El menú de la cena del viernes en el Teatro Nacional resultó ser una metáfora de los resultados de la visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Nada quedó en caliente ni cerca del horno. Los ingredientes fueron variados: locales y externos. Cada plato puesto sobre la mesa implicó un trabajo previo, pero el ornamento tuvo que mezclarse con platos fríos que llegaron a la mano de Obama y de su anfitriona, Laura Chinchilla.
La diferencia es que el salmón, el escabeche, la tarta de tomate y la crema de pejibayes están pensados para servirse así, en frío. En el Teatro Nacional nada se cocina.
Lo contrario ocurre con la agenda de proyectos, temas o ideas tratados en las 22 horas de Obama en el país, asuntos que sí necesitan cocción. Ni siquiera estaba en planes lograrlo en esta gira .
Así se previó desde que se anunció el deseo de Obama de visitar Costa Rica y ver a los mandatarios de Centroamérica. Todos acudieron sin agenda definida, le plantearon lo que quisieron y volvieron a sus oficinas sin una hoja de ruta.
Costa Rica, como anfitriona, se lleva la tajada más grande. No es dinero; ya la relación con Estados Unidos no es de donaciones, como dejaron claro Obama y Chinchilla. El lema de la gira hablaba de “prosperidad”; es decir, economía.
Ahí se centraron las conversaciones que, sin embargo, no ofrecen frutos en el futuro cercano. El desarrollo de negocios con el gas natural y el impulso para que Costa Rica ingrese en foros mundiales de alto nivel fueron dos puntos concretos que ahora deben empezar su proceso. Nadie prevé que se concreten antes de que Chinchilla entregue su banda presidencial.
Lo dejó claro la ministra de Comercio Exterior, Anabel González, minutos después de las 12:40 p. m., cuando el avión de Obama ya iba en el aire rumbo a casa .
“Quiero repetir que no es que mañana vamos a ser miembros de la OCDE o pasado mañana. Es un proceso que iniciamos de acercamiento con el objetivo de mejorar las políticas públicas en el país”.
Tampoco hay garantías. Estados Unidos tiene normas internas para la exportación de su gas natural y no deja de ser extravagante que un país de renta media como Costa Rica pretenda ingresar al “club de los países ricos”.
Esta es la forma como se le conoce a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) , foro de 34 miembros al que el país pretende ingresar, con el apoyo preliminar de Washington. Ni siquiera Brasil, con su creciente poder en el continente y en el mundo, ha sido aceptado aún.
El canciller, Enrique Castillo, también lo advirtió: “(Obama) está dispuesto a apoyarnos en el momento oportuno, pero todavía no hay una indicación exacta”.
El ingreso a la OCDE va de la mano con el aumento de la influencia política de Costa Rica, algo que Obama manifestó respaldar en términos generales. Lo expresó mediante frases cargadas de loas para el país, muchas más que el mínimo necesario para una visita oficial. Muchas aparecieron en medios de renombre internacional, un posible indicador de que en el campo diplomático sí hubo réditos.
Piropos y planteamientos para avanzar en un desarrollo conjunto, dejando de manera consciente el tema de la seguridad como plato de segunda mesa, aunque siempre manteniéndolo en el menú . “Cuanto más fuertes sean la economía y las instituciones, más débil será el narcotráfico”, dijo Obama el viernes, después de aclarar que la lucha antidrogas sigue igual.
Tras las 22 horas, Obama abordó su avión trotando con energía y dijo bye con la mano derecha. El objetivo estaba cumplido: saludos, fotos e ingredientes en la mesa.