Santiago de Chile. Esta primavera austral, en una historia repetida desde hace más de una década, los habitantes de la región chilena de Magallanes han vuelto a padecer los efectos del peligroso agujero de ozono desarrollado sobre la Antártida.
Los 100.000 habitantes de Punta Arenas, a 2.244 kilómetros al sur de Santiago, han sido los más expuestos a este fenómeno, que se registra desde 1986 de finales de agosto a comienzos de diciembre.
El agujero, que es en realidad una disminución del grosor de la capa de ozono, abarca este año 26 millones de kilómetros cuadrados, equivalentes a dos veces la superficie de Europa, lo que convierte a Chile en una de las naciones más vulnerables a la exposición de rayos ultravioleta (UV).
Estos perniciosos rayos penetran a través del agujero antártico y, debido a su capacidad para alterar la estructura genética, afectan a la salud humana, las cosechas, los ecosistemas en general y el plancton marino.
Por ello, las autoridades de Punta Arenas, sus científicos y los medios de comunicación han formado una alianza para proteger a la población a través de la información y de un sistema de alerta.
Este programa es compartido por el Laboratorio Ozono de la Universidad de Magallanes (UMAG), la Comisión Regional del Medio Ambiente (COREMA), autoridades sanitarias y la prensa.
"Los índices de UV los entregamos todos los días, con 24 horas de anticipación, y se difunden por la prensa, radio y televisión igual que el clima", aseguró a EFE Claudio Casiccia, director del Laboratorio Ozono de la UMAG.
Este sistema de alarma establece que si la capa de ozono llega a 220 grados Dobson se declara alerta amarilla, como ocurrió hace pocos días, y si el adelgazamiento supera las 220 unidades Dobson la alerta es roja, lo que no ha ocurrido hasta ahora.
La magnitud y persistencia de este invisible enemigo obliga a los magallánicos a una serie de precauciones, como no salir en horas de alta exposición solar, usar gafas ahumadas, sombreros y bloqueadores solares.
Estas medidas sirven para evitar problemas oculares, alergias, envejecimiento prematuro, debilitamiento del sistema inmunológico y hasta cáncer cutáneo, que, según estudios científicos, aumentó un 10 por ciento entre las personas que trabajan al sol, como pescadores y campesinos.
Un estudio del Instituto de Ecología Política, una de las principales organizaciones ambientalistas chilenas, revela que en algunas explotaciones ganaderas de Tierra del Fuego se ha detectado incluso un gran número de ovejas y conejos ciegos.
"El hoyo cubre prácticamente todo el territorio antártico y se ha orientado en forma ovalada a una parte del continente y hacia el Atlántico", explicó Claudio Casiccia
Este año, añadió, con la ayuda del Instituto de Pesquisas Espaciales de Brasil (INTA), se han lanzado entre 35 y 40 sondas para medir el espesor del ozono, con un coste de 2.000 dólares cada una.
Sin embargo, Casiccia admitió que el proyecto de la UMAG sufrió graves retrocesos pues se quedó sin el instrumental necesario para medir con exactitud el espesor de la capa de ozono, ya que el INTA destinó a otro proyecto los instrumentos que les había prestado durante 8 años.
Ante esta situación y la constatación de que el riesgo permanece para las poblaciones de Tierra del Fuego, los ecologistas solicitaron la semana pasada al gobierno que declare la región de Magallanes "vulnerable por ozono".
Según Manuel Baquedano, presidente del Instituto de Ecología Política, ello permitiría abordar integralmente un problema al que, a su juicio, las autoridades hasta ahora le han dado la espalda, cometiendo "una negligencia grave".
Baquedano advirtió, además, que el cáncer de piel ha crecido en un 105 por ciento en los últimos 10 años en Chile.
De esta manera, los habitantes al sur del paralelo 50 se han convertido en víctimas involuntarias de un fenómeno en el que tienen escasa responsabilidad y que se ha originado en los países industrializados.
La principal causa del debilitamiento de la capa es la emisión de los gases invernaderos como los clorofluorocarbonos (CFC) que se utilizan en aerosoles y sistemas de refrigeración y de los que Chile es apenas productor del 0,9 por ciento.
Edición periodística: Adriana Quirós Robinson, Editora nacion.com Fuente: agencias.