El astrofísico Sergio Torres conoce “el pasado del universo” y está convencido de que este, con su grandeza, le da al ser humano una lección de humildad, pues le recuerda lo insignificante que es (en el contexto). El investigador, quien participó en el proyecto explorador del Big Bang de la NASA, visitó el país para ofrecer una charla en la Fundación Omar Dengo. Durante su visita, conversó con La Nación .
¿Por qué deberíamos prestarle atención a un tema como el origen del universo?
La astrofísica es algo que nos interesa a todos, a veces sin darnos cuenta. La cosmología científica o estudio del universo, es una teoría que se está desarrollando en este momento. Ella viene del interés casi intrínseco y natural que tenemos los humanos sobre los astros. A esto se une el hecho de que estamos presenciando una teoría en formación y que esto, además, nos ayuda como sociedad a entender el proceso científico.
¿Cuáles son las consultas más frecuentes que le hacen las personas cuando explica este origen?
Me dicen ¿cómo es posible que ustedes los científicos puedan entender, estudiar, explicar, objetos astronómicos que están a distancias incomprensibles, de millones de millones de años luz? ¿Cómo es posible que puedan estudiar el pasado del universo si eso ya pasó?
”Es irónico. Los cuerpos biológicos que otros estudian son mucho más complejos. Un mosquito por ejemplo, tiene muchas partes que interactúan entre sí, mientras que sistemas como una estrella o una galaxia son elementos constituidos por materia primordial como hidrógeno o helio, que tienen forma de nube. Estos son más sencillos de entender, explicar y seguir.
”Cuando vemos a través del telescopio, estamos viendo el pasado, de tal manera tenemos contacto con el origen; por eso es que sí podemos estudiarlo”.
¿De qué nos sirve desentrañar el pasado del universo?
Estudiar la astronomía, la astrofísica y el cosmos nos presenta la verdadera posición y proporción del humano en el universo.
”Nos permite entender que nuestro planeta es una pequeña bolita deambulando en un espacio infinitamente grande. Esto deja un mensaje muy positivo que es: ‘no nos creamos más de lo que somos, no creamos que podemos destruir el planeta como nos venga en gana’. Es una lección de humildad cósmica que es muy útil y la necesitamos en esta sociedad”.
¿Cómo pueden hacer los científicos para hacer que su conocimiento llegue a la sociedad?
Es un tema que me preocupa y me ha llevado a comprometerme con la educación científica (...). Los científicos somos muy malos comunicadores (...). El problema que yo veo en los libros de algunos colegas es que ellos están tratando de ver cómo venden su idea y cómo promueven su desarrollo profesional diciendo: ‘esos científicos no saben nada o, esas teorías no funcionan’. Entonces el maestro que está tratando de enseñarles a sus estudiantes qué es esto del Big Bang, o los agujeros negros, se encuentra con que los científicos alegan entre ellos. Así, ¿cómo van a saber cuáles son los argumentos más confiables? Es un reto actual y urge responder a ese reto.
Usted, ¿cómo explica el Big Bang a través de sus libros?
Este libro El Big Bang: aproximación al universo y a la sociedad, es uno de mis preferidos. Lo escribí en formato de diálogo con las preguntas que las personas hacen en mis charlas. Esas inquietudes las coloco en boca de un panadero, un sociólogo y un físico que conversan entre sí. Le doy al lector un mapa para navegar este terreno científico que es bastante complicado.
¿Qué reacción tiene la gente cuando finalmente entiende sobre el origen del Universo?
Algunos tienen ideas preconcebidas tan fuertes que me han dicho: ‘lo que usted dice, no me convence’. Eso está bien; si la gente no quiere aceptar conocimiento científico, es una decisión personal. Otros son abiertos a explorar ideas nuevas y en eso veo algo muy positivo.