“Una vez, cuando caía la tarde y vino con ella el descanso hogareño, algún labriego deslumbrado por celajes vesperales ideó uncir el arcoíris al tosco carruaje, amigo fiel y auxiliar compañero en sus afanes”.
Aquellas líneas escritas por Emilia Prieto parecen aflorar en medio de las austeras paredes de la Galería 1887. Aquí, el artista Ricardo Chacón (1964) exhibe Estampas, 17 pinturas que utilizan como motivo la ornamentación de la carreta costarricense, especialmente el estilo utilizado en Sarchí.
Son trabajos que se destacan por la limpieza de las líneas y por los contrastes cromáticos logrados cabalmente por Chacón, quien ha trabajado este tema desde hace cuatro años, pero no es hasta ahora que decide mostrarlo al público. “Lo llevaba aquí adentro; era algo que tenía que explotar”, confiesa el artista, quien además es profesor de artes pláticas en el colegio Unesco, en Pérez Zeledón.
Más que trasladar los diseños de una carreta al lienzo, lo que este artista hizo fue apropiarse de esas decoraciones para mezclarlas con motivos de su propia invención.
Originalmente, Chacón pintaba retratos sobre fondos similares a estos cuadros; sin embargo, la curadora de la muestra, Xiomara Zúñiga, notó que esos fondos podían desarrollarse por separado. De esta manera, hace cerca de un año, se fraguó Estampas .
Cajones de historia. Sobre por qué alguien decidió en algún momento decorar las carretas, existen varias conjeturas. Algunos creen que la pintura las protegía de las lluvias; otros, que simplemente la idea surgió de un inquieto pintor que hizo de su carreta un lienzo.
Los especialistas del arte que han estudiado el tema observaron que los decorados en las carretas responden al ambiente en que se desenvolvían los campesinos de hace un siglo. Se cree que en Costa Rica la ornamentación de carretas se inició cerca del año 1900.
En aquella época, el jornalero estaba rodeado de parajes que sugerían multiplicidad de emociones: cálidos colores en la flora y la fauna, frescos tonos en el cielo matutino, intensos contrastes al atardecer... Aunado a esto, los campesinos solían visitar las iglesias, donde apreciaban la imagenería y las sugestivas formas de la arquitectura barroca.
Todas estas imágenes se confabularon en el diseño de las carretas y ahora deambulan en los cuadros de Chacón. “Yo me apropio de esa manifestación artística, pero también doy mi punto de vista. Intenté rescatar sobre todo el diseño, y a partir de ahí hice una búsqueda del colorido”, detalla Chacón.
Así, en las pinturas pueden verse fuertes contrastes de colores vivos sobre fondos ajenos a los diseños de las carretas típicas. Por e-jemplo, en Hiladilla se puede apreciar un modelo casi íntegro extraído de una carreta tradicional; sin embargo, este posa sobre un fondo difuminado.
En las carretas nunca se emplea ese tipo de fondo; al contrario, los diseños se elaboran sobre colores lisos.
“Lo interesante en los trabajos de Chacón es que él se permite cuestionar los rasgos de la carreta típica con una constante descomposición de los decorados tradicionales”, explica la curadora Xiomara Zúñiga.
Cada obra de Chacón lleva tras de sí una investigación sobre los rasgos que caracterizan el decorado de las carretas típicas. Los nombres de las obras surgieron precisamente de ese proceso de estudio.
Así, “hiladilla” es el término con que se designa la línea que bordea los dibujos de las carretas. En aquella obra, Chacón destaca ese elemento mediante el color blanco.
“Solo en esa pintura uso la hiladilla; en las demás decidí prescindir de ese elemento porque quería destacar los relieves y los contrastes entre los colores”, revela Chacón.
En efecto, el artista hace uso de relieves en casi todas las pinturas de la exposición. El caso más destacado es la obra Churriguera, en la cual los elaboró con masilla y “con la receta de una pasta que me encontré por ahí” .
“Churriguera” es el apellido que tenía un clan de arquitectos españoles del período barroco, cuyos diseños se caracterizaban por la recargada decoración.
El estilo “churrigueresco” tuvo mucha influencia en los templos de la América colonial y también puede apreciarse en los vastos detalles y curvas de los diseños de las carretas.
Las vueltas del arte. El surgimiento de la rueda, alrededor de 5.000 años a. C., propició el avance del trabajo (la agricultura) y el arte (la rueda es el génesis del torno del alfarero). Curiosamente, arte y trabajo se engarzan en las carretas típicas costarricenses.
Según Lidilia Arias ( Las carretas decoradas en el estilo Sarchí ), “el carro con ruedas más antiguo que se conoce es de Mesopotamia y data del año 4.000 a. C”. A América, la carreta llegó desde Andalucía, España, “donde la construían con mimbre y la utilizaban para acarrear la uva”.
Aunque existían carretas con ruedas hechas mediante radios de madera o metal (como las de una bicicleta), en Costa Rica se tuvo que dar prominencia a las ruedas macizas de madera, debido a los caminos dificultosos.
Sin embargo, las carretas con radios se asociaban a la elegancia, pues los aros de los primeros vehículos de motor eran de ese tipo. Por esto, algunos especialistas han sugerido que los decorados de las ruedas de las carretas pretenden imitar la elegancia de aquellos aros.
Toda esta historia se asoma en la obra Pistilos, pues su diseño básico consta de 12 radios, aunque no se aprecian tan claros como en una carreta tradicional.
Los pistilos son diseños recurrentes en la decoración de carretas. El término es tomado de la botánica, y se refiere a un órgano femenino que sale de la flor en forma de espiral. En las carretas, a estos se le suelen dibujar puntos que se asemejan al polen.
En Pistilos, Chacón dibujó sombras y gradaciones, efectos pictóricos poco comunes en las carretas tradicionales. “A mí lo que más me interesa es el contraste; por eso tampoco incluí hiladillas” , recalca el creador.
La simetría es un aspecto al que se le presta especial cuidado en el diseño de carretas. Esto lo sabe muy bien Ricardo Chacón: “Primero trabajo con un dibujo a lápiz en papel, que luego paso al lienzo. Trato de cuidar la técnica, la limpieza. Quizá le gente crea que este es un trabajo sencillo. Al inicio, yo mismo creí que era algo sencillo; pero como dicen: ‘no es lo mismo verla venir que bailar con ella’”, señala el artista.
Como un elogio a esa simetría propia de los artesanos, algunas obras de Chacón son acercamientos de los detalles utilizados en las carretas. Tal es el caso del tríptico Campo esmaltado.
Para Ricardo Chacón, el arte de las carretas rodará un poco más por la trocha de su labor artística. “Por ahora, no voy a abandonarlo. De repente y este sea un tema para toda la vida”. Yo amo mi país y una forma de amarlo es a través de la pintura.”