”Además, al contar con intérpretes con tanta experiencia como Carlos Alvarado y Leonardo Perucci, sería un error no aprovechar ese conocimiento y esos años de tablas que traen con ellos. Sus aportes son vitales para darles vida a los personajes, así como lo es su escucha a las acotaciones y al trabajo en equipo. Ellos, junto a Cristian Esquivel, dan todo en cada función y llevan a los personajes a lugares que yo no había ni siquiera pensado.
—A la hora del montaje, ¿cómo estableció el tono de la obra?
—Debido al tema que toca la obra, teníamos claro que el montaje no podía estancarse desde el inicio en un tono oscuro, no podíamos llegar de inmediato a una confrontación y volverla una pieza pesada. Por eso iniciamos desde otro lugar, muy casual, incluso chistoso, con algunos malentendidos que crean situaciones inesperadas.
”Aquí la composición musical de Alejandro Jiménez y el diseño de luces de Katherine Bermúdez, que acompañan la progresión del tono y el ambiente del montaje.
—¿En qué momento del montaje se sintió satisfecho con el resultado?
—Todavía no estoy satisfecho. A pesar de que la obra ha tenido funciones fuera de San José no hemos tenido temporada, por lo que todavía nos falta ese extra que da tener varias fechas seguidas y que finalmente estamos teniendo en la Vargas Calvo. Creo que este elemento va a potenciar muchísimo las interpretaciones y el ritmo general de la pieza. Por otro lado, siento que estar satisfecho no debería ser un punto final, me siento feliz con lo que hemos logrado pero tengo claro que todavía hay muchos ajustes que podemos hacer para mejorar.
”Uno de los puntos con los que más feliz me siento en este momento es con las actuaciones de los tres actores, la complejidad de los personajes hacen que no sea una obra fácil de transitar como actor y el texto tampoco es sencillo, sin embargo, este elenco ha demostrado un gran nivel actoral.
—¿En qué etapa de su madurez como dramaturgo y director llega esta obra?
—Me es complicado hablar de madurez en términos de mi labor, siento que eso le tocará a alguien más precisarlo. Lo que puedo decir es que esta fue una pieza difícil de asumir y que pasó bastante tiempo antes de poder construir el texto, esto debido a las capas que tiene y la vivencia que encierra. Quería ser respetuoso con todos los puntos de vista y sobre todo con lo que Cristian buscaba llevar a escena, por eso algunas partes son textos e ideas directas de él y de su proceso de creación.
”En cuanto al montaje, y porque queríamos llevarlo a varios lugares, tuvimos que prescindir de muchos elementos y concentrarnos en lo importante, las interpretaciones y la historia. Para mí lo más importante del teatro es lo que dice, y luego cómo lo dice, está bien entretener pero en algunos casos hay que ir más allá y a veces buscar mezclarlos.
—La obra tuvo un estreno previo, ¿cuáles fueron las reacciones?
—Estrenamos en San Carlos gracias a Proartes. Para el equipo era muy importante que diéramos nuestras primeras funciones en esa zona porque la anécdota que se cuenta sucedió allá. El texto tiene algunas referencias a lugares y otros detalles que esperábamos fueran captados por el público, ya que no podemos decirlos abiertamente debido a que hay un proceso de denuncia que se está tramitando en este momento.
“Las reacciones fueron fuertes pero hacia lo positivo. Nos preparamos para recibir otro tipo de respuesta y nos sorprendió la cantidad de personas que tenían algo de conocimiento del caso o que habían escuchado algo.
Debido al tema que toca la obra, teníamos claro que el montaje no podía estancarse desde el inicio en un tono oscuro, no podíamos llegar de inmediato a una confrontación y volverla una pieza pesada.
— Kyle Boza, dramaturgo y director
—¿Cuáles son sus expectativas? ¿Qué sentimiento espera que tenga la audiencia ante la obra?
—Quiero que se enojen. Quiero que el público salga con una necesidad incontrolable de romper el silencio. Nuestra intención al centrarnos en el punto de vista de los sacerdotes en esta historia no es disculparles, al contrario, es despojarlos de lo que los protege y verlos como personas que cometen errores y pecados que deben ser pagados como la ley estipula, la ley que compartimos todos y todas.
”Espero que el público se vaya a casa con una historia, no con un titular de noticia. A veces nos quedamos solo con lo que leemos o vemos en los noticiarios y no entramos a imaginar que detrás de esa nota hay personas, hay historias. Quizá si logramos empatizar con las personas podamos accionar, frenar los abusos y el silencio.
Santiago se presenta en el Teatro Vargas Calvo los viernes y sábados a las 8 p. m., y los domingos a las 5 p. m. Está en cartelera desde el 26 de agosto y hasta el 11 de setiembre.
Las entradas están disponibles en boleteria.teatronacional.go.cr. El precio de las entradas es de ₡8.000 el tiquete general y ₡5.000 para adultos mayores y estudiantes con carné.