NO LLEGARON A caballito; más bien llegaron en vehículos como la gente común y corriente, con la diferencia de que ellos han puesto a bailar a Costa Rica con el grito de "¡a caballito!".
De seguro ya usted sabe quiénes son: el grupo La Marka, que canta: "Mi bombón, ya no eres mi bombón, ¡bombón!", canción que suena en las radioemisoras ticas y en las de otros países. El baile de la colita es la otra canción que se está escuchando con fuerza. Quizás ya usted habrá oído: "Agachadita; a mí gusta cómo baila agachadita, que menea, menea la colita y no para de bailar", pues esa meneadera también lleva puesta la herradura de este nuevo grupo.
Así pues, ya sabe a lo que se arriesga si se se monta en este brioso caballo, que lo hará moverse constantemente por el terreno de los ritmos pegajosos.
La cabalgata de La Marka (es decir, el concierto) era a las 10 p. m. en Hooligan's, de Heredia; pero, desde las 8 p. m., los técnicos estaban ajustando parlantes, micrófonos e instrumentos para que todo estuviera a punto a la hora indicada. Julio Villamonte, el percusionista, afinó las congas hasta que sonaron perfectas a cada golpe de mano.
A las 10:18 p. m., el bar y sus alrededores se llenaron de la música de este grupo que entró con todas las de La Ley. Las luces cambiaban a cada compás al ritmo de El duelo: "Si el dolor no te hace feliz...".
El uniforme es inexistente en este grupo tan variado; eso sí, solo valen las camisetas pegaditas al cuerpo de estos machos resonantes. Una bandera de los Estados Unidos se emplaza en el pecho de Erick León: sí, el mismo que ganó el segundo lugar del Festival Internacional OTI de la canción en 1997 en el Perú.
Mientras el percusionista deja los biceps al aire, su torso es envuelto por una telaraña que simula ser camiseta. La relación es completamente horizontal en este concierto: nadie está más arriba ni más abajo; todos estamos igual: los músicos y nosotros.
Desbocados
Ya un poco calientes los motores, empezó la tonada de "ya no eres mi bombón". El grito de "¡nos vamos a caballitooo!" resonó por todos los rincones del bar. Unas brasileñas detectaron el ritmo de samba en los compases de esta tonada tan pegajosa. El bajista, Bernal Vargas, se contorsionaba al ritmo del conjunto. En este concierto, La mayonesa no podía faltar, así que empezaron a batir el cuerpo allí mismo.
El grupo se estrenó en los Carnavales de Puntarenas, y a partir de entonces no ha parado de cabalgar por las discotecas de San José; pero el corcel de La Marka también aguanta galopar muchos kilómetros, como para llegar hasta San Carlos, Guápiles y demás zonas alejadas. La idea de este grupo se cocinó cuando Erick León aún estaba en México como agregado cultural de Costa Rica.
Estos jinetes pertenecen a la corporación Kalúa, dueña de Calle Ocho y, por supuesto, del grupo Kalúa. La Marka viene a ser el contrapunto entre este montón de cumbias. Ellos tocan ritmos como el reggae, salsa, rock en español, ska y pop latino. La Marka deja su huella en los conciertos y bares. Sus integrantes dicen que tienen un "toque más juvenil".
El hecho de pertenecer a una empresa tiene sus ventajas. Según Erick Murillo, director musical del grupo, "el estar en una corporación hace que no haya competencia porque ya hay clientela fija".
Los integrantes de este conjunto han pasado por diferentes grupos nacionales antes de unirse a La Marka. Ellos son: el guitarrista Hamlet López, exintegrante de Revelación; Bernal Vargas, bajista, quien antes tocaba con Baby Latin Band; en las congas y la percusión menor, el panameño Julio "Toto" Villamonte, que era de Marfil; Olger Solano, el baterista, tocaba con Kalúa, y Erick Murillo era integrante de La Pandylla. Por supuesto, no puede faltar Erick León, el cantante de esta agrupación, quien ha pasado por La Pandylla, La Selección, Los Hicsos y La Banda. También ha sido solista.
Como en la actualidad todo es espectáculo, La Marka intenta presentar algo más que su música. Trata de acaparar la atención con su físico. El grupo está planeando dejar huella en Panamá y Nicaragua, donde ya están sonando algunas de sus piezas. La Gran Manzana -Nueva York- también está dentro de los planes.
Las notas quedaron pegadas a la telaraña que el percusionista tenía tatuada al torso, y los cascos siguieron resonando por las calles heredianas.