De nada vale lamentarse y seguir esquivando los regaños: la cuenta escolar está en rojo y más vale ponerse al día para terminar el año sin problemas.
¿Cómo llegar a la meta? Primero hay que unir fuerzas: padres, estudiante y escuela (o colegio). "Cuando un alumno está en apuros hay que buscar muchos aliados. Eso no quiere decir que el alumno deja de tener la responsabilidad sobre el curso lectivo, es él quien deberá esforzarse para mejorar sus notas", comentó Karol Garita, psicóloga clínica con experiencia en el campo educativo.
Ella recomienda a padres e hijos sentarse a conversar sobre las razones del fracaso escolar de los primeros meses del año.
"El problema podría estar en el ambiente familiar violencia, conflictos entre los padres, apuros económicos y en una serie de situaciones que distraen al niño y le dificultan alcanzar una buena atención y concentración en sus tareas", agregó Garita.
Si ese es el caso, hay que buscar apoyo para solventar la situación familiar o tratar de que afecte lo menos posible al niño o adolescente. Un buen camino es la comunicación para compartir opiniones y sentimientos.
Más indagaciones
Cuando todo está en orden en casa, entonces hay que sondear cómo son las condiciones del alumno en la escuela o colegio; por ejemplo, su relación con los compañeros, la maestra, el ambiente en general.
Si se detecta algún inconveniente, los padres e, incluso el estudiante, deben conversar con los docentes; la regla de oro es estar siempre al tanto de la actividad del centro educativo.
Si ahí tampoco existen obstáculos, el bajo rendimiento del niño o joven podría deberse a problemas de aprendizaje que aún no han sido diagnosticados. "Es el caso del niño que estudia y estudia y se esfuerza mucho, pero no logra salir adelante. Los padres pueden buscar una valoración psicoeducativa para determinar en qué áreas del aprendizaje hay problemas y plantear una buena intervención", explicó la psicóloga.
Puede ser que el alumno tenga problemas en el campo de la comprensión verbal va mal en español, estudios sociales, etcétera o su deficiencia sea, más bien, en el cálculo mental le cuesta la matemática.
Palabra de estudiante
Para que el niño o joven salga adelante con lo que resta del curso lectivo, es indispensable el manejo de límites.
Eso significa poner en marcha hábitos de estudio, o lo que es igual, fijar un espacio diario para hacer tareas, repasar la materia, ponerse al día, etcétera.
"Un niño o un joven sin hábitos de estudio no puede organizarse. Los padres deben ser firmes y dejar claro al muchacho su compromiso para respetar los horarios de estudio", comentó Garita.
Si no hay posibilidades en casa para solventar todas las dudas del alumno, se puede buscar la ayuda de un tutor o preguntar al centro educativo por grupos de estudio extra clase.
Sin embargo, todos esos esfuerzos no servirán de nada si las metas no son realistas. "Los padres deben conversar con sus hijos para definir prioridades, sobre todo, cuando el muchacho no debe una, ni dos materias, sino cuatro o cinco", dijo Garita.
En esas situaciones extremas es imposible pensar que el estudiante pasará todas las materias pendientes. "Hay que concentrarse en el grupo de asignaturas con más probabilidades de aprobar para ir, luego, a las convocatorias de aplazados y sacar el resto de las materias", añadió.
En la "crisis" por salir adelante es comprensible que salgan a flote reclamos y acusaciones.
Evite los conflictos por los problemas escolares y erradique adjetivos como "vago" e "irresponsable" porque solo minan la motivación del menor. Una fuerzas con sus hijos y educadores y fije metas realistas para ganar el año.