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Balneario El Valle Encantado

El día que las encontramos, las aguas del balneario Valle Encantado flotaban en medio de la lluvia. Todo Acosta era un paréntesis del mar en medio de la tierra, pero ni siquiera el agua pudo borrar el rastro del agua

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DOS LEONES amarillos, erguidos sobre columnas grecorromanas, se alzaban en medio del camino como el monumento a una idiosincrasia retrasada solo por unos 25 siglos. Hasta donde alcanzaba la vista se distinguían unos pastos que no eran prados y unas montañas que tampoco eran bosques. Aquella mañana, solo el color gris lograba sobreponerse al azote de una lluvia torrencial.








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