Para Amalia y sus hijas, en recuerdo de un patriota
Al entrar en la casa blanca que está en una de las calles que desembocan al Paseo Colón, aquellos hombres ven colgada una pintura, precisamente en la pared del despacho frente al ventanal que da a la calle.
Es una pintura especial, de mediano formato, pero que llama mucho la atención no solo por ser un paisaje urbano, sino por la manera en que el artista lo ejecutó. En él, las casas se disponen en una composición de tres triángulos, como generalmente hace Teodorico Quirós, el artista al que cariñosamente llaman Quico.
Corre el año 1948, principios del mes de marzo, el calor es sofocante, pero con premura los visitantes pasan al fondo de la vivienda donde los recibe Carlos Luis. Acontecimientos graves están ocurriendo y la reunión con el candidato es esencial. El congreso está a punto de anular las elecciones del 8 de febrero anterior. Por precaución, Amalia ha llevado a las niñas a casa de su prima en Escazú.
Los hombres que están reunidos al fondo de la casa oyen un gran escándalo, les avisan que Tavío y sus esbirros están al frente y piden a gritos que salgan.
Después de algunas deliberaciones y de asegurarse que el candidato hubiera salido por el jardín trasero, el dueño de casa decide calmarlos. Sale de la morada en son de paz, con bandera blanca en mano, baja los primeros peldaños, trata de dialogar con el siniestro personaje, éste hace oídos sordos y hace una señal a sus compañeros.
En ese momento se suelta una balacera, mil impactos de bala dan con la casa, vuelan ventanas, los tiros de grueso calibre hacen añicos lo que se interponga en su camino, el doctor Carlos Luis Valverde cae gravemente herido.
Allá lejos en Escazú se oye el tiroteo, las niñas se preguntan qué ha pasado, quienes las rodean presienten el rumbo que han tomado los hechos en la casa del Paseo Colón.
Corren las noticias, se propagan rumores, el gobierno sitia toda el área para que no escape el candidato al que quieren robarle las elecciones.
A la entrada de la casa blanca cerca del Paseo Colón yace herido un patriota; entre la confusión, algunos logran llevarlo al hospital. Ya es tarde, el doctor, el insigne cirujano Valverde muere a los 45 años. Pocos días después estalla la revolución…
Como mudo testigo del asesinato, el cuadro yace en el suelo después de haber sido impactado por una bala, tal vez por el tiro de gracia.
La hija mayor del doctor lo guarda por muchos años, hasta que un día concluye que esa marca que lleva el cuadro, ese hueco, es una herida abierta en su alma y decide cederlo a alguien más para que sea otra pared, no la suya, la que cargue con el peso de la historia patria…
La Garita, 76 años después.
Marzo 2024