La colección Punto de Encuentro, por medio de su Serie del Bicentenario de la Capitalidad de San José, ofrece visiones multidisciplinarias sobre la compleja metamorfosis vivida por la capital desde su germen hasta ser designada como cabeza política de Costa Rica.
Son cuatro libros de reconocidos autores costarricenses, quienes levantan la ciudad desde el ocaso colonial explicando su paso de aldea a villa, su crecimiento en la aurora de nuestra vida independiente y su rol determinante en la construcción del Estado con sus múltiples universos confluyentes.
Itinerario hacia la capitalidad
Durante la Colonia, en el centro de la que por entonces era la provincia de Costa Rica, entre los ríos Torres y María Aguilar ganó importancia un crucero que durante años había sido confluencia de senderos. Aquel núcleo irradiaba cuatro vías rurales, las cuales durante el verano eran un polvazal y en el invierno un lodazal donde se atoraban las carretas, las bestias y la gente. Por décadas los indígenas y criollos pioneros utilizaron aquella intersección, pues de ella emanaban las rutas que respectivamente conducían al este hacia Curridabat; al oeste hacia Pacaca (Ciudad Colón); al noroeste hacia Barba; y al sureste hacia Aserrí, intercomunicando las reducciones indígenas del Valle Central Occidental, principales áreas de lo que se conocía como “Los Valles”. La equis confluía al piedemonte por lo que fue conocida como “la Boca del Monte”.
El tránsito cada vez fue mayor y en el lugar brotó un caserío. La aldehuela floreció gracias al comercio y empezó a ser considerada más destino que camino, como reza el lema municipal actual. Algunos se afincaron en sus cercanías y establecieron ranchos, corrales y establos. Para 1738 había una ermita dedicada al santo patriarca San José, con un cementerio adjunto.
En 1751 el obispo visitante Morel de Santa Cruz calificó el sitio como una villita, la cual pronto enhebró un sistema de acequias para proveerse de agua, algo crucial para el afincamiento de residentes estables. Para 1761 ya tenía una plaza principal donde hoy se levanta el Banco Central. La población aumentó. Paulatinamente el centro se desplazó hacia el sureste, trasladando la ermita hacia donde en 1776 concluyó la edificación de otra de adobe y tejas. Hoy ahí está la Catedral Metropolitana.
Durante el último cuarto del siglo XVIII y aún entrado el XIX, aquella iglesia sirvió a la creciente feligresía. El modesto edificio fue reformado y en 1812 se lució en los actos que elevaron a San José al rango de ciudad; después, sucesivos terremotos lo dañaron. Para 1823 habían demolido una parte y pretendían iniciar la reconstrucción, pero lo impidieron los acontecimientos políticos de aquel año, particularmente taxativos para la trayectoria ciudadana josefina: un conflicto entre Cartago y San José, germinado en los tiempos inmediatos posteriores al reciente 1821 cuando se concretó la Independencia centroamericana, embocó en enfrentamientos civiles que sobrevinieron en la que por entonces fue conocida como la Batalla de las Lagunas y que posteriormente sería recordada como la Batalla de Ochomogo.
Al choque bélico se sumó la posterior toma del cuartel de Cartago, lo que coadyuvó a que se trasladara a San José la capitalidad hasta entonces ejercida por los cartagineses.
La lucha de tendencias y la polaridad civil se suscitaron por diferendos ante la anexión de Costa Rica al Imperio Mexicano; además, se sustentaban en razones comerciales y subyacentes negocios. El conjunto de intereses y las ideologías contrapuestas propiciaron la primera guerra civil del país. Después del enfrentamiento fratricida librado en abril de 1823, los vencedores josefinos reclamaron el título capital para su población, de carácter más liberal y progresista, despojando a los opositores del control político de la patria joven.
Después del conflicto se conformó un Congreso, el cual apeló por un nuevo ordenamiento constitucional. La necesidad existía antes del estallido de hostilidades: se remontaba al marzo anterior cuando se había redactado el primer Proyecto de Estatuto Político de la Provincia de Costa Rica, pero no se había ratificado. La Asamblea General tomó aquel primer estatuto para su revisión y reformó el que hasta entonces había sido su artículo N.º.15, el cual aseguraba la capitalidad para Cartago.
En su sesión del 2 de mayo de 1823, la Asamblea dictaminó que “el gobierno y las autoridades deben residir en esta ciudad de San José, por ser de justicia y conveniencia pública [y] con plenitud de votos quede de capital de la Provincia”. Los diputados hicieron algunos cambios más, pero la reforma medular fue la del establecimiento de la nueva capitalidad. El documento se custodia en el Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), en la Serie Congreso (SC), N.º.14471.
El Segundo Estatuto Político de la Provincia de Costa Rica ratificó la decisión del nuevo emplazamiento: el 16 de mayo de 1823 los representantes designados lo firmaron, confirmando oficialmente la versión estatutaria definitiva, la cual en su artículo N.º.16 reconoce que “el Gobierno Superior de la Provincia y autoridades política, militar y de Hacienda residirán en esta Ciudad de San José como capital de ella”. (ANCR, SC, N.º.14472).
Aquel Segundo Estatuto fue jurado el 8 de junio de 1823 en un acto protocolario, completando el arco procedimental con oficios religiosos, convites y fiestas oficiales.
Diversión y reflexión
Este 2023 se cumplieron 200 años de aquellos sucesos y del traslado capitalino. Para conmemorarlo, la Municipalidad de San José (MSJO) dispuso un calendario de actividades con festividades, exposiciones, conciertos, producciones multimedia e impresos dentro de las que figura la publicación de la serie analítica sobre la efeméride. Es una tetralogía a cargo de autores de reconocido prestigio por sus trabajos investigativos, analíticos, recopilatorios o creativos, todos con un amplio corpus de publicaciones en nuestro país y en el extranjero, así como con notables palmareses individuales.
