Al mismo tiempo que mucha gente acude a las playas y balnearios para disfrutar las vacaciones, los microbios aprovechan esos sitios para convertir en víctimas a aquellos que se encuentran desprevenidos. Como resultado, entre diciembre y marzo son comunes las infecciones en los oídos -especialmente- pues el agua de las piscinas suele estar contaminada con orina y secreciones bucales.
Luis Fernando Arce, otorrinolaringólogo, afirma que la principal medida para evitar ese tipo de amenaza es mantener la barrera de protección natural en el oído: la cera. Así, debe evitarse el uso de aplicadores u otros objetos para limpiar los oídos.
"El cerumen se produce para conservar tersa la piel del oído, sin resequedad, y tiene una acción antimicrobiana", explica.
Al remover la cera queda libre el paso para la humedad y se favorece la reproducción de bacterias que provocan la otitis externa. Esta es una inflamación del oído externo, que puede causar dolor, picazón y, en ocasiones, fiebre.
Según Arce, otra forma de prevenir infecciones es aplicar en el oído gotas antisépticas -como las que contienen acetato de aluminio y ácido acético- después de bañarse en una piscina, un río o el mar.
Carlos Jiménez, jefe de la consulta externa del Hospital Nacional de Niños, recomienda que tanto los menores como los adultos con antecedentes de otitis utilicen tapones en los oídos mientras están bajo el agua.
También recuerda que ese líquido puede contener otras amenazas. "Después de bañarse en cualquier lado hay que secarse bien los pies y usar talco para evitar la formación del llamado pie de atleta, causado por hongos que surgen con la humedad", manifiesta.
Esperar al menos una hora y media después de cada comida para bañarse en piscinas, ríos o mares, y evitar ingerir agua de esos sitios, son otros consejos importantes para que esos baños no se conviertan en un peligro para la salud.