Cairns, Australia Tierramérica Una cantidad cada vez mayor de dióxido de carbono (CO2) afecta a los océanos del mundo, y con ellos a las criaturas que habitan en sus arrecifes coralinos.
Así lo dieron a conocer científicos en el XII Simposio Internacional sobre Arrecifes de Coral, realizado en la ciudad de Cairns, en Australia.
El exceso de CO2 influye en la acidez de los océanos, los cuales ya han absorbido alrededor de un tercio de todas las emisiones de ese gas de efecto invernadero (GEI), es uno de los causantes del calentamiento global.
Ese mecanismo de captura ayuda a demorar este proceso que desemboca en el cambio climático, pero el exceso de CO2 está alterando la composición química de los océanos, haciendo que sus aguas sean un 30% más ácidas.
Philip Munday, investigador de la Escuela de Biología Marina y Tropical de la Universidad James Cook en Australia, descubrió que esta mayor acidez oceánica afecta el comportamiento de los peces.
“La acidez que, calculamos, habrá antes de que finalice este siglo afecta el sistema nervioso de algunas especies, alterando sus sentidos del olfato y del oído, así como sus reacciones”, dijo Munday.
En esas condiciones, el pez payaso ( Amphiprion ocellaris ), conocido por la película animada En busca de Nemo , se sentirá atraído por el olor de sus depredadores.
Estas “discapacidades sensoriales” de los peces arrecifales y de los grandes depredadores marinos se manifestarán cuando la atmósfera tenga entre 600 y 850 partes por millón (ppm) de CO2, lo que se espera para antes del fin de este siglo si no se adoptan medidas para reducir las emisiones.
La velocidad de estas transformaciones de los océanos es la mayor que ha afrontado la capacidad de adaptación de las especies. En esto coincidieron más de 2.500 científicos marinos que firmaron la Declaración de consenso sobre cambio climático y arrecifes de corales, emitida durante el simposio.
Prestación de servicios. “Los arrecifes proporcionan protección costera, alimentos, turismo y otros servicios importantes, y perderlos tendrá enormes consecuencias para la sociedad humana”, comentó Roberto Iglesias Prieto, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Alrededor de 1.000 millones de personas dependen directa o indirectamente de los arrecifes para su sustento y más de 2.000 millones tienen como principal fuente de proteínas el consumo de pescado y mariscos.
Para Iglesias, a excepción de unas pocas zonas geográficas muy aisladas, la calidad de los arrecifes coralinos se ha deteriorado en todo el mundo y continuará en declive.
“Perder los beneficios y servicios que brindan los arrecifes será una tragedia para la humanidad”, declaró Iglesias.
Hay acuerdo entre los científicos en que es casi seguro que esos servicios se perderán a menos que se tomen medidas urgentes para reducir las emisiones de CO2 que calientan y acidifican los océanos.
“Cuando el explorador británico James Cook navegó por Cairns hace menos de 300 años, la atmósfera contenía 280 ppm de CO2. Ahora tiene 392 ppm”, dijo Janice Lough, investigadora del Instituto Australiano de Ciencias Marinas.
En los océanos tropicales, la mayoría de las especies viven en aguas que tienen una variación de temperatura muy reducida, que se encuentra entre dos y tres grados.
Según Lough, si las temperaturas se elevan más y durante periodos prolongados, algunas especies no lo resisten y no siempre pueden mudarse a otra parte. “Pequeños cambios pueden tener grandes impactos”, manifestó .
En muchos arrecifes tropicales, el crecimiento y la reproducción de peces decae cuando la temperatura del agua aumenta apenas dos o tres grados, señaló Munday a Tierramérica.
Sin embargo, hay destellos de esperanza. Por ejemplo, en Bonaire (Curazao) y otros lugares se puso en práctica un buen manejo de los arrecifes y se abatieron los impactos sobre estos ecosistemas.
“Afortunadamente, las acciones positivas para la sociedad –como reducir las emisiones de gases efecto invernadero– también son buenas para los arrecifes”, destacó Jeremy Jackson, científico del Instituto de Oceanografía Scripps de EE. UU.