Ustedes recordarán que el capo Paul Vitti (Robert de Niro) fue metido a la cárcel, hace como tres años, luego de que el psiquiatra Ben Sobel (Billy Crystal) tuviera que meterse en líos mafiosos para solucionarle a Vitti sus problemas de ansiedad.
Eso sucedió en la película Analízame (1999), jocosa primera parte de mafiosos en crisis y de psicoanalistas despistados que llegó dirigida por Harold Ramis. Ahora aquí está la secuela: Analízate (2003), con el mismo director, los mismos actores, la misma actriz (Lisa Kudrow, como la esposa del loquero), los mismos tics, pero menos ingenio y un interés menor en su trama.
Como Paul Vitti resulta una piedra en el zapato para la mafia, pues se lo quieren echar al pico de una manera definitiva: matarlo, ahí, en la cárcel. Para salvarse, Vitti se hace el loco (con una sobreactación constante de De Niro) y se la pasa cantando selecciones del musical Amor sin barreras, de Leonard Bernstein.
Como nadie, ni la policía, sabe por dónde se disparan los tiros, llaman al psicoterapeuta que ya conocemos, a Sobel, a quien se le ha muerto su padre y se encuentra atormentado por la sombre paterna que todavía lo domina (Billy Crystal actúa toda la película como si estuviera presentando la entrega del Oscar, tan mal lo hace).
Analízate tiene ciertos momentos apreciables de algún humor livianito, son gotas de agua en el desértico desarrollo del filme, que resulta más bien soso cuando no es repetitivo, irregular cuando no es indiferente, para un resultado cojitranco (¡tan llamativo es el modo en que cojea!).
De esa manera, los chistes buenos se aislan, porque nunca se desarrolla bien la nueva relación entre el mafioso y el médico, sobre todo cuando el capo debe vivir en la casa del psiquiatra.
Lo cierto es que se estira, en exceso, la historia que viene desde la primera cinta, como lo hacen algunos para secar -inútilmente- un trapo mojado.