Una reducción de otros 700 empleados, el posible cierre de otra sucursal, la instalación de nuevos procesos informáticos y la implementación de una nueva estructura administrativa son parte de las medidas que aplicará este año el Banco de Costa Rica (BCR) como parte de su proceso de cambio.
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De acuerdo con el presidente del Banco, Hernán Acuña, en los primeros meses de este año se concluirá la primera etapa de la reestructuración que arrancó el junio del año pasado y de inmediato se seguirá con los nuevos planes.
Este acomodo en la entidad es fruto de los compromisos que adquirieron los intermediarios estatales con el Gobierno en octubre de 1995 y que pretende bajar costos, reducir las tasas de interés para préstamos y mejorar el servicio a los clientes de estas entidades.
En el caso del BCR, la primera etapa de cambio --anunciada en mayo del año pasado-- incluyó como metas el recorte de 883 plazas, el cierre de 10 sucursales y la venta de activos improductivos, tales como terrenos y edificios que habían recibido como pagos de préstamos.
Resultados
Hasta la fecha, según informó en una entrevista con La Nación el presidente del BCR, se han suprimido 498 plazas (159 de personas que salieron y no se sustituyeron y 339 que se eliminaron), se cerraron 9 sucursales y se inició la venta de bienes improductivos por un monto que no precisó.
Para los primeros meses de este año queda pendiente el recorte de 230 funcionarios de seguridad y 60 peritos, que se espera formen una sociedad anónima laboral para ofrecer servicios al banco. Esta cuenta daría un total de reducción en la planilla de 778 personas.
Respecto a la sucursal de Paquera, que fue la que quedó pendiente de cerrar, Acuña informó de que los vecinos intentaron generar la suficiente actividad para hacerla rentable; por ello, se acordó dar plazo hasta marzo para tomar la decisión de mantenerla o cerrarla.
Hasta la fecha, para los clientes aún no son tan visibles los resultados. Los primeros frutos de este cambio se notan en la reducción del margen entre las tasas de interés del 17,7 por ciento, en diciembre de 1995, al 12,4 por ciento a setiembre de 1996 (esto implica una baja en los costos de los créditos y una mejor paga por los ahorros).
Además, los gastos administrativos respecto a los gastos totales han pasado del 13,8 por ciento en diciembre de 1995 al 8,5 por ciento en setiembre de 1996.
¿Que sigue?
La tarea pendiente ahora, según Acuña, es terminar de implementar esta etapa e iniciar otra con un enfoque diferente, que es "mejorar el Banco en su alcance", según sus palabras.
Esto implica, con la ayuda de la consultora holandesa ING-FACS, terminar de poner en práctica una nueva estructura administrativa en el Banco, la cual ya no se organiza por subgerencias, sino por direcciones.
En esta nueva forma de organización, "la casa matriz fija directrices, parámetros, controla que se cumplan... pero se trasladan decisiones a las sucursales, que son las que están con el cliente", detalló Acuña.
Esta segunda etapa también incluye una reducción de personal "de una magnitud similar a la del año pasado, pero ahora por una razón diferente", de acuerdo con el empresario.
La razón es la implementación de procesos informáticos. Por ejemplo, con la trasferencia electrónica de cheques ya no se requiere de todas las personas que antes laboraban en este proceso.
El presidente no quiso referirse a la venta del Banco, como medida dentro de un conjunto que se discute para reducir la deuda interna, aunque manifestó su oposición a la idea de trasladar un 20 por ciento de la entidad al Banco Nacional. "Eso sería como premiar al mal hermano", dijo.