Si usted pregunta en el pueblo de Saveegre dónde vive don Emiglio, nadie le dará razón. Pero si consulta dónde habita "el amigo de los rayos", enseguida lo llevarán a la casa de Emiglio Campos Campos.
Con 90 años, este hombre es quizá el costarricense que más cerca ha estado de morir por una descarga eléctrica, pues tres veces ha sido víctima de los rayos.
Y por eso mismo, es que don Ejerico -como también lo llaman- se refugia en su cama cada vez que el cielo se oscurece y comienza a ver culebrinas (relámpagos) en el firmamento. Entonces, le suplica a sus hijas que desconecten todos los artefactos eléctricos y se pone a rezar para que la tormenta amaine.
Infográfico: Descarga mortal
"Él sufre muchísimo cuando llueve con rayería. Todos en casa hacemos lo que nos indica porque nadie, mejor que él, sabe por qué dice las cosas. Aquí hasta los perros se meten debajo de las camas del miedo", explicó su hija Victoria Campos, de 43 años.
La primera vez que su padre fue alcanzado por un rayo se remonta a 1948, cuando se dirigía a su casa, en la finca El Pital (Bagaces, Guanacaste) con una carreta cargada con láminas de zinc.
"Ese día empezó a llover muy fuerte y, de un momento a otro, un rayo cayó muy cerquita de donde yo estaba. Quedé todo aturdido y en un puro nervio", narró don Emiglio, quien en sus años mozos fue un talentoso montador de toros.
Cinco años después de aquel percance, tuvo un susto similar. Mientras llevaba un caballo a tomar agua de la quebrada, otra descarga eléctrica cayó a pocos metros de donde se encontraba.
"Solo recuerdo una luz que me encandiló y un fuerte ruido que me dejo sordititico. El animal cayó por un lado y yo por otro. Todo fue muy rápido", rememoró.
En los años 60, abandonó la pampa guanacasteca para trabajar con la Compañía Bananera, en Quepos, y allí un tercer rayo le jugó una mala pasada. Solo que esta vez, sí se vio en grave peligro."Venía caminando para mi casa y, al pasar cerca de un árbol de guanacaste, escuché un ruido tremendo. Un rayo cayó en el árbol y yo me fui para el suelo. Perdí los dientes y me tuvieron que internar tres meses en el hospital San Juan de Dios. Ahí me corrigieron una válvula del corazón que se me dañó por la fuerza del rayo", detalló.
Su yerno, Enrique León Mora, no lo deja mentir pues él presenció el accidente de don Emiglio y vio cómo parte del rayo cayó en una pila de lavar ropa y hasta le despegó un trozo de cemento.
Desde entonces, las aventuras de don Emiglio con los rayos lo han hecho famoso. Sigue siendo un hombre muy fuerte, aunque ha perdido un poco el apetito y a veces le cuesta dormir. Sus dedos ya no tocan la guitarra con la precisión de antes, pero tiene intacta la memoria, lo que le permite seguir contando sus historias.