Nueva York. El Museo de Historia Natural de Nueva York (AMNH) presenta desde ayer una excepcional exposición consagrada al "más brillante cerebro que haya tenido la ciencia", Albert Einstein.
Nunca antes se habían reunido tantos documentos, cartas, manuscritos y fotos de quien la revista Time considera la Personalidad del siglo, lo que ahora ocurre gracias a la colaboración del AMNH con la Universidad Hebrea de Jerusalén, que es la depositaria de sus archivos.
La exposición traza la vida, desde su nacimiento en Ulm (Alemania) en marzo de 1879 hasta su muerte en Princeton (Nueva Jersey), en 1955, del investigador "que revolucionó nuestra concepción del espacio, el tiempo, la luz y el movimiento" y sentó las bases de la mayoría de los avances de la ciencia moderna.
La muestra comienza desmintiendo una leyenda según la cual el autor de la teoría de la relatividad habría sido un mal estudiante: el carnet de sus clases de liceo en Suiza muestra que tenía excelentes notas en Matemáticas y Física, aunque era evidente que odiaba la disciplina.
En 1905, mientras trabajaba en la oficina de patentes de Berna (Suiza), realizó cuatro publicaciones que ponen patas arriba todo lo que se creía en aquella época sobre el tiempo, el espacio, la energía y la materia. Su famosísima ecuación "e=mc2" aparecía por primera vez.
Ningún manuscrito de esa época se conservó. El primero es de 1912, y muestra -con una escritura fina en tinta azul lavada y casi sin tachaduras- la famosa fórmula que demuestra que la masa es una forma de energía y la energía una forma de masa.
Mediante sus trabajos descubrió la energía atómica y los circuitos integrados, que generaron la revolución informática.
Los visitantes también podrán leer una carta de noviembre de 1952 en la cual le proponen la presidencia de Israel, junto a su educada negativa. "Si fuera presidente, tendría que decirle al pueblo israelí cosas que no le gustaría escuchar", había comentado. La exposición estará en Nueva York hasta el 10 de agosto.
La muestra termina con su último cuaderno de notas, lleno de minúsculas ecuaciones de cuando trabajaba -sin éxito- en su Gran teoría universal que debía explicar el universo. Pero antes, se exhiben algunas de las numerosas cartas que le enviaban los niños.