En el buen sentido del concepto, Gil Chaverri Rodríguez ha sido un alquimista de la educación, al transmitir sus conocimientos a decenas de generaciones de estudiantes costarricenses.
No hay alumno en las últimas seis décadas que no haya escuchado su nombre, cuando debía enfrentar un examen de química o algo referente a esa disciplina.
Su adaptación de la tabla periódica de elementos (adecuación estructural de compuestos químicos) y sus textos han ocupado el primer lugar entre los estudiantes en tiempo de exámenes.
A sus 80 años, esa trayectoria fue reconocida por el Colegio San Luis Gonzaga, de Cartago. El pasado 15 de junio, ese centro le confirió el Bachillerato Honoris Causa, un reconocimiento valioso entre sus múltiples títulos, entre ellos, un doctorado en filosofía.
A paso lento, pero firme, ingresó ese día al gimnasio del colegio donde fue recibido con un estruendoso aplauso de los alumnos.
El director de ese colegio, Francisco Marín, expresó que este homenaje era un imperativo para esa institución porque "don Gil puso la pauta en la educación nacional, porque es un hombre visionario que no solo plasmó sus conocimientos a favor del país, sino que, también, llevó su aporte a otras fronteras".
Para rendir honor a Chaverri llegó un grupo de sus alumnos de la Universidad de Costa Rica, como Eduardo Minero, profesor de química del San Luis Gonzaga, quien catalogó a su profesor como un hombre "disciplinado, minucioso, justo y, en síntesis, un verdadero maestro".
La palabra polifacético calza a la perfección para describir a este químico, agrónomo, músico, filósofo, inventor y políglota (domina ocho idiomas).
Aunque nació en Heredia, vive desde hace muchos años en San José. Está casado con Antonieta Polini, con quien procreó ocho hijos.
A Chaverri nada lo detiene y, aunque se pensionó hace varios años, es un incansable buscador de conocimiento a través de la lectura. Hace suya la frase: "nunca es tarde para aprender".