Cada uno “brinda sus visiones de la ciudad desde múltiples ángulos, haciéndonos conocer, reflexionar y repensar nuestra trayectoria josefina, su cohesión citadina y su inserción nacional”, según escribe en la presentación de los ejemplares el alcalde de San José, Johnny Araya Monge.
El primer volumen es del arquitecto, investigador y crítico Andrés Fernández, quien ofrece su trabajo Te llamaré San José… (1750-1850), compuesto con una prosa diáfana que conduce al lector como viajero en el tiempo y en el espacio urbano, enfatizando en los detalles cotidianos y las transformaciones de la capital. “Volver a la historia como narrativa es toda una toma de posición política, un gesto ciudadano en el mejor de los sentidos, pues devuelve a la ciudad —que es su gente—, algo de su memoria social perdida”, señala Fernández.
En el segundo tomo la historiadora Patricia Fumero brinda su ensayo San José: de capital política a capital cultural de Costa Rica, donde también levanta la ciudad reflexionando sobre los procesos que vertebraron San José desde la Colonia hasta fines del siglo XIX, abordados como parte de “un tiempo marcado por la migración, el cambio en las relaciones comerciales y sociales, y en especial el cambio político”, escribe la autora.
El tercer número de la colección corresponde al también historiador Rafael Ángel Méndez, quien con su texto San José 1823: El surgimiento de la capital de Costa Rica presenta una acuciosa aproximación histórica sobre las contingencias que devinieron en la capitalidad josefina, procurando “brindar una imagen general de las condiciones que permitieron el surgimiento de San José, en el siglo XVIII, aportando evidencias de los cambios experimentados y de cómo incidieron en la configuración de nuevos centros demográficos que dieron un rostro renovado de ocupación territorial”, según expresa Méndez.
El cuarto tomo de la serie varía el patrón ensayístico. Es un monólogo teatral: La Patria Primera: el destino capital, escrito por el dramaturgo Jorge Arroyo, el cual muestra de manera amena y didáctica el proceso desde la firma de la Independencia de Guatemala hasta el establecimiento de la nueva capital josefina. El montaje, presentado recientemente en el Teatro 1887 protagonizado por el actor Roberto Zeledón, próximamente visitará los once distritos josefinos como parte de los eventos conmemorativos. “Es una obra pensada para que el público se informe disfrutando y para que los estudiantes la escenifiquen aprendiendo”, declara Arroyo.
La colección Punto de Encuentro se enfoca sobre los avatares en torno a la designación de San José como cabeza política del territorio, perfilando la responsabilidad cívica e histórica que eso conlleva. Dentro de la colección, la Serie del Bicentenario de la Capitalidad privilegia distintas perspectivas, pero con enfoques complementarios.
Las ópticas de los autores abordan el tema desde marcos geográficos, urbanos, políticos, económicos, sociales, culturales, demográficos, etc., proponiendo recorridos comprensivos que arrancan desde los intrincados antecedentes propiciadores del traslado capitalino, explican su establecimiento al centro del territorio y revisitan las consecuencias inmediatas y posteriores. Los enfoques contextualizados recuerdan que la Historia no son fechas, sino procesos, entornos e influencias multicausales.
La designación de San José como sede de los poderes oficiales se debió a situaciones y consecuencias variopintas. Resultan atinentes la ubicación geográfica; los aspectos urbanos y la conformación de la ciudad; los cambios históricos sustanciales desde las postrimerías de la Colonia y la coyuntura que desembocó en el traslado de los poderes políticos y administrativos; así como el cultivo, la cosecha y el comercio del tabaco y del café como propiciadores de la acumulación de riqueza; la afectación local de los acuerdos de las Cortes de Cádiz y los procesos referidos a la Independencia; junto con las preocupaciones generales por el progreso, la sanidad y el bienestar de la población; el papel primado en lo atinente a la educación formal de los ciudadanos y la visión del crecimiento cultural; el surgimiento de la prensa escrita y los quehaceres en pro de la libertad de expresión; considerando el liderazgo josefino como generador decisorio en la conformación del Estado y posteriormente en la República y en la nacionalidad. De todo eso y más tratan los cuatro libros recién editados.
Repensar la ciudad
En el 2006, San José fue electa Capital Iberoamericana de las Culturas, reconocimiento que nuevamente le fue otorgada este año. Esa designación, al igual que otras validaciones, ciertamente acompaña las narrativas que estructuran los imaginarios josefinos; pero la ciudad es más que eso y propone relatos diversos. San José continúa siendo cruce de caminos, el cual de día y de noche abraza núcleos de población estable, así como otros que entran y salen de la urbe alimentando un cosmos heterogéneo con raíces más que bicentenarias.
La Serie del Bicentenario de la Capitalidad se aproxima a ciento cincuenta años de historia josefina: desde el mediodía del siglo XVIII hasta las postrimerías del siglo XIX. El conjunto libresco apela a brindar información y argumentos, así como criterios y análisis que aporten a una mejor comprensión de las coyunturas que han establecido, orientado, determinado y explicado la ciudad real y la imaginaria, ambas en permanente transformación.
La colección Punto de Encuentro fue diseñada y editada por La Tea Producciones e impresa en la Editorial de la Boca del Monte de la MSJO. Se presentará el miércoles 23 de agosto a las 5 p. m. en el Auditorio del Museo Nacional. Luego los ejemplares podrán adquirirse en la Feria del Libro, en Pedregal, en el stand que la MSJO tendrá en el área de Los Dedicados; o solicitándolos al teléfono 2547-6276 del Departamento de Servicios Culturales de la MSJO.